Las encuestas a boca de urna se han convertido en un mecanismo extremadamente popular en la cobertura mediática de las elecciones.
Una encuesta de salida es realmente sólo una especie de encuesta de opinión (al compararse con los conteos rápidos, en los cuales se cuentan muestran de votos reales). Se les pregunta a los votantes por quién votaron cuando dejan el lugar de votación. Las encuestas a boca de urna bien conducidas tienen un gran nivel de precisión, pero muchas de ellas no son bien conducidas.
El informe sobre las encuestas a boca de urna debe estar sujeto a las mismas restricciones que el informe de las encuestas de opinión: quién condujo la encuesta, cuántas personas fueron encuestadas, en qué lugar, etc., etc. Sin embargo, hay consideraciones adicionales para informar sobre las encuestas a boca de urna. Estas están relacionadas a los dos propósitos principales por los que los medios están interesados en las encuestas a boca de urna:
Desde que se ha empezado a informar sobre las encuestas a boca de urna, estas, generalmente, se llevan a cabo una vez la votación haya finalizado. Los “resultados” de las encuestas a boca de urna llenan los espacios en la cobertura de las noticias, mientras que los diarios y cadenas televisivas esperan a que llegue el resultado real. El uso de las encuestas a boca de urna es poco nocivo y apenas controversial.
Lo que se ha vuelto materia de controversia es informar sobre las encuestas a boca de urna antes de que la votación haya terminado. Este es particularmente un problema en países grandes que tienen distintos husos horarios. Han sido los informes en Internet y no los informes de los medios tradicionales los que han acrecentado esta controversia.
El país donde esto ha sido particularmente un problema es en los Estados Unidos, país que tiene muchos husos horarios y con un amplio acceso a Internet. El principal argumento contra el informe de las encuestas a boca de urna antes del final de la votación es que éstas pueden influir en la decisión de la gente que todavía no ha votado.
Por el contrario, los periodistas de Internet han argumentado que el detener el informe de las encuestas a boca de urna en este momento, es una restricción a la libertad de expresión. La élite política considera que todo lo que Internet está haciendo es colocar la información al alcance de una mayor audiencia. De igual manera, se discute también que la naturaleza de Internet requiere que un elector busque dicha información, en vez de oírla en la radio o verla en la televisión. Sin embargo, el desarrollo de noticias sindicadas alimenta el último argumento, mientras que una lista de correo electrónico sirve en vez de socavarlo.
Los periodistas tradicionales de la prensa escrita y los de los medios de emisión afirman que sólo porque han adquirido alguna información (como el resultado de una encuesta a boca de urna) no significa que la tengan que publicar. Algunas veces ellos pueden considerar que hay una obligación ética de no hacerlo. Esto es un debate que no tiene una resolución definitiva.
El uso de las encuestas a boca de urna como indicador de la negligencia electoral es problemática, aunque depende de la calidad de la metodología de las encuestas a boca de urna. En algunos casos, como en Ucrania en 2004, los informes de las encuestas a boca de urna dan una prueba prima facie para sostener la negligencia electoral. Por supuesto que estos alegatos debían ser sustentados con una investigación detallada a la conducción real de la elección. En otros casos, del que el referéndum de Venezuela en 2004 fue un buen ejemplo, la metodología de la encuesta fue tan dudosa que la información no creó dudas serias sobre el resultado real de la votación.