Los sistemas electorales deben ser vistos no sólo como mecanismos para elección de instituciones de gobierno, sino también como herramientas para la solución de conflictos dentro de la sociedad. En determinadas circunstancias, algunos sistemas motivarán a los partidos para que planteen demandas, incluso si éstas están más allá de las que reivindican sus propias bases de apoyo. Por ejemplo, aunque un partido obtenga su apoyo principal de votantes negros, un sistema electoral específico puede que le de el incentivo de plantear demandas propias de votantes blancos o de otras razas. De esa manera, la plataforma política del partido dejará de ser divisionista y excluyente, volviéndose más unitaria e inclusiva.
Es posible que incentivos de sistemas electorales hagan a los partidos menos excluyentes étnica, regional, lingüística o ideológicamente. A lo largo de todo este tema se proporcionan ejemplos de como diferentes sistemas electorales han servido como herramientas para la solución de conflictos (Ver Sudáfrica: Sistemas Electorales y Manejo de Conflictos).
Consecuente con lo anterior, también los sistemas electorales pueden animar a los votantes a buscar soluciones fuera de su grupo y pensar en votar por partidos que tradicionalmente han representado a grupos diferentes. Tal conducta de los votantes genera mayor acomodo social y ayuda a la construcción del espíritu comunitario. Los sistemas que dan al elector más de un voto o le permiten ordenar por preferencias la lista de sus candidatos, crean un espacio en el cual puede romper las barreras sociales preconcebidas.
Por ejemplo, bajo el sistema electoral de Jordania en 1989 (Ver Jordania: Diseño de un Sistema Electoral en el Mundo Árabe), un votante musulmán podía votar con dos de sus tres votos por candidatos del Islam y darle el voto restante a un candidato cristiano independiente. En la nación de Papúa Nueva Guinea, altamente fragmentada por razones étnicas, en los años sesenta y setenta, los votantes eran capaces de listar en la papeleta a sus candidatos según sus preferencias, lo cual permitía un espectro de alianzas e intercambio de votos entre candidatos en la competencia y entre diferentes grupos comunales. Cuando el sistema preferencial fue abandonado, los grupos ya no tenían ese incentivo electoral para actuar en cooperación, en consecuencia, su conducta se volvió más excluyente. (Ver Papua Nueva Guinea).