En su lado negativo, el VUNT, en tanto sistema semi-proporcional, no es capaz de garantizar que los resultados parlamentarios sean proporcionales. Los partidos pequeños con, digamos 10% de la votación pero muy dispersa geográficamente es probable que no obtengan ningún escaño y que los partidos más grandes pueden recibir un premio sustancial de escaños, lo cual convierte al pluralismo nacional del voto en una mayoría parlamentaria absoluta. En 1980 los liberales demócratas japoneses ganaron 55% de los escaños con solo 48% de los votos (ver Japón - Reforma Electoral).
La proporcionalidad del sistema se puede incrementar al aumentar el número de escaños que deben ser lasignados en cada distrito plurinominal, pero esto debilita la relación entre el representante y el votante que es tan preciada para aquellos que promueven distritos geográficamente definidos. Los distritos plurinominales de nueve miembros en Jordania y de siete miembros en Vanuatu representan el límite más alto para el manejo de distritos o circunscripciones plurinominales.
Dado que VUNT da a los votantes un sólo voto, el sistema contiene pocos incentivos para que los partidos políticos busquen ampliar su espectro de potenciales electores. En tanto tengan un núcleo duro de votantes razonable, saben que pueden obtener escaños sin la necesidad de apelar a votantes "externos". Además, el hecho de que distintos candidatos del mismo partido compitan por los mismos votos significa que se pueden acentuar las discordias y la fragmentación internas del partido, asi como exagerar el "clientelismo" político.
Finalmente, el VUNT requiere que los partidos elaboren complejas estrategias tanto en las nominaciones como en la promoción del voto. Nominar demasiados candidatos puede ser tan contraproducente como colocar muy pocos, y se convierte en un enorme desafío el imponer la disciplina necesaria entre sus electores para que distribuyan sus votos de manera más o menos equitativa entre los distintos candidatos partidistas.