Todos los sistemas de pluralidad-mayoría, especialmente el de mayoría relativa, han sido criticados por las siguientes razones:
Excluye a los partidos minoritarios de una representación justa
Por justo queremos decir que un partido que gana aproximadamente 10% de los votos debería de ganar aproximadamente 10% de los escaños parlamentarios. En la elección general inglesa de 1983, la alianza entre los liberales y los social demócratas ganó 25% de los votos y sólo 3% de los escaños. En la elección de 1981 en Nueva Zelanda, el Partido del Crédito Social ganó 21% del voto pero sólo 2% de los escaños. En 1989 en la elección general de Botswana, el Frente Nacional de Botswana ganó 27% de los votos y sólo 9% de los escaños. Este patrón se repite constantemente bajo el sistema de MR (ver Reino Unido: Experimentación en la Cuna del Sistema de Pluralidad y Nueva Zelanda: El Cambio de una Democracia Estilo Westminster a la Representación Proporcional).
Excluye a las minorías de una representación justa
Como regla general, bajo el sistema de MR los partidos proponen al candidato más aceptable en un distrito en particular, para evitar alienar a la mayoría de los electores. Por lo tanto, sería raro que en Inglaterra o en los Estados Unidos a un candidato negro lo nomine el partido mayoritatio en un distrito fundamentalmente blanco. Hay una fuerte evidencia que las minorías raciales y étnicas del mundo tienen menos probabilidades de ser representadas en los parlamentos elegidos a través de MR. Como resultado, si el comportamiento de voto no encaja con las divisiones étnicas, la exclusión de miembros de un grupo étnico minoritario de la representación parlamentaria puede ser desestabilizante para el sistema político en general (ver Estados Unidos: Minorías Étnicas y Distritos Uninominales).
Excluye a las mujeres del parlamento
El síndrome del candidato más aceptable también afecta la capacidad de que las mujeres sean elegidas al parlamento, porque ellas son menos probables de ser seleccionadas como candidatas en estructuras de partido dominadas por los hombres. Hay evidencias alrededor del mundo, de que las mujeres tienen menos probabilidades de ser elegidas al parlamento bajo sistemas de mayoría que bajos sistemas RP. El estudio anual de la Unión Interparlamentaria "Mujeres en el Parlamento" en 1995, encontró que en promedio, las mujeres constituían solamente un 11% de los parlamentos en las democracias establecidas, que utilizaban MR, pero tal figura se dobló casi al 20% en aquellos países que utilizaban alguna forma de RP. Este patrón se ha reflejado en las nuevas democracias, especialmente en Africa.
Promueve el desarrollo de partidos étnicos
En algunas situaciones, el MR llega a promover que los partidos basen sus campañas políticas en plataformas y conceptos hostiles de tribu, de etnias, de raza o temas regionales. En las elecciones de 1994 de Malawi, con una larga historia de gobiernos coloniales, actividades de misioneros y una "Chewa-Izacion" de Banda Hastinh de expresión nacionalista, se combinaron para sembrar las semillas de un conflicto regional el cual encajaba muy bien en los prejuicios étnicos del pasado. El Sur votó por el Frente Democrático Unido de Bakili Muluzi, el Centro votó por el Partido del Congreso Malawi de Hastings Banda y el Norte por la Alianza para la Democracia de Chakufwa Chihana. Con ese resultado, había razón para que los partidos tuvieran un atractivo fuera de su región o base política cultural.
Exacerba las "disputas regionales"
Esto sucede cuando un partido gana todos los escaños en una provincia o distrito. En algunas situaciones el MR tiende a crear regiones donde un partido, al ganar la mayoría de los votos en una región, gana todos o casi todos los escaños parlamentarios. Esto excluye a las minorías regionales de la representación y refuerza la percepción de que la política es un campo de batalla definido por quién es uno y dónde vive, en lugar de lo que uno cree. Por mucho tiempo, éste ha sido un argumento en contra del MR en Canadá (ver El Sistema Electoral Canadiense: Un Caso de Estudio).
Deja un gran número de "votos desperdiciados"
Los votos que no se capitalizan en la elección de un candidato, son comúnmente llamados 'votos desperdiciados'. En relación a las disputas regionales antes mencionadas, se genera el desperdicio de votos cuando los seguidores de un partido minoritario se dan cuenta que no tienen posibilidades reales de elegir a su candidato. Este es un problema bastante peculiar en las nacientes democracias, donde la alienación del sistema político incrementa la probabilidad de que grupos extremistas puedan activar movimientos en contra del sistema.
No responde a los cambios en la opinión pública
Un patrón de apoyo electoral geográficamente concentrado en un país significa que un partido puede mantener el exclusivo control del ejecutivo, a pesar de una caída sustancial del apoyo popular. En algunas democracias que utilizan MR, una caída del 60% al 40% del voto nacional popular puede representar una caída del 80% al 60% en el número de escaños que se poseen, lo cual no afecta su posición dominante en general. A menos que los escaños sean altamente competitivos, el sistema permanece insensible a los cambios en la opinión pública.
Se presta a la manipulación de los límites electorales
Cualquier sistema que utilice distritos uninominales es susceptible a la minipulación de sus límites, ya sea por medio de truculencias o de manipuleos en los límites de distrito (ver Delimitación de Distritos). Esto fue lo que aparentemente sucedió en las elecciones de Kenia de 1993, cuando se presentaron grandes injusticias entre los tamaños de distritos electorales -el más grande tenía 23 veces el número de votantes que el más pequeño- y que contribuyeron a que el partido gobernante, Unión Nacional Africana de Kenia, obtuviera una gran mayoría parlamentaria con sólo 30% del voto popular.