Una vez que se ha tomado una decisión sobre los objetivos importantes que
se busca alcanzar —y los problemas que se quieren evitar— hay una serie de variables
y elementos que se deben considerar durante el proceso de diseño de los sistemas electorales para lograr esos objetivos. Entre éstas se
encuentran:
- las familias y tipos de sistemas electorales,
- la magnitud de los distritos,
- el papel que se les quiere conceder a los partidos y a los candidatos,
- el formato de la papeleta de votación,
- el procedimiento para delimitar los distritos electorales,
- los mecanismos para el registro de los electores,
- la sincronización de las elecciones, y
- las cuotas o los umbrales.
Estas variables funcionarán de manera distinta dependiendo de sus combinaciones. Su uso puede depender del nivel de información que se encuentre disponible dentro de una sociedad, por ejemplo, la magnitud, diversidad y distribución de la población. Sus efectos también dependerán de otros componentes del marco institucional, como la existencia de un sistema presidencial o uno parlamentario, los requisitos para el registro y funcionamiento de los partidos políticos y el papel de los instrumentos de democracia directa: referéndum, iniciativa ciudadana y revocación de mandato. Vale la pena insistir una vez más que nunca existe una sola solución “correcta” que pueda ser aplicada en el vacío.