El proceso a través del cual se moldea o modifica un sistema electoral tiene un gran impacto en el tipo de sistema que finalmente resulta, en su
adecuación a la situación política y en el grado de legitimidad y apoyo popular del que finalmente disfrutará.
No es usual que los sistemas electorales sean diseñados en un tablero en blanco donde no existen precedentes, incluso los esfuerzos invertidos en su
momento para el diseño de un sistema en Afganistán e Irak contaron con precedentes históricos de competencia multipartidista en los cuales basarse (aunque distantes en el tiempo y poco susceptibles de indicar lo que podía funcionar en el futuro). Ejemplos más recientes son los de países como Fiji, la República Democrática del Congo y Madagascar,
que han transitado de procesos muy complejos, como golpes de estado, al establecimiento de sistemas e instituciones electorales, que de igual manera
tomaron en cuenta ciertos referentes utilizados con anterioridad.
Algunas de las cuestiones clave en el diseño de un sistema electoral o en la modificación de uno ya existente son:
- ¿Quién lo diseña? es decir, ¿quién pone en la agenda política la idea de cambiar el sistema electoral y quién tiene la responsabilidad de delinear la propuesta para modificar o sustituir el sistema y mediante qué procedimiento?,
- ¿Cuáles son los mecanismos establecidos dentro del marco político y legal para llevar a cabo las reformas?,
- ¿Qué procesos de análisis y diálogo son necesarios para garantizar que el nuevo sistema o los cambios propuestos sean aceptados como legítimos? Una vez que los cambios han sido decididos ¿cómo se van a poner en práctica?