La
información demográfica es esencial para el proceso de redistritación. La
redistritación opera combinando unidades de población geográficamente aislada,
en series diseñadas para producir distritos con una población relativamente igual.
La información demográfica puede referirse al conteo total de la población
basado en un censo o a los datos del registro de electores; por lo tanto las
unidades demográficas geográficas deberán reflejar la geografía del censo o la de
la elección (en estricto sentido estas unidades geográficas son las mismas).
El Uso de la Información del Censo
En
Estados Unidos, la distribución de la Cámara de Representantes y el rediseño de
los distritos electorales para el Congreso siempre han estado basados en el censo
del total de la población. El número de asientos al cual cada estado tiene
derecho en el Congreso depende del relativo tamaño de la población estatal de
acuerdo con el censo. La Constitución de EE.UU. establece que la Oficina del
Censo lleve a cabo un recuento de toda la población cada diez años. Por lo
tanto, el censo nacional se realiza el 1o. de abril del primer año de cada
década (por ejemplo, 1980, 1990 y 2000) y la oficina debe reportar los
resultados al presidente de la Nación el 31 de diciembre de ese mismo año.
Desde 1975, también se pidió a este organismo enviar información específica de
la población, para propósitos de redistritación, a cada gobernador estatal dentro
del año siguiente a la realización del censo.
La información producida por la Oficina del Censo es
remitida como PL 94-171 (abreviatura de Ley Pública 94-171). Esto incluye el conteo
poblacional para los diferentes niveles geográficos —por ejemplo, unidades tan
grandes como los condados, y unidades tan pequeñas como los bloques (usualmente
el equivalente a una cuadra o “manzana”).
Aunque
la Oficina del Censo reúne información sobre muchas de las características de
la población, solamente algunas son incluidas en los archivos enviados a los
estados para la redistritación. Entre los elementos incluidos están: la población
total, la edad de los votantes, y los sub totales de la población de origen
hispano y de los cinco grupos raciales más grandes: blancos, negros, asiáticos
y de las islas del pacífico, indígenas americanos, esquimales y Aleut; y “otras”
razas. La información demográfica por raza y etnicidad hispana es necesaria para
asegurar que las comunidades en las cuales estos grupos minoritarios predominan,
no sean divididas por límites distritales electorales. (Un ejemplo de la información demográfica PL 94-171 por ciudades puede encontrarse en Datos del Censo de población para la redistritación electoral –en inglés–.)
Debido
a que los niños y los no-ciudadanos norteamericanos son contabilizados en el
censo de Estados Unidos, la base demográfica para redistritación incluye muchas
personas no autorizadas para votar. En Reino Unido y en muchos otros países,
especialmente aquellos con un registro de votantes obligatorio, la
redistritación se basa en el número de electores autorizados en lugar del total
de la población. El empleo de este sistema automáticamente elimina a niños y no
ciudadanos del cálculo. El hecho de que esta práctica tenga sentido o no desde
la perspectiva de la teoría democrática representativa, resulta debatible.
El uso
de la información demográfica del censo como base para la redistritación
presenta algunos problemas, como:
- que los datos puedan ser
inexactos;
- los datos puedan estar
obsoletos;
- la igualdad de población
no produzca necesariamente igualdad electoral.
Inexactitud
de los datos del censo
La Oficina
del Censo de Estados Unidos estima que en 1990 la población fue subcontada en un
1,6%. Si ciertos grupos raciales o étnicos son subcontados en un porcentaje más
elevado que otros grupos, tanto la designación de escaños como el rediseño de
los distritos electorales pueden resultar afectados. Por ejemplo, en 1990 la
población de origen africano fue subcontada en un porcentaje más alto
(aproximadamente 5%) que la población en general. Y en este caso, si un estado
es subcontado de manera desproporcionada por tener una extensa población negra,
podría perder un asiento en la próxima legislatura.
En 2011, Canadá adoptó el uso de estimaciones de población del censo para la asignación inicial de asientos a una provincia. El ministerio responsable de introducir la legislación señaló: “Para determinar la población actual de las provincias, estamos utilizados estimaciones de población. Son los mismos números, las mismas estimaciones de población, que son utilizadas por el programa federal-provincial de ecualización de pagos, los mismos números que son utilizados para los presupuestos en materia de salud y los mismos números utilizados para los programas sociales en Canadá. Así que ésta es la mejor información disponible para las cifras de población de las propias provincias”. Las estimaciones corrigen la falta de cobertura del censo y proporcionan una representación más precisa de la población provincial total.
