Las elecciones competidas son la base de una democracia representativa donde los ciudadanos eligen a quienes han de actuar como sus representantes en el diseño y aplicación de las leyes y las decisiones políticas. Las elecciones también sirven como un mecanismo para que los oficiales sean responsables y rindan cuentas por su desempeño en el cargo, y los electores los juzguen votando en su favor o en contra de ellos y sus partidos. Los procesos electorales también sirven para tomar decisiones políticas, como cuando se llevan a cabo referendos sobre cuestiones de interés público. Toda vez que los ciudadanos tienen interés personal en la elección y serán gobernados por las personalidades y políticas de quienes ganen, las elecciones pueden convertirse en acontecimientos emocionales.
Los altos intereses políticos o personales que entran en juego en el resultado de una elección, o la percepción de un interés personal, pueden ser el origen de muchos problemas de integridad. La mayoría de éstos comprenden un comportamiento personal poco ético que pretende garantizar un determinado resultado electoral (ver Comportamiento Ético). Pero no todos los problemas de integridad son causados por una acción deliberada o corrupta. A fin de que el proceso refleje con precisión la voluntad de los votantes, el sistema electoral debe ser libre, justo y competitivo. Esto requiere que el Marco Legal y El Marco Institucional sean diseñados para proteger la integridad de la elección y que incluyan las salvaguardas legales e institucionales requeridas.
También exige una administración transparente y precisa (ver Proceso Justo y Equitativo) del marco legal y del proceso electoral y que todos los oficiales y participantes sean responsables y rindan cuentas por sus acciones (ver Rendición de Cuentas). Finalmente, exige un monitoreo y cumplimiento legal continuo (ver Monitoreo y Cumplimiento de la Ley).
Estos mecanismos institucionales y legales también deben asegurar un clima exento de intimidación y temor, para que los votantes puedan expresar libremente su voluntad sin temor de represalia alguna.
Estos objetivos se sintetizan en los estatutos de la Asociación de Autoridades Electorales de África (AAEA), cuyos objetivos comprenden:
- la promoción de elecciones libres y justas;
- la promoción de organizaciones y administradores electorales independientes e imparciales;
- la promoción de la confianza pública en proceso electoral a través de procedimientos abiertos y transparentes;
- la promoción de la participación de los ciudadanos, contendientes políticos y ONG's no partidistas en el proceso electoral;
- el desarrollo de oficiales electorales profesionales con gran integridad, un gran sentido de servicio público y un compromiso con la democracia; y
- el compromiso de crear una cultura democrática y un clima en el que las elecciones se puedan desarrollar de manera pacífica63