El último paso que deben realizar los administradores electorales es anunciar los resultados oficiales, que deben reflejar con precisión los votos totales e incluir la resolución oficial con respecto a las papeletas y escrutinios que generan controversia. Asegurar resultados precisos es un factor esencial para la integridad electoral. Es posible recurrir a la manipulación del resultado oficial como "mecanismo de último recurso"230 mediante el cual las victorias se exageran y las derrotas se corrigen. En estos casos, los resultados oficiales pueden no reflejar la voluntad de los electores, lo cual daña la integridad de la elección.
La integridad de los resultados oficiales puede protegerse usando las mismas salvaguardas que se usaron para proteger la integridad del voto (ver Medidas de Integridad para Protección contra el Fraude) y Escrutinio. Estas incluyen tener sistemas eficientes con mecanismos de control adecuados y buena supervisión. El monitoreo continuo de observadores y supervisores durante el escrutinio puede impedir la manipulación de los resultados. Los supervisores pueden comparar su conteo paralelo de votos con los resultados oficiales y reportar de inmediato las diferencias tanto en el sistema oficial de quejas como en la prensa.
Publicar los resultados oficiales de manera oportuna también es importante. Cuanto más tiempo lleve publicarlos, mayor tiempo habrá para manipular las cuentas. Un retraso prolongado en la publicación de resultados, aunque sean exactos, puede despertar sospechas de alteración que podrían dañar su credibilidad cuando al fin se les dé a conocer.
En Sudáfrica, la publicación de resultados oportunos está asegurada por "la comisión (que) puede determinar y declarar el resultado de una elección sin haber recibido los resultados de todos los sitios de votación, si: a) la espera de los resultados de todas las mesas de votación retrasaría indebidamente y sin motivo la determinación y declaración del resultado de la elección; y b) no es probable que los resultados pendientes tengan una influencia real sobre el resultado general de esa elección."
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Toma de posesión
El paso final de un proceso electoral válido es que quien gane la elección tome posesión de su cargo. En las democracias más establecidas, la transferencia del poder de un funcionario electo a otro es rutinaria y no es motivo de conflicto, pero en países en transición, tales como Angola o Myanmar, este paso final puede ser difícil y terminar de manera abrupta con el proceso de elección democrática.
En las sociedades que acaban de atravesar por un conflicto o en países con un historial de gobiernos no democráticos, es importante abordar directamente esta cuestión en el proceso de planeación. Celebrar una elección precisa, transparente, libre, justa y creíble (ver Principios Guía) puede ayudar a minimizar los pretextos que ponga el perdedor para no aceptar los resultados electorales. Los escrutinios paralelos precisos hechos por los partidos políticos pueden ayudar a validar los resultados. Las misiones de Observación Electoral Internacional pueden certificar una elección y sus resultados como "aceptables". Todo esto dificulta que el perdedor pueda justificar su rechazo. Sin embargo, si el partido en el poder que controla el aparato de seguridad o una facción militarizada se rehúsa a aceptar los resultados electorales, queda fuera del control del organismo de administración electoral, y se convierte en un asunto que se resuelve normalmente a nivel político.