Ya sea que un país permita o no el pago de propaganda política en transmisiones es probable que dependa en gran medida de las tradiciones y del estilo de los propietarios de radiodifusoras y consecuentemente de la modalidad del sistema regulador correspondiente.
Algunos pueden considerarlo tan curioso como que el problema del pago por concepto de propaganda política de partidos políticos y candidatos en periódicos es apenas controversial. La práctica más conocida a nivel mundial es universalmente la misma: se permite la propaganda, sujeta únicamente a otras limitaciones como los techos de gastos de campaña y algunas restricciones en su contenido.
No obstante, el hecho de que muchos países hayan seguido un curso distinto relacionado con la propaganda política en radio y televisión puede deberse a dos factores:
- Primero, el costo por propaganda en radio o, especialmente, en televisión generalmente es mucho más alto comparado con el de los medios impresos.
- Segundo, las radiodifusoras o son dueños de la publicidad, o reciben la parte que les corresponde del espectro de frecuencia de un organismo público.
Por supuesto que ninguno de estos dos factores en sí automáticamente derivan en una prohibición de propaganda política en radio. Sin embargo, quizá sea necesario que se haga una aclaración sobre el porqué de la diferencia en el enfoque seleccionado.
Abundando, los países que tienen una larga tradición de radiodifusoras propiedad del estado, tales como Francia, Gran Bretaña y Dinamarca, tienden a mostrarse renuentes a pagar propaganda política. Los países que cuentan con una fuerte tradición relacionada con la propaganda comercial -Los Estados Unidos representan el extremo- tienden a considerar como natural la propaganda política (ver Países que Permiten el Pago por Concepto de Propaganda Política). Cabe destacar que el país europeo donde las transmisiones comerciales son más dominantes (Finlandia) debería ser el único a quien se le debe permitir una propaganda política sin límite.
Esta es la tendencia más problemática, pero también existen muchas excepciones. En Canadá, por ejemplo, quien cuenta con una conocida tradición de transmisiones públicas parecida a la prevaleciente en el Reino Unido, tiene un enfoque mucho más cercano al de su vecino del sur. Tampoco es necesario que se tenga que hacer algo con la aceptación o no de la estación de radiodifusión para propaganda comercial. La Corporación de Radiodifusión del Reino Unido, siempre ha mantenido una prohibición estricta con relación a la propaganda comercial, sin embargo la transmisora pública francesa la ha permitido desde 1960. Cada uno de ellos mantiene una estricta prohibición sobre propaganda política.
Un patrón común, por supuesto, es para las transmisiones públicas dar libre acceso directo a espacios de transmisión de acuerdo a un criterio predeterminado, mientras que las transmisoras privadas venden espacios de publicidad a partidos y candidatos, a menudo de acuerdo a un criterio distinto. Este es el caso, por ejemplo, en Alemania, y lo fue también en Italia inmediatamente después de la legalización de la propaganda comercial privada.
El Argumento de la propaganda política
El argumento a favor del pago por concepto de propaganda política recae en el ámbito de la libertad de expresión y encuentra su apogeo en los Estados Unidos. Generalmente se asume que la primera enmienda a la Constitución protege el pago por concepto de propaganda política. En efecto, los límites para las contribuciones de campaña a menudo son criticados por ser una violación a esta primera enmienda.84
Bajo este argumento se asume que se permite el gasto de dinero en propaganda equilibrando el debate entre los contendientes. Esto no toma en cuenta el problema que cuando se poseen abundantes recursos financieros no necesariamente es igual que tener ideas políticas de real valor. Un partido político representa las aspiraciones de los pobres y los no privilegiados que pueden estar en desventaja bajo tal sistema. Es por mucho el primer argumento mundial, que no está dispuesto a transferir a países donde la riqueza es generada primeramente por una oficina gubernamental o por patrocinio político. En muchos países, el partido en el poder es el más rico y puede sufragar gastos de publicidad en mayor cantidad.
El argumento en contra de la propaganda política
El argumento en contra de la propaganda política está basado en la igualdad: todos los partidos o candidatos deben tener igual o acceso libre a programación directa sin la intervención del estado sobre sus campañas financieras. Los países que se pronuncian a favor de un sistema igualitario de acceso directo ("mec04a01a") casi siempre tiene una prohibición relacionada con la propaganda política. Pero hay mucho otros, como el del Reino Unido, que operan bajo sistemas de "equidad".
Uno más de los argumentos en contra de esta modalidad de propaganda es que incrementa el "dumbing down" del debate político. Queda claro que el pago publicitario generalmente es más corto en duración que los espacios de acceso directo y normalmente tienden a "vender" la idea o imagen de un candidato o partido (o denigrar al oponente) más que desarrollar un argumento. La diferencia en duración es sorprendente: un promedio de transmisión de espacios de propaganda en Finlandia es de 10 a 25 segundos y en los Estados Unidos es de 30 a 60 segundos. En Francia, el Reino Unido y Dinamarca la duración de los espacios libres fluctúa entre los 5 y los 10 minutos. 85
Los que es aún más sorprendente, es el número de países que hacen una combinación de las transmisiones de acceso directo pagadas y no pagadas. Generalmente, el enfoque tendrá que designar a los partidos un reparto de tiempo libre de acceso directo, el cual deberá ser limitado con el pago de propaganda si el partido elige hacerlo y puede sufragar el costo. (Ver Un Sistema Mixto de Publicidad y Libre Acceso).