En mayo de 2000, un periodista belga, Georges Ruggiu, que colaboraba con Radio Television Libre de las Mil Colinas (RTLM por sus siglas en francés) en Ruanda, fue declarado culpable por incitar asesinatos durante el genocidio de 1994. Al momento de escribir esta colaboración, otros tres periodistas en Ruanda también enfrentaban cargos de genocidio en el Tribunal Criminal Internacional para Ruanda.111 Este es un caso de prédica a favor del odio o la violencia en su máxima expresión.
El papel del RTLM en el genocidio de Ruanda ha sido muy discutido. Pero, qué tan relevante es para los administradores electorales tratar de enfrentar el problema de las prédicas a favor del odio o la violencia en una campaña electoral?.
El primer punto a notar es que el RTLM no era una estación de radio ordinaria que cubría las posiciones extremas de otros. Era un instrumento de los extremistas Hutu que planearon e instigaron el asesinato masivo de Tutsis. De ahí que no sea un asunto directamente relevante para efectos de la cobertura de campañas, donde se pueden hacer afirmaciones extremas y luego difundirlas a través de los medios noticiosos.
En segundo lugar, el RTLM jugó dos funciones totalmente distintas en distintos momentos de su existencia. En sus primeros meses, hasta el inicio del genocidio de abril de 1994, difundió de manera divertida y sutil propaganda anti-Tutsi. (la evidencia de que era divertida es que la guerrillas Tutsi del Frente Patriótico de Ruanda preferían escuchar al RTLM en vez de su propia estación de radio).
Pero una vez que se inició el genocidio, cambió el carácter de las transmisiones de la RTLM. Empezó a dar detalles de aquellos que debían ser acosados y asesinados - al punto de ofrecer descripciones individuales y número de placas de automóviles.
112 Esto no era tanto prédica a favor del odio o la violencia como un involucramiento directo en los asesinatos. No está totalmente claro porque se alegaba la culpabilidad de Ruggiu ante el Tribunal Internacional, pero es probable que se trate más de su involucramiento directo que de un caso de prédica a favor del odio o la violencia.
En tercer lugar, el genocidio de Ruanda fue, por supuesto, único en su género y es muy poco probable que sus circunstancias se repitan en algún otro lugar. Sin embargo, la participación de la estación de radio en el genocidio reporta una lección importante. En 1989, el gobierno de Ruanda se embarcó con reticencias en un proceso de democratización por presiones internacionales. Una de las muchas reformas institucionales que no llevó a cabo fue la referida al sistema de radio y televisión. De ahí que no hubiera estaciones subvencionadas públicamente que reflejaran las opiniones de las distintas comunidades -a cambio operó la virulenta estación pro-Hutu Radio Ruanda.
No existió un proceso independiente y transparente para otorgar autorizaciones a las estaciones privadas. La única estación privada fue RTLM, con su propaganda a favor del genocidio. Por supuesto, la reforma del sistema de radio y televisión no hubiera detenido el genocidio. Pero la existencia de distintos puntos de vista al aire hubiera ayudado a neutralizar el efecto de RTLM y radio Ruanda. Esta es la lección más útil de Ruanda para los administradores de elecciones y los propietarios de medios electrónicos en cualquier otro lado.113