Libertad de expresión (ver Principios Guía y Libertad de Expresión) trata no sólo el derecho a conversar con la familia, amigos y vecinos, sino también la libertad de organizar, y hacer mítines públicos, así como producir y circular literatura y propaganda política. No representa ningún costo hablar con miembros de la familia o con los vecinos.
Sin embargo, muchas formas de libertad de expresión suscitan gastos, si un activista político visita otra área de la ciudad o del país, y ocupa tiempo hablando con los electores, generará costos de transportación y hospedaje. Los mitines políticos pueden requerir la contratación de un estrado así como gastos de publicidad. Y no sería posible imprimir propaganda política sin pagar por ella (o sin aceptar que efectivamente es una "contribución política en especie" por parte de la imprenta).
Desde que el ejercicio de la libertad de expresión frecuentemente requiere dinero, los partidos y candidatos con mayores recursos llegarán más efectivamente a los electores, que aquellos partidos y candidatos con pocos recursos. Se argumenta, que los candidatos prominentes llevan una ventaja injusta. Con la idea de eliminar o de reducir estas injusticias y crear un campo de contienda electoral más justo, frecuentemente las regulaciones han sido introducidas para restringir el papel del dinero en las elecciones. Algunas veces (como en la elección para cargos federales en los Estados Unidos), hay un techo legal para la cantidad que un individuo puede contribuir y otras tantas (como en Francia o en Canadá) hay un tope en la cantidad que le está permitido gastar a un partido o candidato.
Los límites a las contribuciones financieras, y a los gastos de partidos y candidatos están diseñados para promover la justicia. Pero tienen el indudable efecto de limitar la libertad de expresión. Los hacedores de política deben balancear dos principios válidos, pero al mismo tiempo, contradictorios.