Los intereses políticos y personales son altos en cualquier elección, y
pueden conducir a muchos problemas de integridad, incluyendo el comportamiento
poco ético del personal, destinado a balancear hacia cierto lado el resultado
de la elección. De allí, la necesidad de establecer un grupo de estándares de
buena conducta para mantener la integridad electoral. Sin embargo, los
estándares solos no son suficientes. El proceso electoral necesita basarse en
principios y valores inherentes a una elección libre y justa.