Actualmente, asistencia electoral puede ser definida como
el apoyo legal, técnico y logístico proporcionado a las leyes, procesos e
instituciones electorales. Esto abarca un espectro extenso —desde el
establecimiento de un marco legal para la administración de elecciones, hasta
sistemas electorales y procesos de registro de votantes inclusivos, apoyo a las
instituciones responsables de administrar y ejecutar los procesos electorales,
pasando por la entrega de recursos financieros, materiales y equipamiento, y
asesoría de expertos, así como apoyo técnico y financiero a los grupos de la
sociedad civil comprometidos en tareas de educación cívica y educación al
votante, observación electoral y monitoreo de medios de comunicación;
incluyendo asistencia técnica a los partidos políticos.
Proveer este tipo de asistencia
implica encargarse de una serie de complejas y delicadas tareas de interacción
entre los organismos electorales, las organizaciones que brindan la asistencia,
agencias bilaterales y multilaterales dedicadas a la cooperación para el
desarrollo, gobiernos nacionales, organizaciones de la sociedad civil, partidos
políticos y empresas proveedoras de productos y servicios relacionados con las
elecciones. Para apreciar la sensibilidad de esta serie de relaciones, se
requieren desarrollar habilidades específicas que van más allá de la asistencia
técnica como tal.
En este contexto, por “Asistencia
Técnica Efectiva” nos referimos a todas las iniciativas y actividades dirigidas
a mejorar la calidad e impacto de la asistencia electoral brindada a las
instituciones electorales de los países socios. En este sentido, la asistencia
electoral es parte del desarrollo democrático de los países socios, de acuerdo
con los cinco principios básicos de “pertenencia, alineación,
armonización, gestión orientada a resultados y responsabilidad mutua” que
se establecen en la Declaración de París sobre la Eficacia de la Ayuda para el
Desarrollo (págs. 11 y 12).
Tal y como se definió anteriormente,
la asistencia electoral sigue siendo un ejercicio que apenas empieza a
desarrollarse, a pesar de que las actividades relativas al apoyo en aspectos
electorales han formado parte de las agendas de política exterior de
muchas democracias establecidas desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Es
hasta hace poco tiempo que la asistencia electoral ha sido reconocida como una
parte integrante de la asistencia para el desarrollo de la democracia
(“Organismos electorales como instituciones de gobernabilidad” [“Electoral
management bodies as institutions of governance”], Lopez Pintor 1999 y
“Asistencia
Electoral Internacional: Una revisión de las actividades de los
donantes y de las lecciones aprendidas”, Reilly 2003), aunque la literatura e
investigación académica sobre asistencia electoral, aún es reducida. Esto se
refleja en la limitada disponibilidad de documentos comparativos sobre
asistencia electoral en términos de antecedentes históricos, contenidos,
metodología y ángulos de acercamiento.
Fue hasta después de la Guerra Fría
que se dio un amplio reconocimiento a la importancia de apoyar el
establecimiento de instituciones gubernamentales funcionales y transparentes,
como un aspecto prioritario en la creación de democracias más estables,
pacíficas y económicamente sustentables. Lo anterior se presentó durante la
formación de nuevos países que se establecían tras la caída de regímenes
autoritarios, así como en aquellos que dejaron atrás un régimen militar; en
ellos, el apoyo a las instituciones y procesos relacionados con las elecciones
fue una parte importante de su desarrollo. A partir de entonces, ha existido
entusiasmo por parte de los Estados para proveer ayuda financiera para aspectos
electorales en muchos países de forma bilateral, aunque más frecuentemente
multilateral, haciendo importantes progresos en este tipo de actividades
democráticas.
Sin embargo, tras el entusiasmo
inicial causado por la llamada “tercera ola” de democratización, que inició a
mediados de la década de los setenta, pero avanzó más rápidamente en los
noventa, los problemas empezaron a surgir. Al estudiar las transiciones en
Europa del Este, Latinoamérica y África Subsahariana surgió en muchos casos una
destacada división entre el aparentemente exitoso suministro de asistencia
electoral y la falta de progreso por parte de los Estados asistidos en los
procesos de democratización. En muchos casos la transición de democracias
electorales a democracias parlamentarias nunca fue totalmente completada. Este
ensayo destaca cómo la falta de progreso en esta área puede ser atribuida a la
falla de las instancias dedicadas a la cooperación para entender de manera
total la
relación integral entre asistencia electoral (a diferencia de
asistencia en elecciones) y objetivos para el desarrollo democrático. De
hecho, se creía que el enfoque respecto de la asistencia democrática podría
trasladarse rápidamente hacia otras áreas del desarrollo democrático, tales
como el estado de derecho o el apoyo a programas parlamentarios tras la primera
ola de elecciones democráticas.
