Por razones más que obvias es simplemente imposible pensar siquiera en la posibilidad de concebir un modelo ideal para el voto en el extranjero que garantice la efectiva inclusión de los trabajadores migrantes. No hay flujos migratorios laborales ni dispositivos para la emisión del voto en el extranjero de carácter estandarizado. En éste como en cualquier otro caso, el modelo más apropiado será aquel que se ajuste y responda a las condiciones y requerimientos específicos de cada contexto.
Sin embargo, esta premisa no excluye la posibilidad de identificar y examinar algunos enfoques y experiencias que puedan ser útiles al momento de diseñar un dispositivo que busque tomar en cuenta a un electorado en el extranjero conformado predominantemente por “trabajadores migrantes” y, consecuentemente, hacer frente a algunas de las complejidades que este desafío comporta. Para ello vamos a examinar muy brevemente las experiencias de un conjunto de países en cuyo patrón de migración internacional tiende a predominar el componente de carácter laboral y, por tanto, son potencialmente susceptibles de haber adoptado un dispositivo capaz de incorporar a los trabajadores migrantes. Aunque no existen parámetros convencionales para identificar claramente a los países con este perfil, hemos seleccionado, de entre los más de 100 países y territorios que actualmente cuentan con un dispositivo de voto en el extranjero, a un pequeño grupo de cuatro países que, de acuerdo con indicadores básicos en la materia, se caracterizan por una fuerte inmigración internacional de carácter predominantemente laboral: Filipinas, India, México y República Dominicana. Además, es conveniente resaltar que este manual incluye estudios de caso sobre tres de estos cuatro países (excepto India), en los que se pueden consultar datos adicionales.
No sólo se estima que el grueso de la población de estos países en edad de votar que reside en el extranjero está conformado por trabajadores migrantes (y sus familias), sino que además representaría un porcentaje importante sobre el número de los electores registrados dentro del país. A guisa de ejemplo y bajo el entendido de que no en todos los casos hay cifras o cálculos precisos, se estima que la población en edad de votar de la República Dominicana que reside fuera del país podría representar hasta 25 por ciento de los 5 millones de electores registrados en el país, o que la mexicana podría representar alrededor de 15 por ciento de los 75 millones de electores registrados a principios de 2008.
Ahora bien, para determinar en qué medida los dispositivos de voto en el extranjero de este grupo de países en lo particular son capaces de integrar a los trabajadores migrantes en el extranjero vamos a examinar y comparar tres de sus componentes básicos: 1) las personas que califican como electores en el extranjero, 2) los requisitos y procedimientos que se establecen para su registro y 3) el dispositivo que se utiliza para la emisión del voto. A la luz de los factores examinados en los apartados precedentes es posible afirmar que el grado de inclusividad de estos tres mecanismos puede dar cuenta de la capacidad de los dispositivos adoptados por estos países para abarcar e integrar efectivamente a los trabajadores migrantes en el extranjero, pero además para identificar y evaluar algunas de las complejidades y desafíos que puede enfrentar cualquier otro modelo que pretenda incorporarlos.
De entrada, el dispositivo adoptado por India descarta cualquier posibilidad de acceso de los trabajadores migrantes en el extranjero, ya que sólo pueden calificar como electores en el extranjero las personas que cumplen una función de carácter oficial. En Filipinas, México y República Dominicana no hay ninguna restricción de este tipo y, por tanto, al menos en principio apuntan a la inclusión de los trabajadores migrantes. Este grupo de tres países comparte además un par de rasgos que es muy importante destacar: la adopción de sus dispositivos de voto en el extranjero no sólo es muy reciente (en Filipinas y República Dominicana se aplicó por vez primera en 2004 y en México en 2006), sino que además esa adopción fue resultado, en buena medida, de la presión ejercida por grupos organizados de migrantes residentes en el extranjero.
Al centrar la mirada en los requisitos y procedimientos para el registro en estos tres países encontramos algunos filtros susceptibles de restringir la capacidad de acceso de los trabajadores migrantes, sobre todo de aquellos que se encuentren en situación migratoria irregular en los países anfitriones. Para los efectos que nos ocupan, las más ostensibles de estas barreras se dan en México y República Dominicana, en donde para poder registrarse como elector es indispensable que la persona interesada cuente con un documento de identificación que sólo puede obtener dentro de su país. Es decir, aunque la persona califique como elector, no se puede registrar a menos que cuente con un determinado documento de identificación oficial que sólo puede obtener dentro del territorio de su país de origen. Si carece de ese documento y no puede realizar un viaje a su país para obtenerlo dentro del plazo perentorio que suele fijarse para el registro (requisito que en algunas circunstancias puede ser insalvable), su posibilidad de votar en el extranjero queda cancelada.
No resultan menos importantes los procedimientos previstos para el registro y la emisión del voto, que con frecuencia están interrelacionados: el voto personal reduce las opciones de registro, en tanto que las modalidades de voto a distancia o mixtas las expanden. Aquí lo interesante es que los tres países examinados nos ilustran claramente los alcances de estas variantes. En República Dominicana no sólo se ha optado por una modalidad de voto personal, sino que además se ha decidido que sólo se aplique en algunas jurisdicciones de cinco países (Canadá, Estados Unidos, España, Puerto Rico y Venezuela) en donde se concentra el mayor volumen y concentración de migrantes. En este caso se puede hablar de un enfoque selectivo en cuanto a su cobertura geográfica pero que busca impactar en aquellos sitios en los que se ubica el mayor volumen de población migrante. Incluso bajo la premisa de que una buena parte de la población migrante, sobre todo cuando tiene carácter laboral, no reside o tiene facilidad para trasladarse al corazón de las grandes urbes, las autoridades encargadas realizaron operativos móviles en las zonas suburbanas o aledañas de las ciudades seleccionadas en esos cinco países para promover el registro
En México, para la primera experiencia de voto en el extranjero en las elecciones presidenciales de 2006 se optó por una modalidad de voto postal que, a pesar de no tener precedente en el país, al menos en principio expandía las posibilidades de cobertura y acceso a todos los electores potenciales independientemente de su lugar de ubicación o residencia. Sin embargo, como ya se ha dicho, el hecho de que para el registro se exigiera un documento de identificación oficial que sólo puede ser obtenido de manera personal y dentro del país, tendía claramente a limitar esa cobertura potencial y, por tanto, a excluir a un buen número de posibles electores. En este sentido, los índices de registro y participación para la primera votación en el extranjero resultan más que elocuentes (ver estudio de caso).
Filipinas optó por un procedimiento combinado. Primero ab rió centros de registro en todos los países en los que cuenta con una representación diplomática o consular y en algunos casos realizó operativos móviles para promover y facilitar la inscripción de los interesados. Después aplicó como regla general la modalidad del voto personal en esos mismos recintos, pero ab rió la posibilidad de que los electores residentes en algunos países con un servicio postal muy eficiente pudieran votar por correo. Bajo esta perspectiva, pero también de acuerdo con los indicadores disponibles sobre los niveles de registro de electores en el extranjero de estos países (ver los respectivos estudios de caso), el de Filipinas reúne sin duda los componentes más apropiados para ajustarse a las características de un electorado en el extranjero conformado predominantemente por trabajadores migrantes.