En 1997 Tailandia adoptó una nueva Constitución
que trajo consigo dramáticos cambios en su panorama político y electoral. Las
reformas comprendieron la creación de una comisión electoral autónoma para
administrar y supervisar las elecciones, nuevas normas para regular la relación
entre los miembros del Parlamento y el gabinete, y la integración del primer
Senado por elección popular en la historia del país. La Constitución también
reemplazó el sistema electoral de voto en bloque (VB), que se había usado
durante casi toda la historia electoral de Tailandia, por un sistema paralelo
conformado por un componente de mayoría simple en distritos unipersonales y
otro de listas de representación proporcional.
Antes de las reformas de 1997 Tailandia
utilizaba el sistema de VB para elegir a los miembros de la Cámara de
Representantes. Todos los miembros del Senado eran designados, no elegidos
popularmente. Los distritos electorales se dividían entre las provincias de
acuerdo con su volumen de población y su magnitud era muy reducida: se
disputaban entre uno y tres escaños por distrito. Los electores votaban más por
candidatos que por partidos y disponían de un número de votos equivalente al de
los escaños en disputa en su respectivo distrito. No podían emitir todos sus
votos por un solo candidato, pero sí podían dividirlos entre los candidatos de
distintos partidos. Podían, incluso, abstenerse de emitir la totalidad de los
votos con que contaban. A los partidos se les exigía presentar una lista
completa de candidatos para cada distrito en el que desearan contender (por
ejemplo, tres candidatos en un distrito con tres escaños en disputa). Los
escaños se otorgaban a los candidatos que obtuvieran el mayor número de votos,
bajo el principio de mayoría simple.
El sistema de VB en Tailandia tuvo al menos dos
implicaciones importantes para el sistema de partidos. Primera, la existencia
de distritos pluripersonales había tendido a la proliferación de múltiples
partidos en cada distrito, lo que a su vez contribuyó a la presencia de un gran
número de partidos en la Cámara. Entre 1975 y 1996, el promedio efectivo de
partidos nacionales fue de más de seis. Sobre esta base, no es de sorprender
que ningún partido haya obtenido jamás la mayoría absoluta de los escaños,
tornando necesaria la creación de grandes coaliciones para formar un gobierno.
Como regla general, los gobiernos de coalición fueron poco efectivos y de poca
duración. Los reformadores esperaban que cambiando el sistema electoral se
produjera una reducción tanto del número de partidos como de la inactividad e
inestabilidad de los gobiernos.
Segunda, el sistema propiciaba que se
enfrentaran candidatos del mismo partido en un solo distrito. Aunque cada
partido postulaba un grupo de candidatos, éstos a menudo se enfrentaban entre
sí en las campañas en lugar de tratar de conseguir que los electores apoyaran
con sus votos a todo su grupo. Esta competencia intrapartidista minó la
adhesión y lealtad partidista de candidatos y electores y contribuyó a la
división y falta de cohesión al interior de los partidos. Un reflejo de ello
fueron los desenfrenados cambios de un partido a otro que se registraban antes
de cada elección, con las consecuentes acusaciones de que había dinero
implicado en esos cambios. La competencia intrapartidista, la debilidad de las
siglas partidistas y el tamaño relativamente reducido de la magnitud de los
distritos electorales fueron factores que alentaron a los políticos a cultivar
y responder a los intereses de pequeños grupos de electores. Durante el periodo
de campaña, la compra de votos ayudó a los candidatos a construir plataformas
de apoyo personales. Una vez que accedían al cargo, los políticos se
preocupaban por proveer bienes y servicios a sus electores sobre una base
personalista, descuidando con frecuencia aspectos relacionados con programas o
políticas más amplias y, por consiguiente, la coherencia y consistencia de la
política de gobierno. Los diseñadores de la Constitución de 1997 esperaban que
a través de la reforma electoral se pudiera fomentar la cohesión y lealtad a
las siglas partidistas, así como reforzar los incentivos para que los
candidatos y los políticos respondieran a las demandas de un electorado mucho
más amplio.
En respuesta a las reiteradas demandas de la
sociedad civil en el sentido de realizar una reforma política, la Cámara de
Representantes creó en 1996 una Asamblea Constituyente (AC). Un año más tarde,
después de una amplia consulta popular y en medio de una severa crisis
económica que rápidamente se convirtió en una crisis política, la Asamblea
Constituyente presentó y la Cámara aprobó una nueva Constitución. Las piedras
angulares de esta nueva Constitución fueron un Senado elegido popularmente y un
renovado sistema para elegir a los integrantes de la Cámara de Representantes.
