Software de Código Abierto y la Comunidad de Asistencia Electoral
La expansión del uso de software de código abierto puede ofrecer nuevas oportunidades a la comunidad que brinda asistencia electoral para mejorar la coordinación y la modernización de las misiones de asistencia.
Por Ajay Patel
El software es el elemento oculto de la administración electoral. En casi todas las etapas del proceso existe un programa en un centro de datos tomando información en bruto y convirtiéndola en algo útil. Ya sea que se trate de un padrón electoral, de una papeleta o de los resultados, el hombre recaba la información con la que las máquinas hacen el trabajo real.
La confianza que depositamos en estas máquinas es impresionante: contamos con programas que nos dicen quién ganó una elección, quién cuenta con derecho al voto, y quién está facultado para contender como candidato. Dan forma a las votaciones; ayudan a identificar comportamientos sospechosos. Controlar grandes cantidades de información con facilidad. En un escenario ideal, contribuyen a crear elecciones rápidas, flexibles y exactas. Es precisamente porque confiamos en estos programas para manejar muchas de las funciones analíticas fundamentales que su desarrollo y despliegue debe ser una parte integral de la planeación, tal como la logística y seguridad de las misiones.
No deja de sorprender que, pese a su relevancia, el software crítico usado por las misiones electorales carezca de rigor o metodología para su construcción. El desarrollo de software de código abierto es un nfoque probado que se centra en el intercambio, innovación y fortalecimiento de la capacidad de programación de la comunidad. Es una forma para conseguir productos mejor diseñados, más profesionales y sustentables para las misiones y, aún más importante, para las instituciones electorales nacionales.
Las misiones internacionales de asistencia invierten cientos de miles de dólares y miles de horas hombre en el desarrollo de la estructura y el manejo del software de los sistemas cruciales para la misión. La integridad de la información, las funciones críticas y la significativa inversión, son algunas de las muchas buenas razones que harían suponer que este trabajo está sustentado en productos modernos y efectivos.
El hecho es que ese suele no ser el caso. Es muy probable que el software electoral de una misión de asistencia haya sido diseñado mucho tiempo atrás, y que el programador lo haya reutilizado misión tras misión, adaptándolo y ajustándolo para tratar de cubrir las nuevas necesidades. Nuevo nombre y nuevo logo, pero el mismo código de siempre.
Puede que resulte tentador pensar que esto es algo bueno, y que un programa utilizado en múltiples elecciones previas ha sido robustecido al paso del tiempo, lo que lo ha vuelto más sólido y estable. En realidad no es así.
Estos programas son elaborados con tecnologías anticuadas y rígidas que jamás fueron diseñadas para ser ni dinámicas ni reutilizables. Esto significa que reciclar el código viejo tampoco es rápido o sencillo, y en lugar de enriquecerlo en cada nueva oportunidad, cada vez se vuelve más frágil. Los remanentes de los códigos de elecciones anteriores que están profundamente escondidos pueden originar resultados inesperados, causando estragos que sólo pueden ser encontrados y corregidos después de varios días. Los programadores que son contratados sobre la base de proyectos individuales carecen del tiempo y la motivación para desarrollar un producto que sea fuerte en su conjunto, y apenas pueden terminar el trabajo y volver a casa.
Esto apunta a un problema aún más grande dentro de la comunidad que brinda asistencia en el rubro de las tecnologías de la información. Tradicionalmente, el desarrollo ad-hoc de los programas y sistemas ha adolecido de la falta de una política de colaboración, lo que ha derivado en sistemas sin estándares o supervisión, en una carencia de desarrollo institucional y en productos, en general, poco interesantes.
El desarrollo de software vinculado a los procesos electorales es opaco. Al interior de las misiones, los programadores hacen prácticamente lo que quieren, pues muy pocas personas de la misión tienen los conocimientos técnicos suficientes para cuestionar o guiar el proceso de desarrollo del software. Los observadores podrían intentar monitorear los procesos que se llevan a cabo en el centro de información, sin embargo, a menudo se ven restringidos a permanecer en los centros de conteo de votos observando la inserción de los datos mientras el trabajo real es llevado a cabo tras bambalinas, más allá de su alcance y conocimiento técnico.
