La delimitación de distritos electorales es un fenómeno bastante
reciente. Antes del siglo XIX, la composición de las legislaturas reflejaba la
visión de que los distintos grupos de la sociedad (ej. el clero y la nobleza) eran
los que debían estar representados y no los ciudadanos. Esta visión sobre la
representación dio paso a las legislaturas basadas en subdivisiones que variaban
significativamente con respecto al tamaño de la población a ser representada.
En la última parte del siglo XVIII, y durante el siglo XIX, los
ciudadanos comenzaron a demandar una ampliación de privilegios. Estas demandas estaban
acompañadas por la creencia de que una representación “justa” implicaba un ajuste
de población por cada representante. La reacción a esta búsqueda de igualación
de la representación fue modificar el número de legisladores electos de un
territorio o subdividir territorios en distritos electorales de mayor equidad
poblacional. Las colonias inglesas, que más tarde se convertirían en Estados
Unidos, adoptaron primero los distritos uninominales para la elección de
legisladores. Durante el siglo XIX, muchos países europeos gradualmente
siguieron el ejemplo y adoptaron este tipo de distritos.
La tendencia hacia los distritos uninominales en Europa, menguó con el
advenimiento de la representación proporcional a finales del siglo XIX. Debido
a que los distritos plurinominales son generalmente empleados en los sistemas
de representación proporcional, los países que adoptaron estos sistemas ya no
necesitaron configurar distritos. En su lugar, se consiguió la igualdad de la
población al modificar el número de legisladores de un territorio. El uso de
divisiones administrativas tales como estados, provincias o condados como
distritos plurinominales también proporcionaron un beneficio extra de la
representación comunitaria.
La institución de los distritos uninominales fue conservada en otros
países, bajo la creencia de que los diversos beneficios provienen de su uso.
Estos beneficios incluyen:
-
una
fuerte conexión geográfica entre los distritos y sus representantes;
-
la capacidad
de los distritos de tener representantes responsables y;
-
la
tendencia de un sistema electoral a emplear distritos unipersonales para
producir gobernantes de partido fuerte, y, por consecuencia, un sistema
político estable.
Una desventaja importante en el uso de un distrito uninominal es que los
límites de los distritos deben ser ajustados periódicamente para mantener a la
población con un tamaño relativamente igual. Por supuesto, en algunos países,
los distritos plurinominales deben ser redibujados. No sólo el proceso de delimitación
es costoso y de gran consumo de tiempo, sino también existe la posibilidad que el trazado de los nuevos
límites pueda favorecer, intencionalmente o no, un interés particular o un
partido político sobre los de otro.
En algunos países, los distritos plurinominales son también
reconfigurados. Cual sea la manera en que se tracen los distritos electorales,
ya sean uninominales o plurinominales, y ya sea que sigan los límites
administrativos existentes o no, estos pueden influenciar la naturaleza de la
representación de los legisladores. Esta sección examina varios tipos de
sistemas que delimitan los distritos electorales (ver Sistemas
Electorales que Delimitan Distritos Electorales). También contempla
alternativas para la distritación electoral, tales como la magnitud y el hecho
de que los límites estén alineados o no con los límites administrativos
pre-existentes (ver Alternativas de
Distritación).