Distritar
Distritar
implica determinar el número, el tamaño y los límites de los distritos
electorales. Un distrito es un área de votación con un número determinado de asientos
para la elección. La distritación puede tener un impacto significativo en la
integridad electoral. Para respetar el principio de una persona, un voto, la
representación de cada distrito debe ser relativamente igual. Cuando un
organismo partidista realiza la distritación, puede convertirse en una
herramienta política para marginar a grupos específicos o para garantizar que
se elijan determinados candidatos o partidos. La distribución debe realizarse de
manera regular para garantizar la representación equitativa, teniendo en cuenta
los cambios de población.[1]
Una persona, un voto
La
representación de cada distrito debe ser aproximadamente igual en términos de
la proporción de asientos por electores. Esto asegura que todos los electores, sin
importar su lugar de residencia, estén representados por igual.
Sin
embargo, se debe considerar el contexto ya que varios países reconocen que la
igualdad poblacional no es el único criterio importante para la representación.
Se pueden considerar otros factores para garantizar no sólo una representación
igual, sino también efectiva – por ejemplo, la identidad cultural, la historia
y la geografía de un distrito electoral (que contengan regiones escasamente
pobladas o aisladas), y la presencia de minorías.
Estos
factores pueden entrar en conflicto con el principio de una persona, un voto.
Como una solución, muchos países prescriben la desviación aceptable de la
igualdad absoluta. Algunos países también consideran que es importante la
participación pública en el proceso de distritación. En Canadá, por ejemplo, a los reajustes de los límites electorales les
precede una serie de audiencias públicas a través de las cuales a los electores
se les da la oportunidad de expresar sus puntos de vista, de ese modo hacer que
el proceso sea lo más justo posible.[2]
Influencias partidistas
Un
organismo independiente o los administradores electorales pueden (tal vez
"deben") ser los responsables de la distritación, pero en algunos
países ésta es una tarea para los grupos partidistas en la legislatura. Esto
permite que los políticos establezcan los límites con beneficio para su
partido, es decir, que establezcan las líneas para que el apoyo de la oposición
se concentre en algunos distritos y el partido gobernante mantenga una ventaja
en otros distritos. Los límites también pueden manipularse al esparcir el apoyo
para la oposición en varios distritos electorales.
Al
proceso de trazar las líneas para garantizar la ventaja partidista con
frecuencia se le conoce como "gerrymandering", en nombre de un ex
gobernador de Massachusetts (EE.UU.), Elbridge Gerry, que formó un distrito
electoral que se dice tenía una forma parecida a una salamandra. Este proceso
ocurre principalmente en los sistemas electorales que tienen jurisdicciones de
un solo miembro (también denominadas "distritos uninominales). En los
países que transitan hacia la democracia, el gerrymandering a menudo se traduce en asignar más asientos a las
regiones donde el partido en el poder cuenta con un gran apoyo. Este fue el
caso en Kenia en 1997 y de Nigeria en 1999.[3]
Para
evitar el gerrymandering, algunos países protegen el proceso de distritación de
la interferencia política. En Canadá,
las comisiones completamente independientes reajustan los límites electorales.
Cada provincia tiene su propia comisión conformada por tres miembros: el presidente
del poder judicial de la provincia nombra a un juez para dirigir la comisión, y
el Presidente de la Cámara de los Comunes designa a los otros dos miembros.[4] En Nueva Zelandia, los
reajustes los realiza un organismo estatutario independiente conocido como la
Comisión de Representación, conformada por la Oficina de Estadística, el
Inspector General y el Director General de Elecciones.
Reajustando los límites electorales
Las
poblaciones cambian con el tiempo. Los residentes de las zonas rurales se mudan
a las áreas urbanas y la demografía de un país cambia. Los límites electorales
deben revisarse de manera periódica para salvaguardar la integridad electoral y
el principio de una persona, un voto. Para tomar en cuenta esos cambios sin
crear cargas administrativas excesivas, la redistritación debe hacerse con una
periodicidad razonable, por ejemplo, cada 5 a 10 años.
El
momento para redistritar puede afectar el resultado de una elección. Para los
gobiernos o los políticos proclives al gerrymandering, el momento ideal para
redistritar es justo antes de una elección.
[1] Ver OSCE/OIDDH, “Existing Commitments”…, op. cit. Parte Uno, párrafo 3.3: “When necessary, redrawing of election districts shall occur according
to a predicable timetable, and through a method prescribed by law and should
reflect reliable census or voter registration figures. Redistricting
should also be performed well in advance of elections, be based on transparent
proposals, and allow for public information and participation.” [Traducción no oficial: “Cuando sea necesario, se debe
realizar la redistribución de los distritos electorales de acuerdo con una
calendario previsible y a través de un método estipulado por la ley, y debe
reflejar las cifras confiables del censo o del registro de electores. La
redistritación también debe llevarse a cabo con suficiente anticipación a las
elecciones, basarse en propuestas transparentes, y permitir la información y
participación de la ciudadanía”].
[2] Sax, Herschell, “Readjustment of Federal Electoral Boundaries”, Electoral
Insight, Mayo, 2002.
[3] Elklit, Jorgen, “Electoral
Institutional Change and Democratic Transition: You Can Bring a Horse to Water,
But You Can’t Make It Drink,”documento presentado al Consorcio Europeo para
la Investigación Política, 1999.
[4] Sax, Herschell, “Readjustment of Federal Electoral Boundaries”, op. cit.