La organización y conducción de unas elecciones creíbles demandan el apego a ciertos principios y derechos, que en la práctica, imponen retos significativos para lograr una seguridad efectiva, estos incluyen:
- La transparencia exige que todos los pasos de un proceso electoral sean bien divulgados entre el público;
- Las elecciones deben llevarse a cabo de conformidad con las leyes nacionales, que por lo regular se basan en calendarios fijos;
- La libertad de opinión y asociación puede crear una atmósfera políticamente cargada que polarice a las comunidades;
- Las instituciones responsables de la administración y la seguridad de las elecciones deben cumplir con su mandato en forma imparcial, tienen la obligación de evitar la percepción de estar favoreciendo a algún competidor político en particular.
- La inclusión exige que la elección tenga una operación altamente descentralizada, porque hay que hacer frente a requerimientos logísticos a gran escala que involucran el reclutamiento de miles de personas para laborar temporalmente, así como la operación de varias mesas de votación y oficinas.
Para operar efectivamente dentro de estos requerimientos electorales, las fuerzas de seguridad necesitan guiarse por sus propios principios, como:
Basarse en los derechos y la equidad
Los participantes de las elecciones deben ser tratados en forma equitativa tanto por las fuerzas de seguridad como por los funcionarios electorales. La respuesta que se tenga ante cualquier acción debe ser consistentemente razonable y proporcionada, no puede estar influenciada por factores arbitrarios, tales como la afiliación política. Las elecciones son un mecanismo por medio del cual las personas tienen la posibilidad de ejercer sus derechos humanos, civiles y políticos. Los protocolos de seguridad deben reconocer y tomar en cuenta estos derechos, así como la gran sensibilidad y estricta vigilancia que se debe ejercer para el respeto de estos derechos durante un periodo electoral.
Soberanía nacional
Las elecciones son un proceso soberano. Sin embargo, en algunas circunstancias, como cuando se acaba de salir de un conflicto o en elecciones de transición, las fuerzas de seguridad nacionales pueden necesitar fortalecerse mediante el apoyo de fuerzas internacionales. Así, en la medida de lo posible la seguridad de las elecciones debe descansar en el manejo y control de una autoridad nacional, esto con el objetivo de reflejar el cuidado de la soberanía y evitar acusaciones de injerencia internacional. Además se cuenta con la ventaja de que las fuerzas de seguridad locales son más sensibles a los usos y costumbres y por consiguiente pueden estar mejor preparadas para interpretar y responder a las amenazas que surjan.
Estrategia
Las elecciones se planean normalmente con 18 ó 24 meses de anticipación al día de las votaciones, su planeación es un ejercicio muy amplio que requiere de varias actividades de organización y preparación. Las fuerzas de seguridad (policías y/o militares) rara vez poseen suficientes recursos fijos para garantizar la seguridad de una elección y realizar simultáneamente sus actividades regulares. Es esencial una planeación integral y estratégica entre las instituciones electorales y las de seguridad para dar prioridad a la asignación y coordinación de los recursos necesarios.
Actuación imparcial y no partidista
Para ser efectivas, las fuerzas de seguridad deben evitar cualquier situación que pueda provocar reclamos de actuación partidista. Si se detecta que las fuerzas de seguridad actúan a favor de alguna de las partes, en vez de evitar tensiones pueden aumentarlas y debilitar su función en el proceso. Durante el periodo electoral (especialmente durante el periodo de campaña) las acciones de seguridad normales pueden llegar a ser objeto de un análisis que adquiera dimensiones políticas. En la política en general, y en las elecciones en particular, la percepción es tan importante como la realidad. Por ello, los encargados de administrar la seguridad deben considerar activamente las dimensiones políticas y preservar la imparcialidad no sólo en términos reales sino también en la percepción pública.
Flexibilidad y eficiencia
Los procesos electorales pueden enfrentar cambios de última hora para afrontar condiciones políticas, operacionales o legales que se presenten en el camino. En primera instancia, la planeación de la seguridad debe incluir una variedad de planes de contingencia así como recursos que aseguren cierta flexibilidad. Un ejercicio eficiente de planeación puede permitir que se identifiquen con claridad las restricciones que se tiene en términos de recursos y capacidades para hacer frente a los desafíos de seguridad y así informar oportunamente a los tomadores de decisiones sobre las alternativas disponibles para responder ante las circunstancias que pueden presentarse. La eficiencia de estas operaciones, tanto la provisión oportuna de los servicios de seguridad requeridos como la capacidad de respuesta ante los cambios, es un importante indicador para crear confianza en los electores.
Transparencia y rendición de cuentas
En los operativos de seguridad siempre existe una tensión entre lo que “se necesita dar a conocer” de las políticas de seguridad y lo que es de interés público. En periodos electorales, la publicidad de esas políticas siempre favorece el interés público, permite reconocer la importancia y el valor de la transparencia. En casos en los que sea necesario proteger la información, se pueden adoptar medidas extraordinarias de rendición de cuentas que otorguen las pruebas y justificación necesarias después del evento. En este contexto, la transparencia también se refiere a la expansión de los mecanismos de consulta con los grupos políticos, la sociedad civil y otras organizaciones, para asegurar que el papel y las funciones de las fuerzas de seguridad son bien conocidos durante el proceso.
Una cita favorita de este autor es ‘La mejor solución operativa rara vez es políticamente viable’. En varios casos, las dimensiones políticas de una elección pueden crear obstáculos para tomar decisiones sencillas de seguridad. Esta característica de los procesos electorales subraya la potencial frustración que puede surgir en la relación entre los oficiales de las elecciones y los de seguridad.
Finalmente, una solución operativa no puede considerarse deseable si no responde a las condiciones políticas. Esta discordancia enfatiza la fuerte necesidad de tener buena comunicación entre las fuerzas de seguridad y las instituciones electorales.