El voto secreto es un elemento esencial de la integridad porque brinda a los votantes la independencia de elegir según su voluntad. Si el voto se hace en público o puede ser identificado al momento del escrutinio, el elector se sentiría intimidado y podría cambiar su voto. En el caso de los métodos de voto manual que aún se emplean en la mayoría de los países, el voto secreto se obtiene marcando una papeleta estándar en un sitio privado, por ejemplo detrás de una mampara, fuera de la vista de otros. Después se le coloca en una urna donde se mezcla con muchas otras papeletas, lo cual hace imposible rastrearlo a un elector específico. La cantidad de urnas que es necesario mezclar para asegurar el secreto del voto puede ser un conflicto potencial que se discute en Escrutinio.
El secreto hace que la intimidación y la coacción sean menos eficaces. También dificulta que los grupos de interés, los sindicatos y los grupos étnicos "entreguen el voto" para ciertos candidatos y partidos políticos.
El secreto del voto sólo es eficaz si se respeta, para lo cual es necesario diseñar e instrumentar mecanismos para asegurar que las reglas de privacidad se respeten durante la votación y que nada lo ponga en peligro. En México, la ley electoral responsabiliza a los funcionarios de las mesas de votación del respeto que se guarde al secreto del voto y castiga a aquellos que tienen conocimiento de condiciones o actividades que afectan la libertad y secrecía del voto, pero que no hacen nada para remediarlo.