El monitoreo del proceso por parte de
las organizaciones no gubernamentales (ONG) nacionales, que actúan como
observadores independientes, es una herramienta esencial para promover la
integridad electoral. Estos grupos abarcan un amplio espectro de organizaciones
y otros grupos de la sociedad civil; incluyendo grupos de ciudadanos locales y
nacionales, redes de ciudadanos, organizaciones de los derechos humanos,
asociaciones estudiantiles, organismos profesionales y grupos religiosos.[1]
Normalmente, las organizaciones
promotoras recolectan información de sus equipos de observadores, analizan el
significado de sus hallazgos y evalúan la calidad de los procedimientos de la
elección y del proceso electoral en general, y publican sus conclusiones y
recomendaciones. Los observadores nacionales bien organizados pueden ser
guardianes muy efectivos de la integridad de la elección, especialmente en
países en transición. Las actividades de los observadores nacionales fomentan
la transparencia y la responsabilidad por parte de la administración electoral,
y pueden ayudar a infundir confianza pública en la integridad del proceso
electoral. Los códigos de conducta para los observadores fijan estándares
éticos y profesionales para la observación de las elecciones.
Un ejemplo importante del monitoreo
nacional fue el de las elecciones de Kenia de 1997, para las cuales las
organizaciones de la sociedad civil entrenaron a más de 28,000 observadores
nacionales; y estuvieron en casi 12,600 centros de votación y en cada estación
de conteo de votos. Su presencia generalizada también alentó la participación
electoral.[2]
En Indonesia, más de 600,000
observadores nacionales cubrieron las elecciones de 1999 y contribuyeron a
garantizar la integridad de los resultados electorales a través de su
exhaustivo monitoreo del conteo. A pesar de esto, la Comisión General Electoral
de Indonesia se rehusó a acreditar al Comité de Monitoreo Independiente de las
Elecciones (KIIP) para las elecciones presidenciales del 2004; debido a la
publicación de un reporte de observación sobre las elecciones legislativas
previas sin contar con la aprobación de las autoridades electorales.[3]
Algunos países impusieron severas restricciones al reconocimiento de la
observación nacional organizada. En las elecciones presidenciales de 2004 en
Ucrania, la ley limitó la observación nacional a los representantes de los
candidatos. Aun así, el Comité de Electores de Ucrania desplegó miles de
observadores acreditados como periodistas. No obstante, en dicha capacidad, los
observadores no estaban autorizados a recibir copias de los documentos
electorales o a pedir que estos documentos se hicieran públicos.[4]
En las elecciones parlamentarias de
2005 en Etiopía, el organismo electoral limitó el acceso de los observadores
nacionales, acción que fue impugnada ante la Suprema Corte. La Corte falló
contra el organismo electoral, pero la decisión no fue otorgada sino hasta el
día antes de la elección, cuando ya era demasiado tarde para que los
observadores nacionales llevaran a cabo sus actividades de monitoreo a gran
escala.
En Rumania
se evitaron cuestiones similares en 1996, durante las históricas primeras
elecciones nacionales del periodo posterior a Ceausescu. Las denominadas ONG “fantasmas”, con frecuencia habían
interferido en las actividades relacionadas con la legitimidad de las elecciones
rumanas. (Se les denomina así, a las ONG que están registradas ante el
Ministerio de Justicia pero que aparentemente están inactivas la mayor parte
del tiempo – algunos creen que cuentan con el apoyo del antiguo servicio de
seguridad, Securitate).
La Asociación Pro-Democracia (APD), una
ONG bien establecida, había dedicado considerables esfuerzos organizacionales a
los planes de desplegar alrededor de 10,000 observadores el día de la elección.
De acuerdo con la ley electoral, sólo se podía admitir un observador
independiente en cada sitio de votación, de ser necesario, por sorteo. Conforme
se acercaba el día de la elección, varias ONG fantasmas buscaban la
acreditación de sus “observadores”, los cuales desplazarían a los observadores
reales y truncaban el proceso de obtener la acreditación para un gran número de
observadores legítimos.
Con la asistencia de IFES, la Oficina
Central Electoral de Rumania (BEC, por sus siglas en inglés) encontró una
solución para abordar las cuestiones logísticas y legales. Las organizaciones
que pretendieran acreditar observadores, debían presentar sus nombres en una
base de datos. En el Palacio de la Prensa,
se llevó a cabo un sorteo informático en varias etapas, a través del cual el
sistema combinaba las bases de datos y asignaba un observador a cada sitio de
votación disponible. En caso de existir múltiples solicitudes para un solo centro,
la acreditación del observador se trasladaba al siguiente sitio numéricamente
disponible. (Por fortuna, en Rumania,
los números de los sitios de votación se asignan en serie geográficamente; de
tal manera que un observador no estaría en mucha desventaja al tener que ir al
siguiente sitio de votación).
En caso de que los “observadores” de
las ONG fantasmas no se presentaran el día de la elección, como ocurría en el
pasado, también se estableció que los observadores que no recibieran
acreditación durante el sorteo se les asignara como “suplentes”. (Si el
observador acreditado no se presentaba en el sitio de votación al momento en
que tenían que llegar los oficiales de la elección, el suplente podría reclamar
la acreditación).
