Aunque muchos países están considerando la adopción de programas GIS para fines de redistritación, y otros tantos se acercan poco a poco al uso de estos en el corto plazo (Australia y Canadá, por ejemplo), muy pocos países a la fecha los han utilizado. Nueva Zelanda es un ejemplo de un país que ya ha utilizado este software durante su último programa de redistribución en 1998. El país con mayor experiencia en el uso de estos programas de cómputo, sin embargo, son los Estados Unidos de América.
Aunque el número de estados en ese país que ha empleado equipo de cómputo para efectos de redistritación ha ido aumentando en forma regular desde 1970, dos importantes cambios explican el dramático incremento en el número de estados que utilizaron equipo y programas de cómputo con propósitos de redistritación en la década de los 90's:
- La difusión de software GIS a precios accesibles.
- La introducción de una nueva base de datos en 1990 por la Agencia de encargada del levantamiento Censos. Con anterioridad a 1990, la mayoría de los estados enfrentaba el problema de la redistritación con un enfoque tecnológicamente limitado: el personal y los legisladores, utilizaron lápices de grasa para marcar los límites distritales en hojas de acetato sobre grandes mapas censales distribuidos en el piso. Se utilizaron sumadoras y calculadoras para agregar los conteos poblacionales de las áreas censadas combinadas para crear los distritos propuestos. En el supuesto de haber utilizado computadoras, lo fueron únicamente como gigantescas máquinas sumadoras.
Para el proceso de redistritación de 1990, sin embargo, cada uno de los estados de la Unión Americana utilizó computadoras, y casi todos hicieron uso de programas GIS de redistritación. La razón principal de este cambio fue la creciente disponibilidad de estos programas, algunos de ellos explícitamente diseñados para estos propósitos, y la llegada de un mapa computarizado de todo el país elaborado por la Oficina Censal de los Estados Unidos.
En los Estados Unidos, esta oficina esta encargada de conducir el programa para llevar el conteo de la población cada diez años y para suministrar a los Estados información poblacional con propósitos de redistritación. A los estados, así como a las entidades locales (condados y ciudades), les es requerido rediseñar los límites administrativos sobre la base de los datos previos a la primera elección después de realizado el censo de población.
La información de la redistritación producida por la Oficina Censal es conocida como Informe PL 94-171. Incluye el conteo de la población a distintos y variados niveles de la geografía censal -unidades tan grandes como condados enteros, y unidades tan pequeñas como censos a unidades habitacionales (normalmente el equivalente a un edificio de departamentos), que son reportados en el informe PL 94-171. Aunque la Oficina Censal recopila información sobre un gran número de características poblacionales, solo unos pocos temas son incluidos en los archivos enviados a los estados para efectos de redistritación. Estos temas se refieren a la población total, población en edad de votar, y los subtotales de la población para personas de origen hispánico y para los grupos raciales más representativos: Blanco, Negro, Asiático, Islas del Pacífico, Indios Americanos, Eskimales y Aleutianos; y "otras" razas. Esta información ha estado disponible en formato electrónico desde la segunda ronda de redistritación llevada a cabo en 1980.
Además de los conteos poblacionales de todo el país, la Oficina Censal también posee un conjunto de 26,000 mapas de distintos tamaños y escalas del país. Estos mapas fueron elaborados a mano, por lo que a menudo son difíciles de leer y contienen muchos errores. En la preparación del Censo de 1990, sin embargo, la Oficina Censal creó una base de datos computarizada de todo el país conocida como Codificación y Referencia Geográfica Integrada Topográficamente (TIGER, por sus siglas en inglés), que describía las características geográficas visibles, como caminos, ríos, y vías ferroviarias; una completa jerarquía de unidades geográficas censales (por ejemplo, censos habitacionales, grupos habitacionales y extensiones censales) para la recopilación y elaboración de informes sobre la población; los límites de las subdivisiones administrativas como condados, ciudades y pueblos; y geografía política como distritos congresionales y, en algunos casos, áreas de votación -conocidos como precintos electorales en los Estados Unidos. Los mapas producidos de la base de datos TIGER proveyeron a los equipos de redistritación de los EUA con mapas uniformes y digitalizados del país entero en los 90's.
En virtud de que los archivos de la base de datos llegaron a tener una mayor disponibilidad, también se facilitó la obtención de los programas GIS. De hecho, un buen número de compañías comerciales ofrecen programas GIS personalizados específicamente para propósitos de redistritación. En su momento, estos paquetes de cómputo fueron capaces de relacionar información sobre demografía poblacional, tomada de los censos, e información política de elecciones previas con los mapas generados por la base de datos TIGER que mostraban unidades censales, precintos electorales, redes viales, panoramas naturales y generados, otros límites jurisdiccionales, además de otras características geográficas.
Las implicaciones de estos nuevos productos fueron abrumadoras para las personas involucradas en la redistritación: los programas GIS asequibles y una base de datos computarizada consistente de alcance nacional que incluía tanto información censal como mapas digitalizados estaba disponible tanto para los encargados de las tareas de redistritación como para aquellos que simplemente estaban interesados en evaluar algunas propuestas y producir nuevas alternativas de planeación.
Uno de los significativos resultados de esta confluencia de eventos fue la activa e informada participación de numerosos grupos de interés que previamente habían sido excluidos del proceso de redistritación en los Estados Unidos. La participación de grupos de derechos civiles, en particular, llevó a la adopción de planes de redistritación en muchos estados que brindaron a los grupos minoritarios una mayor representación en el gobierno. Por ejemplo, 24 nuevos distritos minoritarios congresionales [^]distritos en donde los electores minoritarios conformaron una mayoría de electores -se crearon y se elegieron más minorías al Congreso como nunca antes se había hecho. Para crear estos distritos dentro de la ajustada restricción impuesta, no obstante, un número de otros valores distritales se vieron comprometidos -en particular, la compactación geográfica de estos distritos.
Este estudio de caso nos ilustra sobre algunos puntos importantes a elaborar acerca del uso de los programas GIS para redistritación.
- La disponibilidad de la información electrónica y de mapas computarizados convierte la adopción de programas GIS para redistritación en una tarea relativamente sencilla. Debido a que el gobierno de los Estados Unidos proporciona información electrónica y mapas computarizados a todo el país -a bajo costo- los redistritadores fueron capaces de utilizarlos sin la necesidad de relacionarlos con la creación de una base de datos electrónica.
- Muchos grupos de interés público estuvieron en condiciones de adquirir la información electrónica y los programas GIS debido a su precio accesible. Estos grupos aplicaron estas herramientas para evaluar propuestas de planes de redistritación y para crear planes alternativos. Asimismo, esta información fue utilizada para controlar a los redistritadores y asegurar su influencia democratizadora sobre el proceso en muchos aspectos. (Claramente el incremento en el número de distritos minoritarios diseñados durante el programa de redistritación de 1990 es atribuido directamente a la activa supervisión del proceso por grupos minoritarios y de derechos humanos.)
Aunque a los programas GIS les es posible "democratizar" el proceso de redistritación, este supuesto es viable únicamente si la autoridad encargada es realmente imparcial o si todos los partidos o grupos de interés involucrados en el proceso de redistritación pueden tener acceso a la información y tecnología necesarias. En la medida en que estos programas y los equipos de cómputo sean más accesibles, el problema irá disminuyendo. Sin embargo, en muchos países, el equipo y software necesarios puede seguir siendo demasiado caro para algunos grupos, Adicionalmente, es posible que la capacitación sobre el uso de estos programas implique cierta dificultad.