Algunos sistemas electorales fomentan el desarrollo de los partidos
políticos más que otros. Asimismo, el sistema electoral tiene influencia
significativa sobre el tipo de sistema de partidos que se desarrolla.
El sistema de mayoría simple, que es el ejemplo prototípico de los
sistemas de mayoría, sitúa generalmente a los electores de un distrito ante una
clara alternativa entre dos partidos, uno orientado a la izquierda y otro a la
derecha, que se pueden alternar en el poder. Esto se puede explicar por las
desventajas inherentes que representa a los partidos pequeños este sistema.
Típicamente el sistema de mayoría simple da luz a un partido en el gobierno y a
un partido opositor bien estructurado. Este sistema concede ventaja a los
partidos de una amplia base política que tratan de abarcar varios segmentos de
la sociedad y, por tanto, desalienta a los partidos extremistas y aquellos que
se enfocan en temas muy específicos. Por otra parte, el sistema de mayoría
simple no ofrece garantía de representación a los partidos pequeños y a las
minorías.
Por otra parte, los sistemas de representación proporcional alientan la
formación de varios partidos políticos que generalmente reflejan las
diferencias políticas e ideológicas presentes en la sociedad. Asimismo, los
partidos pequeños pueden obtener representación con mayor facilidad. Bajo
ciertas circunstancias, los sistemas de representación proporcional pueden
generar continuidad y estabilidad en las funciones de gobierno y en la toma de
decisiones sobre políticas públicas. No obstante, también se argumenta que el
gran número de partidos políticos que puede originar un sistema de
representación proporcional puede provocar, en el peor de los casos, un efecto
desestabilizador del sistema político en su conjunto.
Por ejemplo, en un sistema extremadamente pluralista, la necesidad de
formar gobiernos de coalición obliga en ocasiones a los partidos políticos a
cooperar con pequeños partidos extremistas a fin de lograr la mayoría. Los
sistemas de representación proporcional también pueden abrir paso a partidos
extremistas, porque al igual que los partidos pequeños, pueden disfrutar de una
cantidad desproporcionada de poder en el momento en que los grandes partidos
requieren de su apoyo y sus escaños para formar gobierno.
Otros efectos de los distintos tipos de sistema electoral que pueden
tener en los partidos y en los sistemas de partidos en las sociedades
democráticas, se pueden resumir en los siguientes términos:
- Es probable que los sistemas políticos altamente centralizados que
utilizan listas cerradas de representación proporcional fomenten organizaciones
partidistas fuertes; por el contrario, los sistemas descentralizados como los
de mayoría simple pueden provocar el efecto opuesto.
- El diseño de un sistema electoral no sólo puede afectar la estructura de
un sistema de partidos, sino también su cohesión y disciplina internas. Algunos
sistemas electorales son más proclives al faccionalismo que otros. Esto a
menudo provoca disputas internas en las que una corriente está en constante
pugna con otra. En cambio, otros sistemas, tienden a fomentar la unidad o
cohesión partidista.
- Además del diseño del sistema electoral, existen otras variables
electorales que pueden influir en el desarrollo de un sistema de partidos. Por
ejemplo, algunas democracias emergentes como Rusia e Indonesia han tratado de
configurar el desarrollo de sus nacientes sistemas de partidos ofreciendo
incentivos institucionales para la formación de partidos nacionales y no de
regionales. Otros partidos, como Ecuador y Papúa Nueva Guinea han utilizado los
requisitos para el registro y financiamiento de los partidos para lograr
objetivos análogos.
- El acceso al financiamiento público y/o privado es un tema clave que
incide transversalmente en el diseño del sistema electoral y se convierte a
menudo en el mayor obstáculo para la emergencia de nuevos partidos con
posibilidades de permanencia.
En la misma medida en que la selección del sistema electoral afecta la
forma en que se desarrolla el sistema de partidos, la estructura del sistema de
partidos influye en la evolución del sistema electoral. Es poco probable que
los partidos existentes apoyen cambios que les puedan representar serias
desventajas o que ofrezcan la posibilidad de que nuevos partidos entren en la
contienda, a menos que exista un fuerte imperativo político. Por consiguiente,
el rango de opciones para modificar el sistema electoral puede enfrentar
restricciones prácticas.