Aunque mucha de la información presentada aquí se concentra en las posibilidades de una "ingeniería electoral" deliberada, vale la pena recordar que la mayoría de los sistemas electorales no son escogidos de esta manera. A menudo, la elección de sistema electoral es accidental.
Las selecciones accidentales no son necesariamente malas; de hecho, algunas veces pueden ser sorprendentemente apropiadas. Un ejemplo de esto fue la democracia étnica y altamente fragmentada de Papúa Nueva Guinea, la cual heredó el voto alternativo de Australia, su colonizador, durante sus primeras tres elecciones en los años sesenta y setenta. Ya que este sistema requería que los votantes listaran preferencialmente a sus candidatos en la papeleta, las elecciones fomentaron un gran espectro de alianzas y de intercambio de votos entre los candidatos contendientes y diferentes grupos comunales, con candidatos que pretendían no sólo ganar la primera preferencia sino que la segunda y tercera también. Esto llevó a tácticas de campaña cooperantes, posiciones moderadas y el temprano desarrollo de partidos políticos. Cuando este sistema se cambió, la conducta política se volvió mas exclusiva, menos cómoda y el naciente sistema de partidos rápidamente se enredó.
Con el beneficio de una vista al pasado, Papúa Nueva Guinea parece haber sido el afortunado recipiente de un sistema electoral posible y, especialmente apropiado, para su estructura social. Sin embargo, la mayoría de las elecciones accidentales o evolutivas llevan probablemente a consecuencias no planeadas para los actores que las diseñaron. Por ejemplo, cuando Jordania adoptó el voto único no transferible en 1993 por iniciativa del rey Hussein, no sólo incrementó la representación de la minoría, sino que también facilitó la elección de fundamentalistas Islámicos a la legislatura, ver Jordania: Diseño de un Sistema Electoral en el Mundo Árabe.
En los años cincuenta y sesenta, muchas democracias emergentes copiaron el sistema británico a pesar de las reiteradas desconfianzas en Westminster de que "era de dudoso valor el exportar el sistema a las colonias en Africa y Asia". La triste historia de muchas de esas selecciones ha subrayado la importancia de diseñar reglas electorales y constitucionales para las condiciones específicas del país en cuestión, en vez de asumir que el mismo diseño constitucional puede trabajar idénticamente en diferentes condiciones sociales, políticas o económicas.