La palabra 'regulación' es una de las que ponen nerviosos a los periodistas y a los radiotransmisores, aunque en la realidad en casi cada país del mundo una persona decide quién puede transmitir y sobre qué frecuencia. El principal argumento a favor de contar con un órgano de esta naturaleza es que tanto la radio como la t.v. son recursos limitados. Es materia de política nacional la forma en que están distribuidos -distintos a la publicación de diarios, por ejemplo, los cuales en gran medida pueden determinarse sobre la base de qué es lo que los electores quieren leer. Si no hubo una adjudicación estatutaria de frecuencias, entonces cualquier persona con un potente transmisor, puede establecer una transmisora con una débil señal desde una frecuencia adyacente. De ahí que la regulación, cuando es instrumentada adecuadamente, no es un medio de censura, sino que sirve para asegurar que se escuchen una gran variedad de opiniones.
Existe un creciente argumento de que en la era de las transmisiones vía satélite y la tecnología digital, así como de la convergencia entre las transmisiones y telecomunicaciones, los viejos razonamientos para la regulación de estos medios se hayan vuelto redundante. Ahora, se dice, que hay suficientes canales para que la gente exprese su opinión. Sin embargo, la realidad es que la mayor parte del auditorio para transmisiones, aún utiliza las viejas tecnologías -a menudo desde una pila eléctrica, un radio de transistores con mecanismo de reloj, o hasta un equipo de ordinario de t.v. Actualmente, puede haber una mayor y más amplia disponibilidad de tecnología satelital que antes, pero las transmisoras privadas comunitarias o muy limitadas (sin mencionar a las transmisoras públicas nacionales) aún dependen de las viejas prácticas.
Las frecuencias disponibles dentro de un país serán adjudicadas, después de un proceso de negociación, por la Unión Internacional de Telecomunicaciones. La forma en que están distribuidas a las transmisoras dentro del país, variará enormemente. Un ejemplo del pensamiento moderno sobre este problema se refiere al de Sudáfrica, donde la Constitución contempla la existencia de un órgano regulador independiente. La Autoridad Reguladora de Comunicaciones en Sudáfrica (formalmente la Autoridad Independiente sobre Transmisiones) tiene responsabilidad para regular a las transmisoras en tres sectores: público, privado y comunitario. Es inusual que un órgano regulador tenga autoridad sobre las transmisiones públicas, sin embargo tiene la ventaja de que debería permitir el desarrollo de una política nacional de transmisiones coherente. La Comisión Federal de Comunicaciones de los Estados Unidos también cuenta con la responsabilidad global de la adjudicación de frecuencias, pero en una situación donde hay una transmisión pública limitada. En Canadá, la Corporación de Transmisiones Canadiense es responsable ante el Parlamento, mientras que un organismo independiente, la Comisión de Radio, Televisión y Telecomunicaciones Canadiense, es responsable de regular las transmisiones privadas.
Actualmente está generalmente reconocido que las licencias de transmisión deben ser adjudicadas por una organismo público responsable e independiente, de acuerdo a un criterio predeterminado. Un órgano regulador regularmente incorporará un procedimiento para quejas, el cual dará lugar a la imposición de multas a transmisoras por atentar con los términos de la licencia. En casos extremos, la sanción podría ser la negativa a renovar las licencias después de haber expirado, e inclusive revocarla previo al plazo originalmente pactado para su vencimiento.
Todo lo anterior es muy importante en un contexto electoral, ya que la regulación de las transmisiones conlleva algunas de las funciones asumidas por el órgano de supervisión electoral con relación a los medios. Será más práctico, por tanto, que el regulador de las transmisiones juegue ese papel.