Registro voluntario
Esta forma de registro está basada en el principio de que votar es un derecho ciudadano y de que los electores pueden elegir entre registrarse o no para una elección.
Una implicación del registro voluntario es que algunos electores decidirán no registrarse, privándose en consecuencia así mismos del derecho a votar. Si una distribución aleatoria de las probabilidades de registro mostrara que todas las categorías de ciudadanos (por ejemplo, hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, urbanos y rurales, ricos y pobres, bien educados o analfabetas, etc.), se registraran en la misma proporción, entonces se podría concluir que el registro voluntario no tiene un impacto en el resultado de la elección o en la selección de representantes o gobiernos.
Sin embargo, a lo largo de un amplio espectro de democracias, existen diversos patrones respecto a quienes deciden registrarse y quienes no. Por ejemplo, los hombres tienen mayor proclividad que las mujeres para elegir participar, aunque estas diferencias han estado declinando en muchos países durante la última generación. Los jóvenes son menos proclives a registrarse y votar que sus contrapartes de edad media o avanzada. Los electores urbanos usualmente se registran en mayor proporción que los que residen en áreas rurales, los ricos más que los pobres y los mejor educados que los analfabetas.
Si quienes participan en mayor proporción poseen valores, aptitudes y preferencias políticas que difieren de aquellos menos proclives a participar entonces el registro voluntario y la participación tienen un efecto en el resultado electoral al favorecer a aquellos con mayores índices de registro y participación. Consecuentemente, cuando la población que se registra para votar se encuentra sistemáticamente sesgada o no es del todo representativa de la población en su conjunto, el resultado de la elección puede padecer de una falta de legitimidad.
Registro obligatorio
Este tipo de registro está basado en el principio de que votar en una democracia es una responsabilidad del ciudadano y no simplemente es un derecho. El no registrarse y votar es visto como una abdicación de las responsabilidades personales.
Un sistema de registro obligatorio o cuasiobligatorio puede existir en dos tipos de situaciones. Cuando el voto es obligatorio, como en Australia, también lo es el registro. Lo segundo se deriva lógicamente de lo primero. Además, cuando el estado asume la responsabilidad de iniciar el procedimiento de registro, a través por ejemplo de la instauración de un sistema de enumeración casa por casa o manteniendo un registro civil obligatorio, existe una forma de registro cuasiobligatoria.
El resultado de un registro obligatorio es la existencia de un listado más completo de todos los votantes elegibles y una evaluación más precisa de la participación electoral como proporción de los votantes elegibles. La verdadera medida de la participación electoral es la proporción de votantes en relación a la población en edad de votar, con lo que se toma en cuenta la efectividad del programa de registro electoral. Una segunda implicación del registro obligatorio es que los ciudadanos entienden más plenamente el hecho de que votar es un deber y responsabilidad cívica. En un nivel simbólico, un sistema de registro y voto obligatorio implica que cada ciudadano tiene una obligación de votar por si mismo y por la comunidad en su conjunto. En otras palabras, la obligación de votar es en beneficio del sistema democrático y no sólo por la posibilidad de manifestar las preferencias personales.