Los sistemas de votación tradicionales se han desarrollado para garantizar que los principios necesarios para la celebración de elecciones y referendos democráticos se cumplan, como la garantía de la libertad de voto, la secrecía del voto, la no modificación de la intención expresada en el voto y la no intimidación durante la realización de la votación. Es esencial que estos principios no resulten perjudicados por la introducción de nuevos métodos de votación y, en consecuencia, que los sistemas de votación electrónica estén diseñados y operados de manera que se garantice la fiabilidad y la seguridad del proceso de votación.
En resumen:
El voto electrónico tiene que ser tan libre, secreto, fiable y seguro como los sistemas de votación que no implican el uso de medios electrónicos.
Un sistema de voto electrónico, por lo tanto, debe considerar los siguientes requisitos mínimos:
- Asegurar que sólo las personas con derecho a voto están en condiciones de votar.
- Garantizar que cada voto sea contado y que sea contado sólo una vez.
- Mantener el derecho del elector a formar y expresar su opinión de una manera libre, sin ningún tipo de coacción o influencia indebida.
- Proteger la secrecía del voto en todas las fases del proceso de votación.
- Garantizar la accesibilidad al mayor número posible de votantes, especialmente a las personas con discapacidad.
- Aumentar la confianza de los electores al maximizar la transparencia de la información sobre el funcionamiento de cada sistema.
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Auditoría de los sistemas de voto electrónico