La naturaleza misma de las elecciones vulnera una serie de amenazas a la seguridad en contra de participantes, infraestructura, información y materiales.
Es importante realizar un análisis efectivo de la seguridad de una elección que aborde información y experiencia en varios campos. Lograr un alto nivel de comunicación y coordinación entre los organismos responsables de la administración y la seguridad en una elección es una ventaja significativa. Ni el análisis de la seguridad y la planeación pueden ser efectivas si la comunicación y coordinación se dan sólo en el periodo inmediato que antecede al inicio del proceso electoral, ni depende solamente de estrategias reactivas. Anticipar y prevenir los riesgos a la seguridad mitigando su impacto o probabilidad de incidir, es un esfuerzo estratégico tanto de las autoridades electorales como de las encargadas de la seguridad.
Los procesos electorales están constituidos por una serie compleja de subprocesos interdependientes, que por lo general incluyen: la delimitación de distritos, la educación cívica, la educación al votante, el registro de electores, el registro de partidos políticos, la designación de candidatos, el período de campaña, la conducción de las mesas de votación, el escrutinio de los votos, la resolución de disputas y el anuncio oficial de los resultados. Con excepción de la delimitación de distritos (que generalmente tiene lugar como parte del censo de población de cada diez años), estos subprocesos suceden de alguna forma dentro de cada ciclo electoral.
Cada subproceso puede tener diferentes tipos de amenazas, influenciadas por: la forma particular de llevarse a cabo, la influencia de la intersección entre el subproceso y las circunstancias específicas de cada elección.
Además, las condiciones circunstanciales de una elección pueden alterar rápidamente el proceso, esto puede requerir que en forma expedita se vuelvan a priorizar o se invaliden los supuestos de seguridad iniciales. En consecuencia, el análisis de las amenazas y los riesgos es una tarea continua a lo largo del proceso electoral y no una simple acción ya realizada.
Los tipos de amenazas a la seguridad probablemente se incrementan en una elección en particular debido a la influencia de aspectos, tanto circunstanciales como estructurales, del proceso electoral. El diseño estructural del proceso electoral, tal como el tipo de sistema electoral, puede fomentar o determinar ciertas amenazas. Por ejemplo, un sistema electoral que utiliza un solo distrito a nivel nacional (en el que las fronteras nacionales forman la única circunscripción electoral) y que permite a los electores emitir su voto en cualquier mesa de votación, no tiene incentivos directos para que los electores se vean obligados a moverse dentro del territorio –debido a que independientemente del lugar en el que se emite el voto, éste se cuenta en el resultado final.
Por otro lado, este tipo de sistemas puede promover que los electores elegibles en el extranjero se vean obligados a cruzar las fronteras nacionales, pues de otra forma no pueden participar. En términos de seguridad, este escenario refleja el incremento de un riesgo estructural, por las operaciones del control de las fronteras durante el registro electoral y las etapas de la participación en la elección.
Los aspectos circunstanciales de cada elección, y de cada etapa del proceso electoral, determinan el nivel y prioridad del riesgo relacionado con cada una de las diferentes amenazas. Por ejemplo, en la segunda ronda de votaciones para elegir a un presidente (la final entre dos candidatos en competencia), el peligro de asesinato político representa un riesgo significativamente mayor que en una elección de cientos de parlamentarios para una asamblea. De igual forma, si una elección se lleva a cabo como parte de un acuerdo de paz después de un conflicto, se tiene un perfil de riesgos distintos que el de una elección en un país con una historia intacta de elecciones democráticas.
Una metodología para investigar el perfil de riesgos de una elección radica en identificar los activos críticos de la misión (personal, infraestructura, información y materiales), sin los cuales ésta no podría llevarse a cabo en bueno términos. Además, la estructura específica y los aspectos circunstanciales de una elección determinan en qué fase del proceso un activo se vuelve crítico, y destacan, si éste puede cambiar entre los subprocesos. Algunos procesos electorales, por su naturaleza, pueden estar mejor capacitados para adaptarse a cierto tipo de ataques. Por ejemplo, la destrucción de las cajas que contienen las papeletas, en las mesas de votación después de llevarse a cabo la votación, puede o no inhabilitar a las autoridades electorales para producir los resultados de la elección.
El impacto de este tipo de ataques puede variar significativamente dependiendo de un rango de factores tanto estructurales como circunstanciales. Distinguir las ‘misiones críticas’ de las amenazas ‘recuperables’ es un paso clave en la construcción del perfil de riesgos de una elección y en la determinación de prioridades.
Como telón de fondo de los retos a la seguridad regulares, hay varias amenazas nuevas que han surgido en los últimos años. Entre éstas se incluyen el terrorismo internacional y el crimen organizado.
Terrorismo internacional
Es bien conocido en el ritual la democracia que las elecciones despiertan amenazas de parte de diferentes grupos, cuyas motivaciones pueden no tener conexión con los objetivos nacionales de una elección. Como lo han demostrado sucesos recientes, el terrorismo internacional tiene la capacidad y motivación para llevar a cabo “ataques espectaculares” con el objetivo de impulsar sus propias agendas. La intensificación de la cobertura en los medios durante una elección hace de este periodo algo altamente visible, por lo que se vuelve una oportunidad atractiva para que ocurran este tipo de ataques.
Crimen organizado
Las tensiones políticas que crecen durante una elección ofrecen a los grupos del crimen organizado una oportunidad atractiva – al mismo tiempo que se dificulta enormemente la habilidad de las autoridades para diferenciar entre la violencia motivada por razones políticas y la promovida criminalmente. Paradójicamente, un grupo que comete ofensas con motivos políticos puede intentar que sus acciones sean interpretadas como meramente criminales, mientras que los grupos con motivaciones criminales pueden tratar de esconder sus acciones detrás de una fachada política. O algo de mayor preocupación, los intereses políticos y criminales pueden llegar a convergir sobre lo que puede resultar de un conflicto, por ejemplo, en países donde los grupos criminales organizados secuestran individuos, pueden intercambian algún rehén a cambio de una cantidad de dinero con el objetivo predefinido de que algún grupo político consiga propaganda pública.
Es necesario que en cualquier parte del análisis de las amenazas a la seguridad se subrayen las precauciones en la forma de procurar la seguridad. Como se anotó anteriormente en los principios, tanto la imparcialidad y la acción no partidista como la transparencia y la rendición de cuentas son guías importantes de la seguridad electoral.
Elegir métodos y temas guía para la recopilación de información, durante un periodo electoral, puede ser sensible de interpretarse como algo con intención política y generar reacciones violentas. Tal como, poner mayor énfasis en los procedimientos de control y balance puede representar una importante salvaguardia del proceso analítico durante las elecciones.