El derecho a la libertad de reunión pacífica y de asociación está
reconocido en el derecho internacional de los derechos humanos, a saber, en el
artículo 20 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los
artículos 21 y 22 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Las
libertades de asociación y de reunión pacífica son pilares clave en los
sistemas democráticos y en los procesos electorales creíbles, y todos los
ciudadanos deben poder disfrutar plenamente de estos derechos de participación.
A través de la práctica de estas libertades civiles, los movimientos sociales y
la sociedad civil han perseguido la justicia social y la igualdad a lo largo de
la historia y han logrado hacer avanzar la agenda de los derechos humanos. Un
ejemplo histórico es el movimiento sufragista, que permitió a las mujeres
obtener el derecho a votar en muchos países.
En su primer informe temático al Consejo de Derechos Humanos en 2018,
el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos a la libertad de
reunión pacífica y de asociación identifica una serie de tendencias mundiales
que afectan el ejercicio de estos derechos, entre ellas:
- Uso de la legislación para reprimir el ejercicio
legítimo de la libertad de reunión y de asociación pacífica;
- Criminalización, uso indiscriminado y excesivo de la
fuerza para contrarrestar o reprimir la protesta pacífica;
- Represión de movimientos sociales;
- Estigmatización y ataques contra actores de la
sociedad civil;
- Restricciones dirigidas a grupos particulares;
- Limitaciones de derechos durante períodos
electorales;
- Impacto negativo del populismo creciente y el
extremismo; y
- Obstrucciones encontradas en el espacio digital. [1]
En línea con estos hallazgos, los índices del Estado Global de la
Democracia de IDEA Internacional muestran tendencias preocupantes en la
evolución de la libertad de asociación y de reunión pacífica en todo el mundo.
Según esta investigación, entre 2005 y 2015, 14 países analizados mejoraron su
libertad de asociación y de reunión pacífica, mientras que 22 países vieron una
disminución en esta área. El Informe 2018 del Estado de la Sociedad Civil de
CIVICUS encontró que la mayoría de los países del mundo están viendo
"problemas serios y sistemáticos con su espacio cívico", con un
espacio cada vez menor para la sociedad civil, incluso en países donde esto no
se había visto antes. [1]
Las restricciones globales a los derechos de asociación y de reunión
pacífica, así como la reducción del espacio cívico, tienen un impacto
particularmente negativo en el trabajo de las asociaciones de mujeres. El
informe del Relator Especial muestra preocupación por “el uso de la violencia
policial, el acoso y la intimidación judicial contra organizaciones de mujeres
en diferentes partes del mundo”.
En todo el mundo, las personas LGBTI, entre otros grupos minoritarios
y marginados, sufren discriminación, trato desigual y hostigamiento en el
ejercicio de sus derechos de asociación y de reunión pacífica, generalmente en
el contexto más amplio de la reducción del espacio cívico y de los retrocesos
democráticos.[2] “Los
grupos LGBT a menudo enfrentan restricciones y prohibiciones discriminatorias
para la celebración de reuniones públicas. Las marchas del orgullo LGBT han
sido prohibidas en algunas ciudades; en otras, donde las marchas han tenido
lugar, las autoridades no han tomado medidas efectivas para proteger a los
participantes, lo que lleva a ataques violentos por parte de grupos neonazis y
otros extremistas”. [3]