Resultaría muy simple pensar que
los tres modelos de OE manifiestan distintos comportamientos. El comportamiento
del OE depende no sólo del tipo sino también del contexto electoral, las
expectativas políticas y sociales, y el contexto cultural dentro del cual opera
cada organismo electoral.
Entre los factores que
influyen se incluyen el compromiso político que le permite al OE actuar libre e
imparcialmente, el rango de atribuciones y funciones de que dispone un OE, los
requisitos que deben satisfacer los miembros de su órgano de dirección y su
duración en el cargo, la forma en que se elige o selecciona a los miembros del
órgano directivo y al personal, el marco de vigilancia y responsabilidad, y si
el OE cuenta o no con personalidad jurídica y si por consiguiente está
habilitado a interponer juicios y ser demandado.
Por ejemplo, tanto un modelo
independiente de OE que se integra con representantes de los partidos políticos
contendientes como otro que comprende a
académicos “no alineados” u otras asociaciones políticas libres, forman parte
del mismo tipo pero es probable que operen de manera distinta. De igual forma, es
probable que un modelo de OE gubernamental cuyo departamento de finanzas controle
a las oficinas administrativas locales se comporte de manera diferente de aquel
que depende de numerosas autoridades locales para la puesta en marcha de sus
tareas electorales.