La decisión sobre delimitar o no los distritos y, en su caso, mediante cuál método, depende en gran medida de las normas políticas y sociales imperantes en el país. .
¿Deben delimitarse los distritos?
La delimitación de distritos uninominales tiene muchas ventajas. Las tres más citadas son: sencillez, estabilidad y fortaleza de los vínculos entre los representantes elegidos y sus electores. Cada una de estas ventajas puede ser importante dependiendo del contexto social y político en el cual se configuran los distritos.
Las elecciones celebradas en distritos uninominales tienden a ser muy fáciles de entender para los electores, especialmente en conjunto con las reglas de votación por pluralidad y mayoría. La sencillez puede representar una ventaja significativa en países con altos índices de analfabetismo.
Los distritos uninominales promueven la estabilidad al facilitar la formación de gobiernos fuertes de un solo partido. Esto es así porque los distritos uninominales tienden a producir resultados electorales en los cuales el partido que logra la mayoría de votos se encuentra sobre-representado. Esto puede ser una ventaja importante en países que tienen una razón para temer o han experimentado de manera reciente, una proliferación de pequeños partidos extremistas o de coaliciones de gobierno que han fracasado frecuentemente.
Los distritos uninominales le brindan a los electores una fuerte representación de sus intereses. Los electores cuentan con un solo representante de distrito fácilmente identificable, a quien pueden recurrir para que sirva a sus intereses. También tienen un solo representante del distrito a quien pueden responsabilizar para que proteja los intereses del electorado. Esto puede tener un efecto positivo en las percepciones de los electores sobre la eficacia de la política, lo que puede a su vez incrementar los niveles de votación. La eficacia política y los índices de participación en las elecciones son dos ingredientes muy importantes para la legitimidad de un sistema, lo cual puede ser muy importante para las nuevas democracias emergentes.
Sin embargo, los distritos uninominales tienen una desventaja muy seria. Tienden a sobre-representar al partido político mayoritario a costa de los otros partidos políticos. Los países que delimitan distritos uninominales deben esperar y tener la capacidad de aceptar resultados desproporcionales. Aunque es posible concebir un proceso de configuración de los distritos justo e independiente, no es posible garantizar un resultado sin sesgos con distritos uninominales, a menos que se haya previsto una segunda votación, de carácter partidista (como es el caso de los sistemas electorales mixtos).
Puede ser difícil que se acepten resultados desproporcionales en un país con muchos partidos políticos que representan una amplia gama o variedad de intereses. Los resultados virtualmente serán imposibles de aceptar si existen profundas divisiones en la sociedad . Por ejemplo, si existe una minoría étnica, racial o religiosa numerosa y con cierta cohesión politíca a la que se le haya negado sistemáticamente lo que considera una representación justa, las elecciones pueden dar origen a conflictos y, aún más, a violencia e inestabilidad.
¿Se puede reformar el proceso de redistritación?
Una vez que se ha tomado la decisión de configurar distritos, se debe establecer un procedimiento para su realización. Tradicionalmente, las legislaturas han sido responsables de trazar sus propios distritos. No fueron inusuales los abusos electorales tales como la desproporción de los distritos (distritos que varían sustancialmente en población) o distritos configurados bajo la fórmula del "gerrymandering" (distritos intencionalmente configurados para dar ventajas a un partido político en perjuicio de otros). Estos abusos conducen a numerosos países a adoptar reformas diseñadas para excluir a la política de los procesos de redistritación. En estos países, son comisiones independientes las que trazan los distritos electorales, siguiendo una serie de criterios neutrales. El público es alentado a participar a través de un proceso de consulta. Al parlamento sólo se concede un papel limitado en el proceso, aunque a veces no se le concede ninguno.
Estas reformas han sido adoptadas por muchos países de la Comunidad Británica, donde parecen haber sido totalmente exitosas. La redistritación es rara vez vista como "partidista", aún cuando los resultados de una elección favorezcan a un partido a costa de otros. A pesar de su éxito en los países que las han adoptado, las reformas al proceso de redistritación no han sido seguidas en todas partes. Por ejemplo, las legislaturas todavía trazan los distritos para el Congreso en la mayoría de los estados federados de Estados Unidos.
En los Estados Unidos, el sistema e instituciones políticas fueron diseñados sobre la premisa de Madison de la competencia de facciones o intereses. El pluralismo continúa floreciendo. Con un sistema legislativo descentralizado y partidos políticos frágiles, los intereses específicos y provinciales a menudo prevalecen en la legislatura. Los norteamericanos tienden a ser cínicos, creyendo que los política y la persecución de sus propios intereses son inevitables. Es probable que no se aprueben reformas al proceso de redistritación en un futuro cercano, porque muchos norteamericanos creen que es imposible separar la política del proceso de redistritación, como lo es el pretender separar la política del proceso legislativo en general.
Solamente algunos países, que son menos pluralistas, más ideologizados políticamente y más sensibles a las demandas públicas han aceptado que la política pueda ser removida del proceso de distritación. Además, se requieren organizaciones políticas fuertes y autoridades legislativas centralizadas para imponer sanciones contra aquellos legisladores que traten de influir en el proceso de configuración de distritos. Si bien estas condiciones parecen estar presentes en la mayoría de los países de la Comunidad Británica, no lo están en todos lados.
Conclusión
Sólo la creación de comisiones independientes y criterios neutrales para la configuración de los distritos puede impedir que intereses partidistas controlen el proceso. Poco es lo que pueden hacer estas reformas para prevenir resultados electorales muy desproporcionales en términos de la relación votos-escaños. Si la imparcialidad política es determinada por los resultados y no por el proceso-- y específicamente por un resultado proporcional para los partidos políticos y/o los grupos minoritarios--, entonces los sistemas con distritos uninominales reprobarían con frecuencia el examen de imparcialidad, sin importar quien delimite los distritos.
Los países que valoran la proporcionalidad por encima de todo lo demás --tal vez porque necesitan asegurar una representación equitativa entre grupos profundamente divididos dentro de la sociedad--, son sabios al elegir alguna forma de representación proporcional, la cual puede o no incluir distritos uninominales. Sin embargo, si es más importante la estabilidad en forma de un gobierno fuerte y de un solo partido, la delimitación de distritos uninominales es una buena opción.