La
discriminación, intimidación y el fraude puede impedir que los electores emitan
su voto, llevarlos a que cambien su decisión en contra de su voluntad, y
alterar los resultados de la elección.
Discriminación
Los
obstáculos burocráticos pueden hacer que el proceso de registro o votación sea
más difícil para determinados segmentos de la población. Por ejemplo:
- En
varios estados sureños de Estados Unidos, el pago de un impuesto electoral era un
requisito para poder votar. A toda persona incapaz de pagar este impuesto, no
se le permitía votar. Esta práctica discriminatoria se erradicó por completo
hasta 1966.
- Una
propuesta de la ex Primera Ministra Margaret Thatcher que pretendía vincular el
voto en las elecciones de municipales al pago de un impuesto municipal se
revocó tras ser tachado como un impuesto electoral;
- La
definición de criterios de elegibilidad para el registro de electores puede excluir
sistemáticamente a ciertos segmentos de la población. Por ejemplo, es posible
que los electores sin hogar no puedan proporcionar una dirección para los
propósitos del registro. Y las personas detenidas – a la esperan de un juicio,
que cumplen una pena en prisión o que salieron de prisión – pueden perder el
derecho al sufragio de forma indefinida. (En Europa, las sanciones penales de inhabilitación deben limitarse
estrictamente).[1]
Intimidación
La
intimidación puede tomar muchas formas, tanto agresivas como sutiles. El
propósito generalmente es coaccionar a los electores para que apoye o se oponga
a un candidato o partido. A continuación se señalan algunas tácticas de
intimidación:
Amenazas físicas o económicas, tales como la amenaza a perder su
empleo.
- Desplegar a miembros de un partido al lado de la fila de los
electores que esperan para entrar a un sitio de votación. A través de
gestos o palabras, los miembros de los partidos pueden amenazar a las
personas que entran o salen del centro de votación. (La intimidación
también puede ser más sutil – por ejemplo, si los activistas portan el emblema
de un determinado candidato o partido dentro del sitio de votación); o
- Ubicar un centro de votación dentro o cercano a la propiedad de un
candidato, partido político o del gobierno oficial.
La intimidación
también puede utilizar como blanco a los empleados electorales, con el objetivo
de comprometer su independencia e imparcialidad.
La
intimidación puede llevarla a cabo cualquiera – un candidato, partido político,
monitor, elector, oficial electoral u oficial del gobierno. La mayoría de las
leyes electorales prohíben específicamente la intimidación, sin embargo, las
formas sutiles de intimidación son muy difíciles de probar.
Fraude
El fraude
realizado por las personas puede incluir:
- Hacerse
pasar por un elector en las elecciones o al emitir un voto en ausencia;
- Votar
con una boleta pre marcada;
- Votar
más de una vez;
- Votar
cuando no se es elegible;
- Dar
dinero a otros para influir en su decisión.
Otros
tipos de fraude pueden cometerlos los administradores electorales al:
- Permitir
que voten las personas no elegibles;
- Modificar
o destruir la lista de los electores;
- Impedir
que los electores calificados emitan su voto;
- Permitir
a los electores que emitan su voto más de una vez.
- Sustituir
los votos legítimamente emitidos por papeletas falsas, o votar en nombre
de los electores que no se presentaron a votar;
- No
marcar la papeleta conforme a lo que indica alguien que requiere asistencia
al momento de votar;
- Llenar
las urnas con papeletas previamente marcadas o con votos nulos;
- Destruir
las papeletas válidas;
- No
contar los votos de manera precisa o registrar información incorrecta en el
acta de conteo.
- Modificar
los resultados electorales o anunciar resultados falsos.
Comúnmente
se utilizan dos salvaguardas para minimizar las oportunidades de fraude:
- Confirmar la identidad del
elector: para evitar que alguien utilice
el registro válido de otra persona para sufragar, algunos sistemas exigen
la identificación del elector. Esto permite que los oficiales de las mesas
revisen si la persona que se presenta a votar es realmente quien está
registrada. Para comprobar la identidad, la persona debe mostrar el
documento de registro electoral (si procede) u otro tipo de identificación
aceptable.
- Identificar a las personas
que ya votaron: para evitar que una persona vote
más de una vez, algunos sistemas marcan a los electores que ya han
sufragado (o sus documentos de identificación). Con un control adecuado en
el centro de votación, las personas a las que se les ha marcado ya no
pueden volver a votar. El sistema de marcado más común comprende mojar uno
de los dedos del elector en tinta indeleble. Otros sistemas emplean sellos
en las manos que son visibles únicamente en luz fluorescente. El organismo
electoral debe asegurarse de que existe tinta suficiente para todos los
electores y que ésta no desaparecerá antes de que finalice la elección. El
almacenamiento y la distribución deben monitorearse para prevenir el uso
de la tinta por parte de personas que pretendan evitar que los electores
emitan su voto por un candidato opositor.
[1]
Ver Hirst v. Reino Unido (N°2), [2005]
TEDH 681, [2006] 42 ECHR 41 (La Convención Europea sobre Derechos Humanos exige
que a las personas sujetas a los sistemas penales o correccionales no se les
inhabiliten sus derechos electorales. Ya que la prisión por sí misma no es
suficiente para la exclusión del voto.