El que tanto cuente el gobierno de un país con un historial de respeto a la libertad de los medios tiene una gran importancia en la capacidad de estos para informar sobre las elecciones. A menudo, un país con poco historial también tendrá poca experiencia en elecciones, o al menos en elecciones libres y democráticas.
El significado de ese historial es tal que, incluso cuando se han levantado restricciones -por ejemplo, en la transición de un gobierno autocrático a uno democrático-, los medios pueden estar todavía influenciados por el recuerdo de la represión previa y tener reservas para informar de manera independiente y categórica. O puede que ocurra justo lo contrario: que los medios se solacen en nuevo clima de libertad, pero se conduzcan de una manera poco profesional e irresponsable. El legado de restricciones a la libertad de los medios puede pervivir en una estación de propiedad estatal o controlada por el gobierno que, aún en el contexto de un nuevo sistema democrático, se muestre renuente a actuar con independencia del gobierno. Con frecuencia lo que entra en juego es una combinación de los anteriores elementos. En un contexto así, las autoridades encargadas de regular la operación de los medios cumplen una función crucial en la creación de un ambiente más propicio para que los medios lleven a cabo las funciones poco familiares de información electoral de manera libre y profesional.
Existen diversas acciones a través de las cuales los gobiernos pueden infringir la libertad de los medios. Entre las más comunes se pueden citar:
- Ataques físicos a los medios y periodistas. Los más serios ataques usualmente tienen como propósito silenciar a algunos críticos e intimidar a otros. Los periodistas son golpeados, asesinados o "desaparecidos". Las locaciones de los medios son atacadas, allanadas ilegalmente o incendiadas. El blanco pueden ser los vendedores de periódicos, a quienes se les pueden golpear o confiscar ilegalmente los periódicos.
- El uso de recursos legales extremos contra los medios. El más amenazante de todos ellos es la censura previa, es decir, que la emisión de cualquier publicación esté sujeta a autorización oficial previa. El requisito de obtener licencia para las publicaciones o para ejercer la labor periodística, les confiere a las autoridades un fuerte control sobre los medios. Todo un arsenal de disposiciones legales puede ser utilizado para restringir la libertad de los medios, a menudo apelando a la seguridad nacional. Esas disposiciones pueden ser usadas como base para levantar cargos criminales contra los periodistas o propietarios de los medios, que pueden culminar en encarcelamientos prolongados. A veces se utilizan cargos de difamación o sedición, aún y cuando sea poco probable que los casos terminen en litigio judicial, con el propósito de intimidar a los periodistas o a sus fuentes de información. La imposición de medidas legales contra impresores y distribuidores es una forma muy efectiva de dañar la operación y la orientación independientes de los medios.
- Fuertes regulaciones sobre los medios. Un virtual o total monopolio estatal sobre los medios es una forma sumamente efectiva de evitar que se escuchen voces críticas. Aunque la máxima del periodismo es la de morirse en la raya por obtener un titular de ocho columnas, no hay duda que el control gubernamental de los medios ha sido - y sigue siendo-, el medio más común para restringir lo que el público aprende.
- Aún cuando existen medios independientes y se encuentran exentos de constreñimientos legales, el control gubernamental de recursos vitales como la electricidad, los talleres gráficos, los transmisores o los equipos de computo puede ser utilizados para intimidar o silenciar a voces independientes.
Es en las nuevas democracias o en fase de transición donde el legado de este tipo de restricciones tiene más incidencia. A veces siguen vigentes algunas leyes restrictivas, aún y cuando no son utilizadas tan a menudo como antes. Su simple existencia puede ejercer lo que convencionalmente se denomina un "efecto amenazador" en la libertad de los medios. Algunas veces, durante un período de transición, la violencia contra los medios puede efectivamente incrementarse, a medida que gobiernos represivos ya no pueden recurrir al mismo tipo de medidas de control legal de los medios y recurren a medidas secretas e informales de represión.
Con mayor frecuencia, es probable que un tercer tipo de restricciones siga vigente, las relativas al control gubernamental de una gran parte de los medios. Los gobiernos también pueden ejercer un control estricto sobre el sistema de autorización de licencias o permisos para operar medios de comunicación, con el resultado de que incluso los medios "independientes" son de hecho controlados por sus aliados políticos.
Pero no son solo las dictaduras las que restringen a los medios. Aún en democracias muy bien establecidas existen tensiones entre el gobierno y los medios. Esto es inevitable y no del todo indeseable ya que, después de todo, se trata de que los medios actúen como vigías de los gobiernos (ver Medios y Democracia). Sin embargo, estas tensiones no son absolutamente saludables. En las democracias desarrolladas es menos probable que los periodistas enfrenten amenazas al cumplir con sus deberes, pero pueden tener que hacer frente a demandas legales, por ejemplo, para forzarlos a revelar fuentes de información confidencial. Muchos de los juicios de la Corte Europea de derechos Humanos que han fijado normas sobre las obligaciones del gobierno respecto a la libertad de los medios han surgido de casos donde se han infringido derechos de los periodistas.
Ver Medidas para la Protección de los Periodistas y Seguridad de los Periodistas.