Cuando se diseñan planes de desarrollo tecnológico y se adquieren sistemas y artículos de cómputo, es importante estimar la duración de la tecnología y desarrollar una estrategia para hacer frente a su obsolescencia.
A medida que se acelera el desarrollo de la tecnología computacional, un equipo puede ser clasificado como "obsoleto" (en términos de los desarrollos más recientes) a la vuelta de uno o dos años de su compra. Esta posibilidad debe ser tomada en cuenta cuando se adquiere e implanta cualquier tecnología. En su momento hay que decidir si se sigue usando la tecnología una vez que se ha vuelto obsoleta o si vale la pena actualizarla o mejorarla conforme a los estándares actuales.
Es probable que el principal factor a considerar en esta decisión sea presupuestal. En muchos casos puede ser poco conveniente o inasequible presupuestalmente mejorar o actualizar la tecnología de manera regular.
Si bien el equipo en uso puede ser obsoleto en términos del mercado, puede ocurrir que todavía cumpla con sus funciones de manera aceptable. En este caso no parece que sea forzosa la necesidad de actualizarlo. Por otra parte, si la tecnología está tan desactualizada que está limitando la productividad, su actualización puede ser indispensable. Por ejemplo, esto puede ocurrir si la tecnología es incompatible con la nueva que es utilizada por otros sistemas u organizaciones con las que necesita ser compatible.
Para un examen más detallado sobre cuestiones relacionadas con el manejo de los casos de obsolescencia, ver Uso o Desecho del Equipo Obsoleto y Políticas de Depreciación y Amortización