Los organismos depositarios de la autoridad electoral (comisiones electorales, etc.) pueden estar legítimamente integrados de manera no-partidista, pluripartidista o a través de una mezcla de ambos. El mismo argumento es válido, en su caso, para las instancias responsables de trazar y revisar las demarcaciones electorales. La ventaja de incluir a los representantes partidistas en las comisiones, especialmente si las decisiones son tomadas por consenso, es que los contendientes del proceso electoral perciben que los árbitros son imparciales y más balanceado. Frecuentemente, la naturaleza de guardián de los organismos electorales multipartidistas es considerada como una garantía suficiente del mecanismo de "frenos y contrapesos".
Un organismo multipartidista asegura que haya nexos fuertes y directos para que los partidos que puedan ayudar en las negociaciones cuando ocurren problemas o disputas, previniendo así posteriores impugnaciones a los resultados de las elecciones.
Sin embargo, hay desventajas inherentes a las comisiones multi-partidistas. Los cuerpos que toman decisiones por consenso pueden ser incómodos y consumir tiempo. La calidad de las nominaciones puede no estar a la par de las basadas en el enfoque de "expertos" independientes. Las nominaciones de los partidos pueden frecuentemente obligar a poner los intereses del partido por encima de los intereses del bien común. Tales obligaciones pueden causar polarización y conflicto de intereses cuando se toman decisiones. Los nominados son conocidos por boicotear las reuniones acatando instrucciones de su partido.
Las comisiones partidistas quizá sean incapaces de ponerse de acuerdo sobre un cambio de reglas, dejando así en operación prácticas que están muy desacreditadas y que socavan la confianza pública en el sistema político. Desde la perspectiva de los partidos más pequeños, puede haber preocupación de que los partidos más grandes se alíen para aprobar sus iniciativas y los dejen sin voz. Mas aún, en situaciones donde hay un gran número de partidos políticos registrados, el tamaño de la comisión se puede convertir en algo problemático e inmanejable.
Las elecciones de 1994 en Mozambique muestran el ejemplo de una numerosa comisión partidista gobernada por consenso, que si bien no dejo de provocar algunos conflictos, al final contribuyó a asegurar el éxito y legitimidad de las elecciones. De igual forma, en Liberia (1997), El Salvador (1993, 1997) y Nicaragua (1990, 1996) todos saliendo de una guerra civil, la comisión electoral fue de base partidista con el fin de erradicar su desconfianza en el proceso electoral.
Vínculos partidistas
Independientemente de que los partidos jueguen o no un papel en cualquier aspecto de la instrumentación de una elección, hay un fuerte argumento para celebrar reuniones semanales o regulares en todos los niveles con los representantes partidistas para asegurar un claro entendimiento y aceptación sobre la forma en que las elecciones se están conduciendo. Esto se convierte en algo particularmente importante cuando se producen cambios de último minuto en la organización o procedimientos del proceso. Las reuniones de este tipo también ofrecen a los partidos la oportunidad de hacer comentarios y sugerencias, de ventilar quejas o inquietudes y para permitirles "desahogarse". Esto puede servir para resolver situaciones antes de que se conviertan en algo mayor, así como para desarrollar sensibilidad y entendimiento mutuo entre los partidos y los oficiales electorales.
La ley puede prever la existencia de un comité "asesor" o "consultivo", como en el caso de Lesotho. La ley dispone el establecimiento de un grupo de uno o más representantes de cada partido, específica sus reuniones regulares con la comisión y les confiere ciertos derechos (tales como la inspección de documentos).