El registro de electores es una de las etapas en las
que existen oportunidades significativas para manipular los resultados
electorales. Por esta razón se realizan esfuerzos especiales para garantizar que
la lista electoral sea precisa y confiable. La precisión en este caso significa
que todos los electores elegibles están incluidos; están inscritos solamente
una vez; y sólo están registradas las personas elegibles.
Crear y mantener una lista de electores precisa requiere
de salvaguardias internas, así como de un sistema de verificaciones comparadas.
Es vital mantener las listas actualizadas y eliminar los registros duplicados,
los nombres de los electores que se han mudado del distrito electoral o han
perdido elegibilidad (como los muertos, los incompetentes o aquellos a quienes
se les han suspendido sus derechos como elector por una condena penal).
Igualmente crítico para mantener la integridad electoral es el monitoreo de
cerca y el cumplimiento de los procedimientos pertinentes del registro
electoral.
Garantizar
que se registren solamente los electores elegibles
Los partidos políticos y los candidatos con
frecuencia hacen lo posible para garantizar que sus simpatizantes se registren
para votar. Pueden ofrecer incentivos, tales como el transporte a los sitios de
registro o promesas de beneficios para el área en caso de que ganen las
elecciones. Algunos partidos y candidatos erróneamente pueden ir tan lejos como
alentar a la gente a registrarse en un distrito electoral en donde no residen,
o a registrarse a pesar de no ser elegibles para votar.
Algunas personas que no son ciudadanos o son menores
de edad pueden tratar de registrarse. Otros pueden intentar registrarse más de
una vez. La mayoría de los sistemas impiden y previenen esos abusos al exigir a
los solicitantes que muestren alguna prueba de su identidad o ciudadanía; esto
es común particularmente en países con falta de confianza en el proceso
electoral o con antecedentes de fraude electoral. Sin embargo, la integridad
también puede estar en riesgo si la necesidad de probar la identidad se vuelve
tan agobiante que aleja a los electores potenciales. Esto ocurrió durante las
elecciones legislativas de 2003 en Camboya, cuando las personas que deseaban
registrarse tuvieron que presentar varios documentos de identificación y pagar
cuotas para obtenerlos.[1]
Estos problemas se pueden evitar al exigir que los
electores muestren documentos que ya deben tener o que están disponibles
fácilmente, como un documento nacional de identidad, un certificado de
nacimiento o un pasaporte. También debe haber alternativas para las personas
cuyos documentos fueron destruidos en la guerra o que nunca emitió el gobierno.
Por ejemplo, en las elecciones del año 2000 en Haití, dos electores registrados
podían avalar a una tercera persona sin documentos de identidad. Los números de
identificación de los dos garantes se anotaban en la lista electoral y se les
consideraba responsables de la veracidad de su garantía. Igualmente, en las
elecciones nacionales de Liberia de 2005, los electores que carecían de otras
pruebas de elegibilidad podían registrarse mediante la certificación de un jefe
de aldea o clérigo.
Documentos
de registro electoral y precisión de las listas
La mayoría de los países tienen una lista de las personas
registradas para votar. Debido a que ésta se utiliza el día de la elección para
determinar quién puede votar, la lista debe ser precisa y se le debe proteger
de cualquier manipulación. Al registrar los nombres en la lista, algunos
sistemas emiten un documento a cada elector. El documento comprueba que la
persona ha solicitado su inscripción y que la solicitud ha sido aceptada.
Normalmente, el elector debe mostrar este documento en los sitios de votación
para poder votar.
En algunos lugares (como Rumania), se endosa el
documento u otra forma de identificación del elector, al demostrar que el
elector votó en una elección. Esto ayuda a prevenir la votación múltiple, pero
puede someter a los electores a la presión de varias autoridades (incluidos los
funcionarios locales) si no han votado. Si se presenta otro tipo de
identificación para tal efecto, debe limitarse a un documento electoral y no a
otro de identificación general. El documento también debe diseñarse de tal manera
que pueda refrendarse con una marca permanente (como, por
ejemplo, laminarla en la parte frontal pero no en el reverso).[2]
Los documentos electorales son una salvaguardia de
la integridad. Para ser efectivas, deben tener rasgos de seguridad que impidan
el uso no autorizado o la falsificación. Por ejemplo, los números de serie
pueden permitir a los administradores electorales rastrear los documentos. Si
el fraude en el registro es un problema mayor, se puede utilizar papel especial
para hacer que los documentos sean más difíciles de falsificar. En algunos
sistemas, el documento lleva las huellas digitales o la fotografía del elector,
y éstas también aparecen en la lista de electores.