Los avances de la asistencia
electoral hacia el final milenio fueron resultado del reconocimiento por parte
de las muchas agencias dedicadas a la cooperación para el desarrollo alrededor
del mundo de conceptos como “efectividad”, “sostenible” y “desarrollo de
capacidades”[1],
si bien, frecuentemente, los funcionarios involucrados lucharon para
identificar métodos efectivos que pudieran convertir los conceptos antes
mencionados en políticas de instrumentación efectivas. Diversos funcionarios de
las agencias dedicadas a la cooperación para el desarrollo coinciden en que la
asistencia electoral genera cierta frustración dadas las presiones creadas
durante los cortos periodos de tiempo previos al día de la elección en
combinación con fuertes desembolsos, seguidos de la súbita pérdida de
interés por el desarrollo institucional en el periodo post-electoral de
los países recientemente asistidos.
Los programas de desarrollo
institucional a largo plazo en materia electoral en un principio
simplemente no fueron considerados, pues el enfoque se centraba únicamente en
el día de la elección, tal y como si fuera un evento. Típicamente, no había
disponibilidad de apoyo internacional para actividades prolongadas en la
materia y se estimaba que la asistencia de largo plazo era difícil de medir y
más fácil de influir por parte de factores externos o eventos imprevistos. En
contraste, la asistencia ad hoc de corto plazo resultaba sumamente
atractiva, pues los resultados (aunque mucho más modestos) eran fácilmente
perceptibles y cuantificables, muy vistosa políticamente hablando y fácilmente
justificable ante interesados nacionales e internacionales.
Desde hace tres años, algunos
actores clave en materia de asistencia para el desarrollo como la Comisión
Europea (CE), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) e
IDEA Internacional han emprendido acciones concretas dirigidas a contar con un
acercamiento más incluyente para la instrumentación práctica de asistencia en
proyectos relativos a temas electorales. El objetivo inmediato de estas
iniciativas es la intención de la CE y el PNUD de racionalizar sus
participaciones en proyectos de asistencia electoral y armonizarlos con
un enfoque dirigido a promover el desarrollo de la democracia. Los objetivos a
largo plazo que forman parte de estas iniciativas, a los que IDEA Internacional
se compromete particularmente, es provocar cambios definitivos en la forma en
que se concibe, diseña, identifica e instrumenta la asistencia electoral por
parte de las agencias de cooperación para el desarrollo y otros grupos que
brindan esta clase de apoyos. Dichos esfuerzos van acompañados del surgimiento
de una distinción metodológica y lingüística entre asistencia para las
elecciones y asistencia electoral. Esta diferenciación implica que
la primera es el proveer apoyo para el día en que se celebran las elecciones,
mientras que la última implica un enfoque integral e incluyente de asistencia a
largo plazo a los sistemas, procesos e instituciones electorales. En este
contexto, el desarrollo más notable ha sido el diseño de una nueva herramienta
de planeación y capacitación por parte de especialistas de la CE e IDEA
Internacional, que se ha denominado “el ciclo electoral”.
Este documento describirá algunas de
las nuevas actividades e iniciativas asumidas por las instituciones arriba
mencionadas, en un intento por hacer efectiva la asistencia electoral, así como
los esfuerzos por conceptualizar los lazos de unión entre la asistencia
electoral, el desarrollo democrático y la necesidad de desarrollar estructuras
políticas y de cultura democrática más incluyentes. Esta descripción seguirá al
breve repaso general de casi dos décadas de asistencia electoral y al análisis
sobre los retos y restricciones que surgieron en la materia hacia los últimos
años de la década de los noventa. El objetivo principal es demostrar con
ejemplos concretos que el desarrollo de la capacidad de una administración electoral de ser fuerte y
transparente es una forma fundamental e invaluable de invertir en el desarrollo
democrático a largo plazo en los países que reciben la asistencia y que las
contribuciones hechas a las elecciones como tales, si bien
son necesarias y políticamente atractivas, producirán resultados positivos
únicamente si se incluyen en un marco más amplio y más complejo de iniciativas
de asistencia democrática.
En este esfuerzo por promover el
concepto de una asistencia electoral impulsada por la solicitud de la misma y
que esté dirigida hacia la consolidación a largo plazo de procesos e
instituciones democráticos, se ha considerado el papel de la innovación
tecnológica como una herramienta poderosa aunque insuficiente para incrementar
la transparencia y la rendición de cuentas, así como la importancia crucial que
las herramientas de bajo costo pueden tener para el fortalecimiento institucional y el desarrollo profesional en los programas de asistencia electoral efectiva.
Siguiente: Breve historia de la asistencia electoral. Tres actores principales
[1]
Consulte las Notas prácticas del PNUD sobre Asistencia y Procesos Electorales
de 2001 y 2004 y la Comunicación 191/2000 de la Comisión Europea sobre las
misiones de apoyo y observación electoral aquí.