Las primeras elecciones de Ucrania como un estado independiente se celebraron bajo un sistema mayoritario de Dos Vueltas (SDV), ver Doble Ronda . El colapso del sistema Soviético al principio de los años noventa, había precipitado la creación de numerosos partidos nuevos, buscando establecer sus credenciales democráticas y guiar a Ucrania a través de una reforma económica y política. Pero las variables geográficas que inciden en la estructura económica y étnica, junto con una historia de división territorial, condujo hacia una formación de diferentes partidos en diferentes partes del país. El resultado fue una situación en la cual habían bastantes partidos pequeños con bases de apoyo definidas a lo largo de líneas regionales o étnicas, o a lo largo de líneas de riqueza económica. Cuando en 1994, Ucrania tuvo elecciones parlamentarias, la mayoría de los partidos estaban mal organizados y tenían solamente una vaga idea de cuantos seguidores tenían. Una razón era, que aunque los Ucranianos en general valoraban la política democrática, había también una fuerte aversión popular hacia el activismo político organizado, dada la experiencia del país con el mandato de un solo partido, bajo el régimen comunista.
La debilidad de los partidos al final de la competencia multi-partidaria, mostró que las instituciones electorales eran especialmente importantes al darle forma al joven sistema de partido. De acuerdo a la ley electoral que gobernó el evento de 1994, un diputado fue electo de cada uno de los distritos, se efectúo una elección entre los dos candidatos que recibieron el mayor número de votos, y ningún candidato logró una mayoría absoluta en la primera ronda. Muchos comentaristas vieron entonces,el Sistema de Dos Vueltas, como un medio ideal para limitar el número de partidos en el parlamento, mientras que al mismo tiempo, le daban a los partidos pequeños, mayor oportunidad para ser electos, que lo que tendrían bajo un sistema MR. Otra ventaja del sistema era que animaría la formación de acuerdos tácticos entre partidos similares en la segunda ronda, para maximizar la representación general de sus intereses combinados.
Pero los resultados de las elecciones demostraron un número de errores en este razonamiento. Primero, la heterogeneidad geográfica de apoyo partidario llevó a la elección de muchos diputados con intereses regionales mezquinos, a menudo asociadas con los intereses de un específico grupo étnico o sector económico. Cuando el parlamento se reunió, tenía diputados de no menos de 14 partidos, un número mayor que el imaginado por los proponentes de la ley electoral. Además, la tendencia de los sistemas mayoritarios de exagerar la distribución de escaños de los partidos grandes, se tradujo en que aunque los reaparecidos Comunistas ganaron sólo el 13% del voto, obtuvieron el 23% de los escaños y fueron de esa manera considerablemente sobre-representados, en relación a su verdadero apoyo electoral. Este efecto de "bono de escaños" no operó para los partidos pequeños nuevamente reformados, los cuales en su mayoría recibieron menos escaños que lo que su voto popular podría haber indicado. Segundo, las elecciones hicieron poco para consolidar el sistema de partidos; la mayoría sobrestimaron su fuerza electoral y creyeron que saldrían mejor por sí solos. Tercero, la preservación de los distritos uninominales permitió a muchos funcionarios locales y personas muy conocidas lograr escaños sin tener que asociarse a un partido organizado. Como consecuencia la mitad de los diputados electos eran independientes. El gran número de partidos en el parlamento y la relativamente pequeña proporción de diputados afiliados a partidos políticos generó una considerable fluidez en la estructura de las facciones parlamentarias. Esto ha llevado a resultados impredecibles, ha debilitado la confiabilidad democrática y ha disminuido la estima del parlamento ante los ojos de los votantes.
Un problema adicional con la ley electoral Ucraniana, es que incluye dos regulaciones que no se encuentran en la mayoría de leyes electorales de este tipo: la participación electoral tenía que exceder del 50% para que la elección en distrito fuera declarada válida, y el candidato ganador tenía que recibir una mayoría absoluta del voto. Estos requerimientos significaban que los diputados no salían electos en un alrededor de un cuarto de los distritos, la baja votación originó que muchas elecciones fueran declaradas nulas, y en muchos otros casos ninguno de los candidatos en la elección ganó más del 50% del voto, ya que mucha gente votó en contra de ambos candidatos como una forma de protesta. El proceso de llenar los escaños vacíos tomó como dos años, generando considerable desencanto popular. Además, números fluctuantes en la legislatura se agregaron a la incertidumbre de los resultados, y varias regiones del país fueron dejadas severamente sub-representadas durante mucho tiempo en este período.
Después de las elecciones de 1994, había un consenso general de que sería deseable el cambio hacia un sistema electoral más proporcional, para poder reducir el número de diputados independientes, estabilizar el sistema de partidos y promover una conducta legislativa predecible, ver Sistemas de Representación Proporcional. La nueva ley electoral, la cual estará en vigencia para las elecciones de 1998, es un sistema paralelo semi-proporcional, por el cual la mitad de los diputados serán electos por MR en distritos uninominales, y la mitad de las listas nacionales, con un umbral del 3% para la representación. Estos cambios probablemente incrementen la eficacia del proceso electoral, generen un parlamento más estructurado y ayuden a consolidar el sistema de partidos.
La conclusión mas importante que se puede obtener del caso Ucraniano, es que aunque los sistemas proporcionales pueden a veces causar una proliferación de partidos parlamentarios en las democracias en desarrollo, las leyes mayoritarias también permiten que un gran número de partidos puedan entrar al parlamento cuando están débilmente atrincherados y son geográficamente distintos, que es el caso de muchas democracias. Además, en la Europa Central-Oriental los sistemas mayoritarios hacen poco por ayudar a consolidar nuevos sistemas de partido, debido a que la carencia de una amplia identificación de partido, estimula la elección de candidatos independientes, los cuales pueden hacer borroso el balance de fuerza de partido en el parlamento y desestabilizar el proceso legislativo. Finalmente, los sistemas mayoritarios dan una ventaja distinta, a aquellos partidos que tienen bases establecidas organizacionales de apoyo, como aquellas encontradas en los ex-estados de un sólo partido en Africa, Europa Oriental y la ex-Union Soviética.