Actualmente se considera que la observación que hacen las organizaciones internacionales y en particular las OIG, no es conveniente para todas las elecciones, máxime cuando se realizan en condiciones tales que es posible inferir las principales conclusiones de la observación desde el inicio. Esto puede suceder si las condiciones para ser candidato son tan exclusivas que gran parte de la oposición queda eliminada antes de comenzar la elección; la parte restante del proceso electoral tendrá poca importancia, tal como sucedió en las elecciones presidenciales de Irán en 2005. Irán también es ejemplo de cómo los organismos elegidos popularmente pueden ser eclipsados por el poder de un grupo no electo, como fue el denominado Consejo de Guardianes. Casos como éste demuestran que si se realizara un ejercicio de observación internacional, en ocasiones se tendría que dar el visto bueno a resultados de una elección bien organizada cuyos resultados no favorecen una democracia pluripartidista.
Sin embargo, aun cuando las condiciones de una elección fueran tales que la evaluación del marco legal concluyera que no se pueden nivelar las reglas del juego, se podría organizar la observación para demostrar a la sociedad civil que se pone atención en las elecciones y también para probar que se tiene el objetivo alargo plazo de desarrollar elecciones justas. Por eso se ha considerado benéfico el observar las elecciones de Belarús, Pakistán y Zimbabwe, aunque desde el inicio queda claro que las condiciones distan de ser las ideales.