Muchos
países han estudiado la factibilidad del voto por Internet. A pesar de que el
voto electrónico remoto aún no es una realidad, varios sistemas han probado el
voto en línea desde los centros de
votaciones u otros lugares oficiales.[1]
El voto
electrónico remoto podría facilitar el proceso de votación, alentar la
participación de las personas que son menos propensas a ir a los centros de
votación. Sin embargo, podría dificultar la protección de la integridad,
conllevar riesgos para los principios democráticos de libertad y secrecía del
voto. ¿Cómo garantizar que alguien vota en línea lo está haciendo de manera
libre y sin coerción? ¿Cómo estar seguros de la identidad de alguien que vota a
través de Internet y, al mismo, tiempo proteger la secrecía de su voto?[2]
El voto a
través de Internet deja de lado muchas de las salvaguardas que existen en una
mesa de votación, tales como la posibilidad de verificar que la persona
realmente existe y sobre su elegibilidad para votar, o la habilidad de marcar
al elector de alguna manera (normalmente poniendo tinta en un dedo o marcando
el documento electoral) para prevenir el voto doble. Asimismo, es muy difícil
detener los errores y sus fuentes. También es más difícil detectar errores y su
origen. Además, el voto en línea
genera dudas sobre la confianza del público, la competencia de los electores y
la accesibilidad, lo cual puede amenazar la integridad electoral.[3] Por
último, con un sistema que se basa únicamente en el voto por Internet, existe
el riesgo de que no se guarden los registros de las papeletas, imposibilitando
un recuento de los votos.
[1] Ver Guérin, Daniel and Akbar, Asifa, “Electronic Voting
Methods: Experiments and Lessons,” Electoral Insight,
Marzo 2003.
[2] Ver Birch, Sarah and Watt, Bob, “Remote Electronic Voting:
Free, Fair and Secret?” The Political Quarterly,
75(1), 2004, pp. 60–72.
[3] Ver, por ejemplo, Delwitt, Pascal, Kulahci, Erol and
Pilet, Jean-Benoît, “Electronic Voting in Belgium: A Legitimised Choice?” Politics, 25(3), 2005, pp. 153–54.