Cuando tres de las restantes colonias de Norte América se unieron a la Federación en 1867 - el mismo año que Inglaterra hizo extensivo el sufragio al 10% del electorado - el nuevo Dominio de Canadá adoptó de manera natural, las instituciones Británicas de la democracia electoral. Los próceres Canadienses, a diferencia de sus contrapartes Australianos, dos generaciones más tarde, no se preguntaron si el sistema de Mayoría Relativa ( MR) fue hecho a la medida de un país federal dispersado en áreas lejanas. Aunque se llevó a cabo un experimento local y provincial con diferentes sistemas electorales, después de que las provincias del Oeste se unieran a la federación al principio de este siglo, ésto no duró mucho. Hoy en día tanto los 301 miembros del parlamento como los miembros de las diez legislaturas provinciales y de los dos territorios, son elegidos por medio de MR. De hecho, con el paso de los años, el sistema electoral federal se movió cada vez más hacia el modelo MR de pluralidad pura, a medida que se eliminaban graduamente los distritos de dos miembros.
Que el MR sea apropiado o no para Canadá es irrelevante, en parte debido a que la familiaridad de los Canadienses con experiencias electorales más allá de sus fronteras sólo incluye por lo general a los Estados Unidos y Gran Bretaña. Sin embargo, ésto no explica a satisfacción como un país tan preocupado con su reforma constitucional, no ha tenido los suficientes criterios para modificar sus instituciones electorales, especialmente cuando han producido varias anomalías. Esto no quiere decir que no se han intentado reformas hacia un sistema más proporcional; lo que sucede es que no han sido tomadas en cuenta en la agenda política. El "Grupo de Tarea sobre la Unidad Canadiense" (P pin-Robarts Commission) en su reporte de 1979, la recomendaba para que un poco más del 20% de los escaños en la Cámara de los Comunes fueran asignados proporcionalmente a los partidos, tomando en cuenta el apoyo que tenían, así como a aquellas provincias que estaban sub-representadas.
Una propuesta un poco diferente fue suscrita por el socialdemócrata Nuevo Partido Democrático -NDP, que estaba más sub-representado bajo MR. El gobierno de Trudeau rechazó el reporte de la comisión P pin- Robarts y la reforma electoral para la Cámara de los Comunes fue olvidada.
El hecho que el tema fue removido de la agenda política se volvió claro diez años más tarde, cuando Pierre Lortie, Jefe de la Comisión Real sobre Reforma Electoral y Financiamiento de Partidos, organizada por el gobierno de Mulroney en 1990, dejó fuera de toda duda que la modificación del sistema electoral estaba fuera del mandato de dicha Comisión. La discusión sobre la reforma electoral de las instituciones federales legislativas, se concentró en una propuesta apoyada por las provincias del Oeste para convertir a la Cámara Alta (Senado), de organismo nombrado a organismo electo. Cuando esta reforma del Senado fue rechazada por una propuesta de enmienda Constitucional en el referéndum en 1992, se cerró la posibilidad de una nueva vía hacia otros regímenes electorales fuera de MR.
Irónicamente, los efectos distorsoniantes del sistema electoral MR en la representación de la Cámara de los Comunes, combinados con la tendencia de los canadienses de identificarse políticamente con sus intereses regionales, probablemente nunca han sido más grandes que los observados en las últimas dos elecciones federales. En 1993, los votantes repudiaron al Partido Progresista Conservador en el poder, el sistema electoral diezmó al partido canadiense más antiguo. Si hubiera existido un sistema proporcional, habrían elegido 46 Miembros de Parlamento de los 295, pero con el sistema vigente sólo lograron elegir 2. A diferencia de los dos partidos regionales, el Bloque Quebecois y el Reforma que con 13.5 % y 19% del voto popular eligieron 54 y 52 MPs., respectivamente.
En 1997, de los 301 escaños en el Parlamento, los Liberales ganaron 155, el Reforma 60, el Bloque Quebecois 44, el NDP 21 y, los Conservadores 20. Si los escaños se hubieran distribuido de acuerdo al apoyo popular de los partidos, los Conservadores hubieran quedado en tercer lugar con 58 escaños, un poco atrás del Reforma con 59, el NDP y el Partido Quebecois habrían bajado a 33 escaños, dejando a los Liberales con 118. Dos tercios de los escaños de los Liberales venían de Ontario, mientras que el Reforma dominaba en las provincias del Oeste y el Bloque Quebecois "partiendo a Canadá" tal como lo definió el semario inglés The Economist, produciendo lo que algunos canadienses llamaban un "Parlamento de Arcoiris". Si los escaños hubieran sido distribuidos de acuerdo al apoyo popular de los partidos, los Liberales, Conservadores y el NDP habrían ganado escaños en todas las provincias o regiones; el Reforma en todas partes menos en Quebec. Y esto, por supuesto, deja afuera el hecho que bajo el RP, los partidos habrían tenido un incentivo para expander sus esfuerzos y recursos más allá de las regiones donde siempre salían bien: los Conservadores habrían hecho un esfuerzo más grande en el Oeste, el NDP y el Reforma habrían trabajado más duro por obtener apoyo en Quebec. De hecho, hay buenas razones para asumir que la baja votación (sólo dos tercios de votantes registrados), está relacionada con el hecho que en la mayoría de distritos, sólo uno o dos de los partidos eran verdaderos contendientes y, los seguidores de los otros partidos quedaban efectivamente neutralizados.
La reforma electoral hacia un sistema más proporcional, ha sido propuesta por numerosos columnistas y editorialistas, en la víspera de las dos elecciones y asumida por los líderes del Partido Progresista Conservador, pero solamente en el pensamiento. En Noviembre de 1997, una iniciativa de ley propuesta por un particular fue asumida por un líder del NDP, en élla se proponía que el Parlamento endosara el RP y nombrara un comité multi-partidario para someter el sistema a una consulta popular y luego reportar el resultado con una propuesta concreta la cual sería sometida de nuevo a un referéndum nacional para su aprobación. Sin embargo, así como otras iniciativas de legislación propuestas por particulares, ésta no pasará del nivel de petición. Los políticos ven la reforma electoral como algo que no prosperará durante un buen tiempo, por ello no están interesados en invertir en el tema, su precioso capital político.
Aunque esto es comprensible también es reprochable. Mientras el sistema MR ha producido algunos gobiernos de mayoría, la tendencia del sistema a polarizarse en lugar de promover la cooperación no le hace ningún bien a Canadá. Como un experimento mental, se puede imaginar el resultado en una provincia, si se hubiera realizado un serio esfuerzo de reforma electoral recientemente. Esto ocurrió en Quebec a principios de los años ochenta, cuando una comisión de investigación abogaba por la adopción de un sistema RP de lista regional, su recomendación fue endosada por el gabinete Quebecois, pero debido a la carencia de apoyo por parte de la oposición, al igual que el caucus del partido gobernante, nunca fue presentada al Congreso. Si hubiera sido adoptada, el balance de poder hoy sería del 25% para los partidos Quebecois, que desean los cambios pero prefieren un compromiso con menos soberanía, lo cual favorece el Partido Quebecois.
Los únicos esfuerzos de reforma electoral que modificaron la agenda política fueron las normas adoptadas en ciertas provincias del Oeste, que permitieron la revocatoria del mandato a los legisladores. En lo que concierne a la reforma al sistema electoral, el único prospecto real para Canadá podría ser el seguir el ejemplo de Inglaterra. Si Gran Bretaña está seriamente preparada para considerar cambios en el sistema electoral que legó a Canadá, los Canadienses bien podrían imitarla.