Los actores principales en la contienda electoral son los partidos políticos rivales y sus candidatos. Naturalmente, la tarea central de la administración electorales regularlos. Pero no son solo actores. Los grupos que no traten de lanzar candidatos, o declarar su apoyo por algún partido político, pueden no obstante buscar influenciar el debate electoral. Los grupos religiosos pueden buscar afectar las acciones de los políticos en temas tales como, aborto, leyes de matrimonio, educación, o una variedad de cuestiones morales. Los grupos de una sola cuestión interesados en los derechos de los trabajadores, la ley y el orden, el medio ambiente, el bienestar de los animales, o actitudes pasajeras en la economía y en las no-económicas pueden gastar dinero sobre el aseguramiento de que los votantes escucharan su voz.
Estas actividades representan un problema para la regulación de las elecciones. Por un lado, esto puede parecer irrazonable, de hecho indemocrático, para buscar el silencio de los grupos. Ellos tienen derecho a opinar. Por otro lado, resultaría imposible asegurar justicia entre partidos y candidatos si los grupos de presión están libres de regulación. Por ejemplo, ¿Cuál es el punto de limitar los gastos de elección de partidos y candidatos si los grupos de interés no tienen límite para publicitar sus puntos de vista, y para atacar ( ya sea abiertamente o por implicación) a un partido o a un grupo de candidatos?
La elección entre un angosto, y por lo tanto inefectivo, sistema de control, y un ancho, y por lo tanto opresivo sistema, recae en numerosos temas de Partidos y Candidatos, ver Grupos de Interés: "Terceras Partes".