Una responsabilidad importante de los partidos políticos
es actuar como vigilantes del proceso electoral a fin de proteger sus
intereses, monitoreando de cerca la legalidad y corrección de todos los
procedimientos aplicados en las elecciones. La función crucial de los
representantes de los partidos políticos es vigilar todos los procedimientos y
detectar las posibles irregularidades. Esto requiere la presencia de los
representantes de partido durante los procesos de registro, el sellado de las
urnas, la votación, la apertura de las urnas y el escrutinio de los votos.
Una de las mayores ventajas de la participación de los
representantes de partidos y candidatos en la vigilancia de las elecciones es
que pueden ayudar en la construcción de la confianza y legitimidad del proceso.
Es menos probable que los partidos políticos que han tenido oportunidad de
presenciar todo el proceso se opongan a los resultados, a menos que tengan
evidencia de fraude. También puede reducir el costo de las elecciones, emplear
observadores voluntarios durante etapas como el transporte de las urnas y
papeletas, en lugar de apostar por medidas de seguridad o materiales costosos.
Sin embargo, esta alternativa puede plantear el riesgo de que los
representantes de partidos y candidatos dominen el proceso e intimiden a los
electores.
Los países registran a los electores bajo distintas
formas. En los países donde el registro es voluntario y no automático, una
tarea que normalmente se espera que lleven a cabo los partidos políticos es
asegurar que sus simpatizantes sean incluidos en las listas de votantes.
También pueden tener como cometido objetar el registro de aquellas personas que
consideran que no cumplen con los requisitos para ser electores. En muchos
casos, las autoridades públicas dejan que sean los partidos políticos quienes
conduzcan los procesos de revisión del registro bajo el supuesto de que sus
organizaciones a nivel local tendrán el conocimiento requerido y el interés
para objetar la inclusión de electores que no satisfacen los requisitos para
hacerlo. Para facilitar esta política de vigilancia partidista, la legislación
de muchos países dispone la publicación de los listados preliminares para su
revisión, así como la existencia de un periodo para presentar quejas y
objeciones, sólo después de éste, el registro es definitivo para una elección.
La presencia de representantes de partidos y candidatos
durante una elección constituye un fuerte dispositivo antifraude. Sin embargo,
su efectividad depende de la capacidad de cada partido para reclutar y
capacitar a un número suficiente de representantes. Suele ser difícil para
algunos partidos reclutar representantes o vigilantes de la votación en áreas
donde no tienen mucha presencia política o fuerza electoral. Sin embargo,
también puede ocurrir el problema opuesto, esto es, que los locales o recintos
de votación se saturen con decenas de representantes.
La vigilancia del transporte de las papeletas y de
equipos y materiales electorales sensibles puede ser realizada por
representantes de los partidos u observadores independientes. En muchos casos,
las fuerzas policiales o equipos de seguridad cuidan la transportación del
material. Sin embargo, en algunas democracias establecidas, los altos niveles
de confianza propician que no haya vigilancia alguna en el manejo y traslado de
estos materiales.
Los propios oficiales de las mesas de votación o
escrutinio pueden transportar las papeletas. Una de las partes esenciales pero
más difíciles de vigilar del proceso es la del escrutinio de los votos. Un
sistema complejo o automatizado puede provocar sospechas por parte de los
representantes de los partidos. Por ello es esencial que cuenten con una clara
comprensión de los procedimientos para que puedan presentar las objeciones o
impugnaciones debidas en casos de presuntas irregularidades e imprecisiones en
el conteo.