El término "equidad en la contienda electoral" (literalmente "emparejando el terreno de juego") se ha hecho común en el ingles moderno, para referirse a una competencia justa, particularmente en los Estados Unidos de América. En una referencia al campo de fútbol, en donde ninguno de los bandos tiene la ventaja de correr la bola colina abajo contra los oponentes que serían desfavorecidos por tener que correr colina arriba. Un término análogo, encontrado en el artículo 21 de la Constitución alemana de 1949 es el de Chancengleichheit (igualdad de oportunidades).
En la práctica, el término "equidad" puede adquirir significados contradictorios.
La equidad como igualdad de resultados
Se puede argumentar que una forma de asegurar que cada partido y cada candidato sean tratados justamente es el brindarles precisamente las mismas oportunidades y recursos financieros a cada uno, independientemente de su tamaño y popularidad. El argumento para dar a todos los partidos y candidatos una parte igual de tiempo-aire en televisión, o de contribuciones financieras, es que todos requieren de una oportunidad igual para presentar su programa o propuestas a los votantes.
Este es el principio que se siguió al garantizar a todos los candidatos al parlamento británico servicios postales gratuitos. Los candidatos nominados por partidos grandes y pequeños, así como los candidatos independientes, son titulares de los mismos derechos.
Por el contrario, se puede argumentar que el trato igual para los grandes partidos y para los grupos marginales es poco práctico e injusto. Se puede sostener que es injusto e inequitativo darle a un partido marginal los mismos beneficios públicos y la misma ayuda financiera que a un partido grande. Para un partido marginal, que puede tener únicamente un puñado de miembros, la oportunidad de tener aunque sea unos pocos minutos de tiempo-aire gratuito en televisión representa un gran beneficio. En contraste, los mismos pocos minutos podrían ser inadecuados para los grandes partidos. Cuando hay docenas, o cientos, de partidos contendiendo, la política de otorgar precisamente la misma cantidad de tiempo a cada uno resultaría inevitablemente en algo cercano al caos, dado que los votantes se enfrentarían a una multitud de mensajes divergentes.
Mas aún, tal política de "igualdad de tiempo" puede ocultar fuertes tendencias en contra de los principales partidos de oposición. El partido gobernante normalmente tendrá oportunidades distintas para proyectarse a sí mismo. Si al principal partido de oposición se le asigna la misma pequeña porción de tiempo-aire gratuito que a decenas de partidos insignificantes, tendría una oportunidad totalmente inadecuada para presentar su mensaje, lo que favorecería al gobierno. Los resultados poco satisfactorios de la política de igualdad en el tiempo-aire en televisión tanto para los grandes partidos como para los pequeños se ha apreciado en las elecciones celebradas en muchos de los países anteriormente comunistas de Europa del este y en la antigua Unión Soviética.
Discriminación Positiva
Se podría argumentar que la "equidad" requiere de una discriminación positiva en favor de los partidos nuevos o pequeños. De acuerdo con esta interpretación, las principales fuerzas políticas de cualquier sociedad tendrían ya amplias oportunidades de expresarse. Por tanto, las oportunidades adicionales se le tienen que proporcionar a los nuevos contendientes para que se puedan organizar y presentar sus ofertas al electorado.
Un ejemplo de la aplicación de este ideal compensatorio de la "equidad" es el plan introducido en 1975 en la Cámara de los Comunes de la Gran Bretaña, mediante el cual se otorgan subsidios financieros a los partidos de oposición representados en la Cámara Baja. El partido gobernante no recibe subsidio. La lógica de este dispositivo es que el partido gobernante recibe el beneficio de la asesoría del servicio civil. Solo los partidos de oposición necesitan fondos para integrar un equipo de trabajo para preparar sus argumentos.
La Equidad basada en el respaldo político
Esto involucra el principio de que los partidos pequeños y los candidatos marginales deberían recibir menos apoyo que los principales. Esta idea puede aplicarse a la asignación de tiempos gratuitos de transmisión en televisión y radio. También a los subsidios financieros. Por ejemplo, se podría argumentar que únicamente los candidatos principales de la elección presidencial deberían debatir en televisión nacional, o que se le debería dar más tiempo-aire de transmisión a los partidos políticos grandes que a los pequeños.
Este principio tiene sentido común y justicia detrás de él, pero también problemas. El argumento del sentido común para la equidad como asignación pro rata de acuerdo con el respaldo de que disfruta cada uno de los contendientes, es que evita una situación en la que decenas, o hasta cientos, de candidatos y partidos superficiales entren a la contienda solamente para ganar la publicidad gratuita que les asigna a todos los contendientes legalmente. Simplemente no es práctico para los votantes digerir tantos mensajes distintos. En la jerga de los científicos políticos y diplomáticos, existen (especialmente en las democracias de creación reciente) "partidos de sofá", es decir, partidos tan pequeños que todos sus miembros podrían estar sentados en un solo sofá.
El argumento de la justicia es que no es razonable que un candidato o partido que representa solo a un puñado de simpatizantes tenga la misma posibilidad de transmisión que los grandes partidos.
Las consideraciones anteriores suministran una fuerte base para argumentar que la "equidad" debería significar la ayuda proporcional del estado conforme al respaldo de cada uno de los contendientes. Como siempre, la aplicación de estos principios produce problemas.
El primer problema consiste en determinar si el respaldo con que cuenta cada partido debería ser medido de acuerdo con su actuación previa o su desempeño actual. La forma más fácil y aparentemente más objetiva de medir el respaldo de acuerdo con el porcentaje de votos obtenidos la más reciente elección. Esta es la base principal del financiamiento estatal para las organizaciones partidistas en Alemania. La debilidad de este sistema de asignación es que puede respaldar a partidos existentes a costa de los de nueva formación, o de aquellos que han incrementado su popularidad (de acuerdo con encuestas de opinión u otros medios de ese tipo) desde la última elección. En algunos países (Namibia, por ejemplo), los fondos son asignados de acuerdo con los votos obtenidos en una elección nacional, pero únicamente a los partidos representados en el parlamento. Por lo tanto, los partidos que fallen en su propósito de obtener un escaño en el Parlamento están en desventaja.
El segundo problema consiste en saber si el respaldo debe ser medido por el número de votos, o por algún otro indicador. Se podría argumentar, por ejemplo, que los subsidios públicos deben ir de acuerdo con la membresía, o con el respaldo financiero privado para cada partido, mas que de acuerdo con su volumen de votos.
Equidad entre los partidos políticos y los grupos de presión
Los sistemas de regulación y de subsidios afectan no únicamente el equilibrio entre los partidos contendientes, sino también el balance entre los partidos políticos como grupo y otras formas de expresión política. Si un sistema de regulación restringe a los partidos políticos, podría tener el efecto de favorecer otros canales de comunicación política desregulados.
Conclusión
La equidad de la contienda electoral es un principio importante, pero tiene tantos significados diferentes que los distintos partidos políticos y candidatos estarán frecuentemente en desacuerdo sobre lo qué es "justo" o "equitativo". Naturalmente, cada uno de ellos favorecerá una definición que vaya de acuerdo con sus propios intereses.