La falta de colaboración ha obstaculizado los esfuerzos de la comunidad electoral internacional para que las instituciones nacionales a las que apoyan desarrollen estas capacidades. Los consultores internacionales creen, falsamente, que su valía reside no en su conocimiento especializado sino en el código, por lo que se muestran reacios a compartirlo y buscan, así, garantizar que serán empleados en el futuro. Lo que es más, suelen retirarse sin entregar el software editable a sus contrapartes nacionales, y raramente compartirán estos activos con sus propias organizaciones o con la comunidad internacional. Aunque el sitio de ACE ofrece muestras de prácticamente cualquier recurso electoral que pudiera imaginarse, como presupuestos, calcomanías y manuales, las de software electoral son notoriamente inexistentes.
Construir software desde un enfoque aislacionista no es propicio para la innovación. La colaboración es clave para la creación de mejores productos, y el movimiento de código abierto nos ha mostrado que el software se presta a sí mismo para ser creado sobre una base colaborativa.
El software de código abierto se desarrolla a través del uso de metodologías y estándares que hacen que su evolución se logre mediante la colaboración, la flexibilidad y la reutilización. El producto final se distribuye libremente, generalmente bajo una licencia de software gratuito; por lo que puede ser retomado por otras personas, ser usado, mejorado y redistribuido, creando así un ciclo de desarrollo efectivo entre la comunidad de programadores comprometidos con el proyecto.
Este método de diseño ha tenido un éxito extraordinario. El navegador Firefox es un producto de código abierto que es utilizado en casi una cuarta parte de las computadoras a nivel mundial. Linux es un sistema operativo de código abierto que hace funcionar al 13% de los servidores en el mundo que recibe aportaciones —financieras y de programación— de fuentes tan diversas como el gobierno brasileño y Nokia. Incluso la CIA emplea software de código abierto para organizar y buscar su información. El software electoral es comparativamente muy sencillo.
Hay que recalcar que muchos de estos proyectos han sido desarrollados por programadores de clase mundial bajo una dinámica de voluntarios de medio tiempo. El desarrollo se puede realizar en forma remota, o durante “reuniones de expertos” (‘geek meets’) y jornadas de creación de códigos (code sprints). Estos programadores tienen motivaciones diversas: practicar sus talentos técnicos, hacerse de prestigio, o simplemente por la satisfacción de ejercer alguna influencia en el mundo. Existen algunos proyectos de código abierto que ya están involucrados en el monitoreo de elecciones y mapeo de posibles crisis electorales. Habría, por consiguiente, gran interés por parte de la comunidad de código abierto en que se les diera la oportunidad de contribuir para que las elecciones tengan verificativo.
Si la comunidad que brinda asistencia electoral migrara hacia un enfoque de código abierto, el software y la comunidad resultantes podrían ser de utilidad no sólo para las organizaciones internacionales que bridan esa asistencia, sino también para las propias instituciones nacionales que buscan construir. El software de código abierto podría ser adaptado en casa por programadores locales o construido por una red global de colaboradores. Las comunidades han trabajado en proyectos similares por décadas, y se puede confiar en que continúen ofreciendo sus conocimientos para dar soporte y desarrollo gratuitos a los órganos nacionales mucho después que los consultores internacionales hayan partido y que la atención de los donantes haya expirado.
¿Podría esto representar el fin del trabajo de campo de los expertos en tecnologías de la información? Es muy poco probable, aunque podría alentar un cambio en sus responsabilidades hacia la coordinación y supervisión de proyectos, así como de su presencia durante la instalación del software y por el periodo necesario para hacer pruebas, conducir la debida capacitación y solucionar los problemas que pudieren surgir. El fortalecimiento institucional del personal de los organismos nacionales podría, finalmente, recibir la atención que requiere. Podría presentarse la oportunidad para modernizar el funcionamiento de las misiones de asistencia electoral en áreas donde comúnmente se utilizan las tecnologías de la información fuera del campo de la asistencia electoral, por ejemplo, para actualizar la logística, la coordinación de las tareas de campo y de comunicación social.
La introducción de productos y filosofías de código abierto entre los proveedores de asistencia técnica en materia electoral implica la oportunidad de inyectarle algo de innovación, ya muy necesaria, al repertorio de soluciones que se tiene en el campo de las tecnologías de la información. Si el software de código abierto ha creado mejores productos, soluciones transparentes, y un soporte de bajo costo por parte de la comunidad hacia otras industrias, quizás es tiempo de ver qué puede hacer por las elecciones a nivel internacional.
Ajay Patel es consultor en tecnologías y observación electorales de las Naciones Unidas y del Instituto Nacional Demócrata. También ha realizado tareas de observación en las elecciones en Afganistán.