Antes de la reforma electoral en México, la lista electoral
se utilizaba en gran parte para manipular los resultados electorales. Esta es
la razón por la cual una de las reformas de 1996 pretendió que la lista fuera más
precisa. Por ejemplo, se incorporaron las huellas dactilares a los documentos
electorales para reducir la posibilidad del voto múltiple.[3]
Las listas de electores también deben numerarse en
secuencia ordinal o de otro tipo para que las autoridades electorales las
puedan rastrear y verificar si faltan algunas. Si la lista de electores se
compila teniendo como base los datos de registro civil, entonces - para proteger
la privacidad del elector - el número de registro civil del elector no debe
aparecer en ninguna lista publicada.
Las listas pueden producirse por duplicado o
triplicado, una copia para la oficina electoral local, otra para la oficina
regional y una tercera para la oficina nacional, según corresponda. Esta
práctica puede impedir la manipulación interna, como la incorporación o
eliminación ilícita de nombres, debido a que sería difícil hacer los mismos
cambios en cada copia de la lista.
Generalmente se coloca una copia de la lista de
electores en un lugar público para que los ciudadanos, los partidos políticos y
los supervisores puedan revisar los nombres que contiene. El calendario
electoral suele establecer un plazo para revisar y hacer correcciones a las listas
con el fin de rectificar los errores o eliminar los nombres de las personas no
elegibles. Los electores deben tener la oportunidad de llevar a cabo su propio
registro, y también se les debe permitir confirmar el registro de sus familias
y de los residentes de su propiedad. Los candidatos, partidos políticos y
organizaciones nacionales de observación también pueden inspeccionar las
listas, y los participantes en las elecciones deben tener la capacidad de
solicitar las correcciones, en caso de ser necesarias.
Monitorear
Monitorear el registro electoral por parte de un
gran número de observadores nacionales e internacionales, así como de los
partidos políticos monitores, es un factor disuasivo eficaz para los tipos de
fraude y manipulación más comunes durante esta fase del proceso electoral. Los
ciudadanos individuales también pueden desempeñar un papel en ayudar a garantizar
un registro preciso al ver las listas publicadas y señalando o incluso cuestionando
el registro de las personas que creen que no son elegibles. En Nueva Zelandia, por ejemplo, cada
oficina del Registrador de Electores tienen una copia de toda la lista electoral
nacional, y cada oficina postal tiene una copia de la lista local.[4] Las listas están abiertas
para la inspección pública. En la mayoría de los países se utilizan métodos
similares.
Aplicación
de la Ley de Registro
La aplicación de las reglas sobre el registro y de las
disposiciones contra el fraude ayuda a mantener una lista electoral limpia y
precisa. En casi todos los sistemas electorales, es ilegal falsificar las
listas electorales y generalmente se procesa a los infractores. En algunos
países, como los surgidos de la ex Yugoslavia, también existen
disposiciones en la ley que penalizan a los funcionarios que de manera
deliberada no registren a los electores o que de alguna manera les nieguen sus
derechos electorales.
[1] Instituto
Nacional Demócrata para Asuntos Internacionales (NDI), Cambodian Elections: Lessons Learned and Future Directions - Post-Election Conference
Report, Febrero, 2014.
[2] D. Finn, “Civil and Voter Registration in
Romania”, Elections Today (publicación trimestral de la Fundación Internacional
para los Sistemas Electorales, IFES), Vol. 9, N° 2, (Invierno 2000), pp. 11-12.
[3] Schedler, Andreas, Distrust
Breeds Bureaucracy: The Formal Regulation of Electoral Governance in Mexico, Ciudad de México, Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), 1999, p. 14.
[4] Comisión Electoral de Nueva
Zelandia, Everything You Need to Know
about Enrolling to Vote.