El sistema de Voto en bloque para integrar la Cámara fue suprimido. Siguiendo
una tendencia creciente, los diseñadores de la Constitución introdujeron un
sistema paralelo. Los distritos pluripersonales fueron sustituidos por 400
distritos unipersonales. La Constitución de 1997 también estableció un segundo
nivel de representación conformado por 100 escaños elegidos por RP en un solo
distrito nacional. Un partido debe alcanzar al menos un umbral de 5% de los
votos emitidos por las listas a nivel nacional para poder acceder a la
distribución de estos 100 escaños de RP. A cada partido se le pide presentar
una lista de candidatos y los electores disponen de dos votos, uno para votar
por su representante de distrito y otro para votar por una lista partidista
nacional. Los candidatos tienen que optar entre contender en un distrito
uninominal o formar parte de la lista nacional de su partido. No están
vinculados los dos niveles de representación: los escaños de RP que le
corresponden a un partido no dependen de ninguna forma de los escaños de
mayoría que haya obtenido.
La Constitución de 1997 también consagró la
elección de los miembros del Senado, por vez primera en la historia del país.
Se eligen 200 senadores mediante el sistema de voto único no transferible
(VUNT). Los distritos electorales comprenden desde uno hasta 18 escaños, es
decir, son de distinta magnitud. El sistema de VUNT que se adoptó contiene una
variante importante. La Asamblea Constituyente quiso crear un Senado que
estuviera por encima de las caóticas disputas partidistas. Como resultado, la
Constitución prohibe que los senadores pertenezcan a un partido político y no
les permite llevar a cabo actividades de campaña para ser elegidos.
¿Cuáles fueron los resultados de esa reforma
constitucional? Como se mencionó anteriormente, uno de los objetivos
primordiales fue reducir el número de partidos —lo que explica el cambio a
distritos uninominales y el umbral de 5% para la lista partidista a nivel
nacional. Parece ser que este objetivo ha sido alcanzado en buena medida. En la
elección para la Cámara de Representantes de 2001, el número efectivo de
partidos en la legislatura disminuyó dramáticamente de un promedio de 6.2 antes
de 1997 a uno de 3.1, lo que reflejó tanto la disminución del número de
partidos que contendió en cada distrito uninominal como una mayor coordinación
de los partidos entre los distritos. Por primera vez desde 1957 un solo
partido, el recién formado Thai Rak Thai, casi logró la mayoría absoluta de los
escaños. Poco después la consiguió cuando un pequeño partido se desmembró y sus
representantes se adhirieron a sus filas.
Los diseñadores de la nueva Constitución también
esperaban que con la adición de una lista de partido a nivel nacional y la
eliminación de las causas para la competencia intra partidista se pudiera
alentar tanto a los candidatos como a los electores a concentrarse más en las
políticas partidistas que tuvieran que ver con asuntos de interés nacional. En
efecto, esto empezó a ocurrir en las elecciones de 2001. Por primera vez en la
historia electoral contemporánea de Tailandia, los partidos políticos,
dirigidos por el Partido Thai Rak Thai, desplegaron un esfuerzo significativo
para desarrollar estrategias electorales centradas en los programas
partidistas. Los partidos empezaron a diferenciarse entre sí en términos de sus
plataformas políticas y, en algunos casos, presentaron estas diferencias como
elementos fundamentales de sus campañas políticas.
Sin embargo, existen algunas razones para
evaluar con cautela los cambios que han surgido en el sistema de partidos de
Tailandia. En primer lugar, el cambio hacia estrategias centradas en los
partidos se ha circunscrito a las campañas para los escaños de listas de
partido a nivel nacional, ya que las contiendas en los 400 distritos
uninominales siguen concentradas en asuntos relacionados con los candidatos.
Por supuesto, esto no constituye ninguna sorpresa dado el sistema electoral
utilizado: los distritos uninominales continúan generando incentivos para
cultivar redes de apoyo personal (aunque parecen ser menor que bajo el sistema
de voto en bloque); segundo, el nuevo sistema electoral ha provocado una dramática
reducción en el promedio de votos necesarios para obtener un escaño. Esto es
resultado del efecto combinado que se produce cuando se agregan más escaños a
la legislatura y se cambia el sistema de voto en bloque por uno basado en
distritos uninominales. Todo esto debilita los incentivos para abandonar las
estrategias personales: entre más pequeño sea el número de votos necesario para
resultar elegido, más probable es la utilización de estrategias personales por
parte de los candidatos. Finalmente, la presencia de un Senado apartidista,
elegido bajo un sistema de VUNT, mina en cierta forma el intento por crear un
electorado más enfocado en las alternativas partidistas.
Obviamente, cualquier análisis de las
consecuencias de las reformas de 1997 debe tomarse aún con reservas hasta que
no se haya realizado un mayor número de elecciones bajo las nuevas reglas. Con
la limitada información disponible hasta ahora, no es posible determinar si los
resultados de las elecciones de 2001 y 2005 representan una nueva tendencia o
sólo son un reflejo de la “excepcional” personalidad del Primer Ministro
Thaksin Shinawatra, líder de Thai Rak Thai; sin embargo, las elecciones de los
integrantes de la Cámara de 2001 y de 2005 ya caracterizan a Tailandia como un
estudio de caso muy interesante por las consecuencias (algunas veces no
intencionadas) de la reforma del sistema electoral.