El sistema – implementado por
programadores voluntarios muy talentosos – funcionó sin problemas, a pesar de
que las organizaciones fantasmas no presentaron datos precisos. Para el proceso,
la APD pudo acreditar a más de 10,000 observadores en el último minuto
utilizando la red ferroviaria del país. La imparcialidad de estas elecciones
fue muy elogiada, en gran parte debido a la presencia de los observadores y a
la cobertura de una prensa enérgica.[5]
Beneficios de la observación nacional
En algunos casos la presencia de
observadores internacionales es indispensable - por ejemplo, en elecciones en
países que requieren fuerzas de mantenimiento de la paz o que están pasando por
una transición difícil, o donde los grupos apartidistas de la sociedad civil
son virtualmente inexistentes o no funcionan. Sin embargo, a largo plazo, la
formación de grupos nacionales que sean aptos para monitorear elecciones, sin
asistencia externa, es una parte esencial del desarrollo democrático.
Los observadores electorales nacionales
tienen ventajas importantes sobre los observadores internacionales: pueden
acudir de manera masiva; conocen la cultura política, el idioma y el
territorio. Por consiguiente, son capaces de ver muchas cosas que podrían pasar
inadvertidas para los observadores extranjeros.[6]
Los grupos nacionales de monitoreo
suelen estar mejor equipados que los observadores internacionales para llevar a
cabo ciertos tipos de monitoreo especializado, de manera efectiva. Como por
ejemplo, la verificación del registro electoral, el monitoreo de los procesos
de quejas, la documentación de los casos de intimidación y violación de los
derechos humanos, y el monitoreo de los medios de comunicación. Además, a
diferencia de los observadores internacionales, las organizaciones cívicas
nacionales tienen un rol importante que desempeñar al instrumentar los
programas de educación cívica y promover la reforma de la ley electoral.[7]
Acreditación de los observadores
Los observadores y monitores pueden
funcionar con más eficiencia si son acreditados oficialmente por los organismos
electorales. La acreditación les otorga acceso a lugares electorales clave.
Pueden crearse problemas de integridad si los procedimientos o requerimientos
de la acreditación son usados para limitar el número de observadores o para
negar el acceso a ciertos grupos de observadores y monitores. Si el
procedimiento toma demasiado tiempo y no se puede completar antes del día de la
elección, o si la acreditación es selectiva, el proceso perderá credibilidad y
el organismo electoral será acusado de estar escondiendo algo.
La mayoría de los sistemas electorales
establecen los requisitos de elegibilidad de los observadores y monitores en
las leyes o procedimientos electorales. Por ejemplo, con frecuencia la ley
exige que las ONG que proponen la acreditación de observadores, tengan plasmados
como propósitos en sus estatutos a la democracia, los derechos humanos y/o las
elecciones. Además, el OE puede tener la autoridad de evaluar a las
organizaciones solicitantes en términos de su desempeño anterior, no sólo de su
registro legal. Los requisitos objetivos y sencillos para las ONG que busquen
su estatus de observadoras, pueden contribuir a minimizar problemas como la
discriminación o el favoritismo.
En ocasiones, se incorporan condiciones
de comportamiento a sus requisitos de elegibilidad. Estas se usan,
generalmente, para excluir a las personas que se consideran antidemocráticas o
a aquellas que puedan amenazar la paz. En Sudáfrica, por ejemplo, la
acreditación se otorga sólo a los observadores que defenderán las condiciones
propicias para una elección libre y justa; incluyendo la imparcialidad y la
independencia sobre cualquier partido político o candidato que contienda en la
elección, la observación competente y profesional, y el cumplimiento del código
de conducta para los observadores.
Problemas de seguridad y observación
nacional
En países que atraviesan por una
transición difícil o que salen de un conflicto, los observadores nacionales
pueden ser sujetos de intimidación y/o amenazas. Esta situación puede afectar
la habilidad de los observadores de viajar, observar libremente y reportar
sobre la información recolectada sin auto censurarse o temer a represalias. Por
ejemplo, un reporte sobre las elecciones nacionales de 1998 en Camboya señalaba
que “las amenazas, intimidación y violencia fueron desafíos abrumadores para
los observadores de Camboya durante el proceso electoral de ese año. Ninguno de
los grupos sugirió que su habilidad para hacer públicas las declaraciones
estaba comprometida por el ambiente político. Ellos notaron, sin embargo, que
la intimidación afectó su habilidad para recolectar información sobre el
proceso y que las amenazas influían en los reportes...recibidos por los
observadores".[8]
[1] Bjornlund, Eric C., Beyond Free and Fair: Monitoring Elections
and Building Democracy, Washington, D.C.: Woodrow Wilson Center Press,
2004.
[2]
Barkan, Joel y Ng’ethe, Njuguma, “Kenya Tries Again,” Diario de
la Democracia, 9(2), 1998.
[3]
Carter Center, El Centro Carter 2004 Reporte Electoral de
Indonesia, Junio 2005.
[4]
Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Oficina por
las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos, Ucrania,
Elecciones Presidenciales: 31 de Octubre, 21 de Noviembre y 26 de Diciembre del
2004. OSCE/ODIHR Informe Final de la Misión de la Observación Electoral,
Varsovia, Mayo del 2005.
[5]
Carter Center, Declaración Final del Centro Carter sobre la
Observación de las Elecciones Nacionales de Etiopia en el 2005, Septiembre
del 2005.
[6]
Carothers, Thomas, “The Observers Observed,” Diario de la
Democracia, 8(3), 1997, p. 25.
[7]
Instituto Internacional por la Democracia y la Asistencia
Electoral, The Future of International Electoral Observation: Lessons
Learned and Recommendations, 1999.
[8]
Instituto Nacional Democrático por los Asuntos Internacionales, Asian
Monitoring Network Conference, octubre 1998.