A lo largo del ciclo electoral,
las mujeres pueden enfrentar numerosas barreras para su participación efectiva
y el cumplimiento de sus derechos electorales. Aunque esta no es una lista
exhaustiva, a continuación se encuentran algunos de los obstáculos que pueden
encontrar las mujeres en diferentes capacidades durante el proceso electoral:[1]
Como candidatas, miembros de partidos
políticos y activistas políticas:
- Roles
tradicionales de género, estereotipos de género y actitudes y normas
discriminatorias.
- El modelo de
política dominado por los hombres que tiende a socavar el valor de las
contribuciones de las mujeres y su participación.
- Falta de
apoyo de los partidos políticos y exclusión de las estructuras de toma de
decisión de los partidos.
- Marco legal
que no considera el género.
- Sistemas
electorales desfavorables y falta de medidas especiales de carácter temporal.
- Falta de
fondos de campaña.
- Falta de
recursos financieros para ser consideradas como miembros significativos de los
partidos políticos.
- Falta de
educación formal o política y acceso limitado a la información.
- Falta de
experiencia política.
- La doble
carga y una distribución desproporcionada del trabajo doméstico.
- Falta de
cobertura de los medios de comunicación y prejuicios y estereotipos de género
en los medios.
- En los países
donde los candidatos son responsables de desplegar sus propios representantes
de partido para el monitoreo durante el día de las elecciones, la falta de
representantes de partidos daña los intereses de las candidaturas de mujeres.
- La percepción
de la política como “sucia”.
- Violencia
desde dentro y fuera del partido político.
Como votantes:
- Roles
tradicionales de género, estereotipos de género y actitudes y normas
discriminatorias.
- Falta de
identificación y documentación requerida para el registro de electores, centros
de registro que no son accesibles, están lejos o no están abiertos en el tiempo
adecuado, así como la falta de información y conocimiento sobre los
procedimientos del registro de electores.
- Falta de
información y conocimiento sobre la votación, los procesos electorales y los
derechos políticos en general.
- Insuficientes
programas de educación cívica y electoral, o falta de acceso a los existentes.
- Ubicación de
los colegios electorales.
- Falta de
procedimientos efectivos para garantizar el secreto del voto.
- El voto
familiar y la presión de la familia y la comunidad en el ejercicio de sus
derechos políticos.
- Procedimientos
de identificación invasivos (para los votantes transgénero, las votantes con un
velo, etc.)
- La percepción
de la política como "sucia".
- Violencia
dentro y fuera del hogar.
Como administradoras electorales:
- Roles tradicionales de género,
estereotipos de género y actitudes y normas discriminatorias.
- Falta de representación entre el
personal de los OGE, especialmente en posiciones de liderazgo.
- Exclusión de las estructuras de toma de
decisiones dentro del OGE.
- Falta de oportunidades para el
desarrollo profesional.
- Falta de medidas de conciliación para la
vida personal y profesional.
- Falta de capacitación y sensibilización
de género para el personal electoral.
- Falta de políticas internas para
combatir el acoso sexual y la intimidación dentro del OGE.
- Violencia desde dentro y fuera del OGE.
Como representantes de la sociedad civil
(observadoras electorales, mediadoras, defensoras de derechos humanos,
activistas sociales, etc.):
- Roles tradicionales de género,
estereotipos de género y actitudes y normas discriminatorias.
- Falta de representación como
observadoras electorales, mediadoras, etc.
- Exclusión de las estructuras de toma de
decisiones dentro de las organizaciones de la sociedad civil.
- Violencia dentro y fuera de las
organizaciones de la sociedad civil.
Se han propuesto varios modelos
para comprender mejor cómo estas barreras afectan a las mujeres en sus carreras
políticas y en su desarrollo profesional. Las mujeres políticas, así como las
que trabajan en OGE y otras organizaciones, encuentran con frecuencia el
"techo de cristal", una barrera organizativa entendida como los
"obstáculos que enfrentan las mujeres que aspiran a ocupar altos cargos en
igualdad de condiciones salariales y laborales [...]". Otra barrera
organizativa es la "pared de cristal", que consiste en la segregación
horizontal que relega a las mujeres a roles menores o les niega el acceso a
ciertos campos. El "techo de cemento", una barrera de naturaleza
psicológica, se refiere a la negativa de las mujeres a aceptar posiciones de
liderazgo porque piensan que sería difícil equilibrar la vida personal y
laboral. Finalmente, el "suelo pegajoso" es una barrera cultural que
empuja a las mujeres a lidiar con las tareas domésticas y los roles de cuidado,
lo que dificulta su desarrollo profesional. [2]
Desde una perspectiva regional, la
“Reference Guide on Women’s Representation and
Political Participation for the Arab Region” del PNUD de 2019 (disponible en
inglés) ofrece una visión general del estado de las mujeres en la vida política
en la región árabe, los desafíos que enfrentan y las posibles estrategias y
herramientas implementadas en diferentes países para promover su participación
en la política y las elecciones.[3]
[2] Virginia Garcia Beaudoux (2017): “Dancing Backwards in High Heels:
Women, Leadership and Power”. Netherlands Institute for Multiparty Democracy.
[3] PNUD (2019): “Reference Guide on Women’s Representation and Political
Participation for the Arab Region”.