Datos obsoletos del censo
Aún si
la información es exacta al tiempo en que se efectúa el conteo, ésta puede volverse
obsoleta rápidamente debido a la fluctuación de las cifras. El uso de la
información demográfica para redistritar puede discriminar localidades que
estén experimentando un aumento de población, tales como las áreas suburbanas
en los Estados Unidos. Con el tiempo, la gente en estos distritos suburbanos
llega a ser subrepresentada en comparación con los distritos rurales o urbanos.
Datos que podrían producir desigualdad electoral
Aún si
todos los distritos fuesen trazados de tal manera que tuvieran exactamente la
misma población, el número de electores por distrito no necesariamente sería
igual porque la proporción de los no votantes entre la población –aquellos, no
ciudadanos, los demasiado jóvenes para votar, e inclusive los electores
inscritos que optan por no emitir su voto– no es uniforme. En Estados Unidos,
por ejemplo, un distrito con gran población latina es más factible que tenga
más niños y no-ciudadanos que un distrito con pocos latinos. Por esta razón, el
día de la elección, el número de votantes
será probablemente más bajo en los distritos fuertemente latinos que en otros.
El Uso de los Datos del Registro
Estos
mismos problemas afectan el uso de los datos del registro como base de
redistritación, aunque no en el mismo grado. Y a menos que el sistema de registro
sea muy exacto, el conteo del registro podría ser incorrecto. Por ejemplo, las
listas de registro podrían resultar sobrestimadas debido a que no se eliminan a
las personas fallecidas o a las que se han mudado del distrito; por tanto, estas
listas podrían estar perdiendo potenciales electores si no se actualizaran constantemente.
Y a menos que el voto sea obligatorio, algunos electores inscritos podrían hacer
caso omiso de éste, lo cual haría que el número de electores sea desigual en
los distritos. Después de cierto período de tiempo, los cambios poblacionales originarán
distritos con un tamaño desigual, no obstante si es empleado el cálculo de la población
o el del registro.
Australia
ha adoptado una solución única para el problema del cambio eventual de
población. Los distritos electorales federales son rediseñados empleando los
datos del registro, o la inscripción – aunque no los datos en curso. En su
lugar, los distritos se vuelven a trazar con base en las proyecciones de que el
registro de cada localidad quizá ocurra en tres años y medio, es decir a la
mitad del periodo de redistritación. (Para más información sobre el uso de
proyecciones poblacionales, ver el estudio de caso de la versión 1.0 de ACE sobre Australia).
Conclusiones
La opción
de usar los datos del censo o los del registro de electores, puede estar regida
por inquietudes teóricas o prácticas. Por ejemplo, los datos pertenecientes al registro
pudieran simplemente no estar disponibles o ser los adecuados para fines de la
redistritación. En el caso de Estados Unidos, son necesarios los datos étnicos para
asegurar que las comunidades minoritarias no sean divididas en varios
distritos, pero estos no están usualmente disponibles en los registros
electorales. Por otro lado, los registros pueden proveer un mejor cálculo de la
población actual cuando no hay una lista general disponible, actualizada, o exacta.
La
redistritación basada en la información del registro, posiblemente generará
distritos que sean más equitativos con respeto al número de votantes comprendidos
en ellos. Pero, ¿son los electores las únicas personas que merecen
representación? Desde el punto de vista de la teoría democrática, un argumento podría
ser que todas las personas, y no sólo los electores, deberían estar
representados. Si una definición más amplia de "representación" es
adoptada -- una que vea a los representantes como portavoces de todos sus ciudadanos,
y a los votantes igual que los no-votantes – entonces la justificación del uso
del total de la población es que ésta provoca igualdad de representación del
distrito en un sentido más extenso.1
1 Esta discusión se deriva, en gran medida, del artículo escrito por Carlton Henry, titulado "El impacto de la nueva tecnología y de los nuevos datos censales en la redistritación de los ‘90s [The Impact of New Technology and New Census Data on Redistricting in the 1990s"], en Redistritación en los ‘90s: una guía para los grupos minoritarios [Redistricting in the 1990s: A Guide for Minority Groups], ed. William O'Hare (Population Reference Bureau, Inc., 1989) pp. 67-74