Un porcentaje muy grande de los medios en todo el mundo -especialmente la radio y la televisión-, son propiedad pública o del estado. Se utilizan tres términos distintos que, al menos en principio, tienen un significado diferente:
- Medios públicos que utilizan fondos públicos para realizar transmisiones de interés para todo el público.
- Medios propiedad del estado (si bien el estado se financia con fondos públicos) y directamente operados por él.
- Medios que son propiedad y son controlados por el gobierno en funciones (pero que también utilizan fondos públicos).
Son dos los modelos de telecomunicaciones públicas o estatales que se desarrollaron en paralelo. En Europa Occidental, la mayoría de las telecomunicaciones fueron originalmente de propiedad pública, pero operando normalmente bajo estrictas garantías legales de independencia respecto al gobierno en funciones. Al mismo tiempo, en la Unión Soviética (y después en muchos países bajo su liderazgo), operó un modelo de telecomunicaciones bajo control gubernamental y orientado al logro de determinados objetivos estatales.
El modelo de servicio público europeo generalmente funcionó bien en sus países de origen pero no se difundió debidamente. Los medios coloniales basados en el modelo británico o en el francés disfrutaron de muy poca de la independencia de sus precursores metropolitanos, basándose más en prácticas convencionales que en fuertes garantías legales. Después de la independencia, los gobiernos poscoloniales continuaron con la tradición de las comunicaciones como propaganda gubernamental. De ahí que la clara distinción de origen entre el gobierno y los medios públicos se haya perdido por mucho en la práctica.
Pero la distinción sigue siendo importante. Las transmisoras de servicio público se fundaron en una convicción que sigue siendo válida en gran parte del mundo: el sector privado por sí mismo no puede ser garantía de pluralismo. El problema es que los medios gubernamentales también han fallado mucho en hacerlo. En muchos países, el advenimiento de las telecomunicaciones privadas terminó propiciando que el gobierno reforzara su control editorial sobre los medios públicos.
En algunos casos ha habido serios intentos por reavivar y modernizar el ideal de servicio público: en Sudáfrica, por ejemplo, donde desde 1993 las telecomunicaciones públicas gozan de independencia reconocida legalmente e incluso, en algún momento, sus juntas directivas fueron nombradas después de realizar audiencias públicas.
Los medios públicos o estatales suelen ser financiados de una de tres fuentes fundamentales:
- Una cuota para concederles licencia que es pagada por los televidentes.
- El presupuesto gubernamental
- Publicidad comercial.
En algunos casos este puede ser complementado por otros ingresos, como la venta de programas. Estas distintas fuentes de ingreso tienen implicaciones potenciales para la independencia cotidiana de los transmisores. Una tarifa de operación o la publicidad comercial puede hacer más fácil que el medio guarde distancia respecto al gobierno, aunque seguirá dependiendo de mecanismos gubernamentales (con frecuencia del servicio postal) para juntar la cuota.
Gran parte del debate acerca de la "regulación" de los medios durante las elecciones -un término que crea nerviosismo entre algunos defensores de la libertad de expresión-, en realidad tiene más que ver con el hecho de que medios financiados públicamente operen con la debida independencia del gobierno en funciones, que con tratar de restringir las operaciones de los medios que ya disfrutan de plena independencia editorial.
Los medios de propiedad pública o estatal se ubican usualmente en el campo de las telecomunicaciones. Pero todavía existen muchos diarios o medios impresos de propiedad gubernamental. No gozan de la misma racionalidad económica que los medios de telecomunicación públicos y a menudo funcionan apenas como algo más que propagandistas del gobierno. Sin embargo, hay excepciones, el periódico del gobierno de Uganda, por ejemplo, es reconocido como una fuente informativa confiable e independiente. Pero con frecuencia, incluso, enfoques innovadores para la propiedad de los medios impresos desembocan en el mismo viejo patrón. Inmediatamente después de su independencia, Zimbabwe creó una Junta Directiva de Medios Masivos para ejercer control sobre su principal cadena de diarios. En la práctica, esta rápidamente degeneró en un control editorial directo por parte del Ministerio de Información.41