La
integridad es un concepto difícil de definir, pero es un elemento esencial de
un sistema democrático gubernamental. La integridad es inherente a los
principios de democracia, que contribuye a la administración de elecciones
libres y justas. Sin integridad la democracia estaría comprometida.
En esta sección, la integridad
electoral se define como un conjunto de estándares basados en principios medidas
y mecanismos democráticos, para proteger las elecciones libres y justas.
Una
elección es el resultado de un proceso complejo que requiere de la participación
de una multitud de actores. Hay ganadores y perdedores en cada elección. Las
apuestas son altas, y la tentación de asegurar la victoria a través de medios
ilegal o moralmente cuestionables es grande. Los resultados de la elección
pueden ser manipulados para determinar quien ganará o quien perderá de
antemano. Una elección puede ser interrumpida, poniendo en duda la legitimidad
del proceso. Una elección sin integridad trastorna el propósito de una elección
democrática, y no puede ser considerada libre ni equitativa.
Dadas
las rivalidades socio-política y la amenaza de corrupción local, la integridad
no puede ser dada por sentado. Los mecanismos para mantener e implementar la
integridad necesitan estar establecidos dentro de los organismos que
administran las elecciones. Estos mecanismos deben hacer posible el monitoreo
de acciones de la administración electoral; asimismo, deben asegurar la supervisión del
proceso electoral por otros sectores del gobierno u otras agencias, la sociedad
civil, y los medios; y ellos deben proporcionar la aplicación de las reglas y
regulaciones a través de medios administrativos o legales.
Los
buenos sistemas exponen y combaten la corrupción electoral, y aseguran
integridad. La prioridad de la mayor parte de las agencias electorales es crear
un sistema electoral que imponga un sistema de pesos y contrapesos en las
actividades de administración electoral. El marco legal establece mecanismos de
protección de la integridad y define la estructura institucional que sustenta
la integridad electoral. Bajo el marco legal, la autoridad de cada rama y cada
posición, dentro de la administración electoral, puede ser delegada para
asegurar que los controles estén bien dispuestos y que el abuso del sistema sea
prevenido.
La supervisión del proceso electoral por parte de los partidos
políticos, los medios de comunicación, la ciudadanía y los observadores
nacionales e internacionales es un mecanismo muy importante para la protección
de la integridad. Como parte del mecanismo de pesos y contrapesos, la
vigilancia ayuda a detectar y prevenir problemas. Lo anterior asegura que los
actores del proceso electoral rindan cuentas, promuevan la transparencia,
establezcan la credibilidad en el proceso y garanticen el tratamiento de las
inconformidades apegado a derecho.
La
aplicación de las reglas de integridad es particularmente importante; ya que, sin
una aplicación efectiva, las mejores reglas y regulaciones son simplemente buenas
intenciones. Un marco legal y un buen procedimiento son cosas esenciales para
combatir la corrupción. Es necesario establecer mecanismos de aplicación para
que cualquiera que infrinja la legislación electoral sea detenido y procesado a
tiempo, objetiva y profesionalmente. La aplicación efectiva de la ley ayudará
no sólo a mantener la integridad del proceso, sino también a prevenir futuros
problemas.
La
promoción internacional del valor de las elecciones democráticas ha sido muy
exitosa. No obstante, a pesar de las numerosas medidas que hoy en día
garantizan elecciones libres y justas, aun hay casos de fraude electoral y
corrupción. La integridad electoral ha sido a menudo percibida como una preocupación
solo para países que están en transición hacia una democracia, pero las
practicas del registro del elector en los Estados Unidos en la víspera de las
elecciones presidenciales del año 2000 y el fraude en el voto vía correo
electrónico en Gran Bretaña en el 2005 crearon conciencia sobre los problemas
de integridad electoral, incluso, en democracias consolidadas.1 En teoría, la
integridad de cada etapa del proceso electoral puede estar amenazada; en
practica, existen soluciones viables y la integridad puede mantenerse. Para
reducir el riesgo de la práctica fraudulenta, es esencial para los tomadores de
decisiones y los administradores electorales tener en cuenta la importancia de
la integridad electoral cuando desarrollan un nuevo sistema o hacen cambios en
uno existente.2
En
suma, la integridad electoral requiere de:
- Una serie de estándares basados en principios democráticos,
generalmente aceptados;
- Un marco legal que imponga un sistema de pesos y contrapesos en la
estructura institucional;
- Mecanismos de protección firmemente afianzados, incluyendo la
supervisión de la elección por observadores independientes, la sociedad
civil, y los medios de comunicación libres;
- medidas de aplicación de la ley; y
- Una administración electoral justa, transparente y equitativa.
NOTAS
1 Birch, Sarah, “Explaining Confidence in the Conduct of Elections,” documento presentado a la Opinión Publica y a La Conferencia de los Partidos Políticos, Universidad de Essex, Reino Unido, Septiembre. 9-11, 2005.
2 Para una interesante discusión sobre el desarrollo histórico y la institucionalización de la integridad electoral en Australia, ver Hughes, Colin, “Institutionalising Electoral Integrity,” en Sawer, Marian, ejemplo., Elections Full, Free and Fair, Sydney: La federación de la prensa, 2001, p. 142 57.
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