Cuando se diseña un sistema electoral, es mejor comenzar con una lista de criterios que resuma lo que se quiere lograr, lo que se quiere evitar y, en sentido amplio, lo que se quiere que el gobierno y el parlamento parezcan. El criterio dado en Asegurar un Parlamento Representativo y Promover la Oposición Parlamentaria cubre la mayoría de estas áreas, aunque la lista no es exhaustiva y el lector puede agregar una cantidad de detalles de igual validez. También es cierto que algunos de los criterios descritos puedan parecer contradictorios. Esto se debe a que frecuentemente, dada la naturaleza del diseño institucional, que los ajustes deben hacerse buscando el punto medio entre lo que se desea y lo que son los objetivos.
Por ejemplo, se puede querer impulsar la elección de candidatos independientes y al mismo tiempo promover el crecimiento de partidos políticos fuertes. También el diseñador de sistemas electorales puede considerar un acto de sabiduría el crear un sistema que le da a los votantes un amplio grado de elección entre candidatos y partidos, pero ésto puede significar una papeleta de votación complicada que causa dificultades a los votantes con menor educación. La clave, al formular o reformar un sistema electoral, está en priorizar los criterios más importantes y luego evaluar cual sistema electoral o combinación de sistemas, resulta mejor maximizando los objetivos.