El registro o lista de electores
Como regla general, un prerrequisito para participar en las elecciones es que los potenciales electores
estén inscritos en el registro o lista de votantes. Sin embargo, como para toda regla general, existen excepciones.
Por ejemplo, la elección sudafricana de 1994 fue una de las raras ocasiones en que no se utilizo una lista de votantes. En este caso, los electores pudieron emitir su voto en cualquier mesa de votación. Para prevenir el voto múltiple, los oficiales electorales marcaron las manos y los documentos de identificación de todos los electores al momento de entregarles sus papeletas y materiales de votación.5 Empero, un sistema de ese tipo es muy difícil de administrar, porque combina varias funciones electorales a la vez.
Por otra parte, la existencia de la lista de electores permite la separación y diferenciación de dos de las funciones más importantes de la autoridad electoral --verificar la elegibilidad del votante y controlar la legitimidad del procedimiento de votación. Además, la lista de votantes puede ser utilizada en programas de educación electoral, y puede ser proporcionada a los partidos políticos y candidatos para apoyarlos en sus campañas. Si bien la existencia de una lista de electores no es una necesidad absoluta para conducir las elecciones, las ventajas que reporta justifican plenamente su uso.
La lista de electores confirma que los votantes han reunido todos los requisitos de elegibilidad y, por consiguiente, desempeña un papel crucial para conferirle legitimidad al proceso electoral. En sentido opuesto, la existencia de problemas en el proceso de registro, particularmente en lo que concierne a la integridad de la lista de electores, puede tener un efecto negativo inmediato en la legitimidad de la elección. Por tanto, el registro de electores constituye una de las actividades más importantes de la administración electoral.
Un elemento costoso de las elecciones
Si el registro electoral no llegará a representar el elemento más costoso del proceso electoral, ciertamente figuraría entre los primeros. Uno de los mayores desafíos que enfrentan los administradores electorales es el de asegurar que los votantes elegibles estén registrados una vez y sólo una vez en la lista de electores y que los votantes inelegibles (por ejemplo, quienes han muerto o han dejado de cumplir con los requisitos de residencia) sean suprimidos de la lista. Al mismo tiempo, otro desafío es el de prevenir que se registren votantes inelegibles. Esto es particularmente importante en países donde existen inquietudes relativas a la ciudadanía y a la permeabilidad de sus fronteras. Cumplir con estas exigencias tratándose de un electorado nacional que con frecuencia se cuenta en millones de votantes, no sólo constituye un enorme desafío logístico, sino además muy costoso en términos de horas-hombre y materiales.
Existen tres alternativas básicas para la integración y mantenimiento de un registro de los electores: la lista periódica, la permanente y el registro civil.
La lista periódica
El registro o lista periódica de electores es aquella que las autoridades electorales crean de nuevo para cada proceso electoral, sin pretensión alguna de mantenerla o actualizarla para el futuro. Las listas periódicas usualmente sólo son utilizadas para un proceso electoral y, como regla general aunque no necesariamente, se integran justo antes de su celebración. Este sistema es relativamente costoso y consume mucho tiempo, ya que requiere que los oficiales electorales entren en contacto directo con todos los votantes elegibles antes de la elección. Es usado ampliamente en toda ¡frica y lo fue en Canadá hasta 1997.
Puede ser particularmente útil cuando la infraestructura de la administración electoral no se encuentra lo suficientemente desarrollada como para mantener una lista permanente, cuando la movilidad poblacional es muy alta o cuando la ciudadanía tiene aversión al mantenimiento de listas de ciudadanos por parte del gobierno. También puede ser preferida por agencias semi-gubernamentales, como comisiones u organismos electorales.
La lista permanente
La lista permanente es aquella en que la administración electoral conserva y actualiza de manera continua los registros electorales. Para mantener este tipo de lista se requiere una infraestructura apropiada. Normalmente se requiere añadir los nombres y otros datos relevantes de quienes satisfacen los requisitos de elegibilidad, como la ciudadanía, residencia o edad para votar, así como suprimir los nombres de quienes han dejado de cumplirlos, como en caso de muerte o cambio de residencia, por ejemplo.
Toda vez que la lista permanente es actualizada de manera regular o continua por la autoridad electoral, no es necesario desplegar un esfuerzo integral de registro durante el período previo a una elección, como suele ser el caso de la lista periódica. Además, se puede mantener a nivel local, como en el Reino Unido, o nacional, como en Canadá o Australia.
Para algunos oficiales electorales resulta de especial interés determinar cual de los dos métodos, el de la lista periódica o el de la permanente, resulta menos costoso o preferible en términos de costo-efectividad. Hay relativamente pocos casos en que una autoridad electoral haya decidido cambiar de un sistema a otro. Cuando Elecciones Canadá decidió cambiar su sistema de lista periódica por uno de lista permanente, cálculo que los ahorros representarían aproximadamente 30 millones de dólares canadienses para cada proceso electoral. 6
La prueba de fuego para esta estimación ocurrirá en la siguiente elección federal, que posiblemente se verifique durante el primer semestre del año 2002. Sin embargo, se debe mencionar que los ahorros estimados en el caso canadiense como resultado de ese cambio se derivan, en gran medida, del hecho de que se basan en un gran intercambio de información sobre el registro electoral entre los niveles de gobierno nacional y provinciales. En otros términos, una porción considerable de los ahorros resultan más de un uso eficiente de la información y de una reducción en la duplicidad de esfuerzos y de gastos, que de alguna diferencia intrínseca entre las propias listas.
El registro civil
La tercera opción para registrar a los electores es el registro civil, el cual puede contener una gran cantidad y variedad de información sobre todos los ciudadanos, como por ejemplo, su nombre, domicilio, calidad ciudadana, edad y número de cédula de identidad. En algunos países, particularmente de Europa y América Latina, la lista de electores se conforma a partir de información previamente recabada por el registro civil.
Una de las principales interrogantes en los países que cuentan con registro civil es sí la instancia responsable de este registro, frecuentemente el Ministerio del Interior, también debe estar encargado de la lista de electores. En Colombia, por ejemplo, el mismo Ministerio está a cargo de ambos registros, mientras que otros países dividen la responsabilidad entre dos agencias distintas.
Una vez que se ha creado un registro civil, la producción de la lista de electores se vuelve un procedimiento relativamente económico y eficiente, debido a que los principales costos son absorbidos desde un inicio por el registro civil. Más aún, si bien los costos de mantenimiento del registro civil son relativamente altos, la información disponible puede ser utilizada para distintos propósitos, como en Suecia, reduciendo por consiguiente los costos generales asociados con la administración gubernamental de las bases de datos.
Paradójicamente, el mayor contrapeso de este sistema procede de su fortaleza. Si bien los altos costos del mantenimiento del registro civil pueden con frecuencia justificarse por el hecho de que la base de datos es compartida por diversas instancias gubernamentales y utilizada para distintos propósitos, los asuntos relativos a la privacidad o confidencialidad se pueden tornar muy controvertibles. Pueden surgir preocupaciones relacionadas con la pérdida o potencial pérdida de privacidad que entraña para las ciudadanos el que se compartan de manera tan amplia bases de datos electrónicas. Cuando estas inquietudes sean muy intensas, la opción del registro civil puede simplemente tornarse inaceptable, independientemente de su utilidad administrativa.