Introducción
Después de más de dos décadas de que se descubriera el Síndrome de Inmunodeficiencia
Adquirida
(VIH/SIDA), éste se ha convertido en una de las enfermedades más devastadoras
que ha padecido la humanidad. Desde su surgimiento, más de 39.4 millones de
todo el mundo lo han padecido, y sólo en África ha provocado 2.3 millones de
muertes (unfpa.org;www.avert.org/worldstats.htm).
El VIH/SIDA representa un serio desafío para muchos países en
desarrollo. Además de constituir una tremenda emergencia médica, países que ya
lidian con la pobreza se ven atrapados en un círculo vicioso de menores
capacidades, pérdida de recursos humanos y bajo crecimiento. Sin embargo, además
de ser una seria amenaza para el desarrollo socio-económico y las condiciones
de vida, el VIH/SIDA también representa retos para la democracia y el buen
gobierno.
Sudáfrica es el país más afectado por la pandemia del VIH/SIDA, con el mayor número de infectados. Hay 4.7
millones de sudafricanos afectados por esta pandemia, lo que representa un 20%
de la población adulta (HIV/AIDS, Democracy and Citizenship p. 2). En noviembre
de 2004, IDASA (el Instituto para la Democracia en Sudáfrica, por sus siglas en
inglés) publicó el informe VIH/SIDA y
Gobernabilidad Democrática en Sudáfrica– Ilustrando su Impacto en los Procesos
Electorales (IDASA 2004), que analiza cómo es que el VIH/SIDA puede y de hecho
impacta la democracia electoral en Sudáfrica.
“Este proyecto de investigación tuvo como objetivo indagar el potencial
efecto del VIH/SIDA en los procesos electorales como una vertiente clave de los
procesos de democratización en África. El fundamento es que la democracia requiere
instituciones fuertes y la plena participación de los ciudadanos en la vida
política, social y económica para resultar sustentable. Empero, como lo
corrobora la investigación, el VIH/SIDA está devastando las capacidades básicas
en todos los sectores de desarrollo y reduciendo la capacidad de las sociedades
para ser productivas y asegurar el bienestar de sus ciudadanos. Las
instituciones se debilitarían debido a la pérdida de capacidades y su efecto
acumulado podría dañar la calidad de la gobernabilidad. El buen gobierno, que
ha sido equiparado a la gobernabilidad democrática por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), está orientado, entre otras cosas, a
brindar oportunidades de empleo, educación y una vida sana a todos sus
ciudadanos.” (ibid.: 13).
Los principales resultados del informe del programa de IDASA sobre
Gobernabilidad y SIDA se detallan en las siguientes secciones:
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